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En el marco de las celebraciones con motivo del Día del Trabajo, el candidato a la gubernatura del estado, Roberto Loyola Vera, se convirtió en un sindicalizado honorario de la Confederación Mexicana de Trabajadores (CTM) Sección 1, pues fue el encargado de encabezar el contingente que marchó paso a paso por una de las calles principales del Centro Histórico.
En esta ocasión se cambiaron los papeles, puesto que en las últimas ediciones de este desfile el abanderado del Partido Revolucionario Institucional (PRI), había ocupado uno de los lugares más privilegiados en la mesa de honor, ya sea en su puesto como secretario de Gobierno (2009-2012) o como presidente municipal (2012-2015), siempre a un costado del gobernador José Calzada Rovirosa.
Pero en esta ocasión, esos cargos quedaron de lado para dar cabida a las vivencias propias de las clases trabajadoras.
Apenas pasadas las nueve de la mañana, después de que se entonara el Himno Nacional y el gobernador Calzada Rovirosa tomará su puesto al frente de cientos de personas y familias que acudieron al desfile con motivo del 1 de mayo, los primeros contingentes comenzaron a avanzar, para que después de un par de bandas de guerra estudiantiles Roberto Loyola diera sus primeros pasos por la calle Corregidora, a la altura de avenida Zaragoza, acompañado de los dirigentes estatales de este contingente.
A ritmo pausado, el candidato tricolor elevaba su brazo para saludar a todas aquellas personas que, en su andar, gritaban su nombre y le mostraban su apoyo.
En su recorrido coincidió con una manifestación paralela al desfile, miembros de algunas organizaciones civiles y sindicatos que no tuvieron la oportunidad de marchar, mostraron su inconformidad con la participación del candidato Loyola Vera, con fuertes silbidos que varios presentes llegaron a notar y dedicaron unos segundos para voltear a ver al personaje que despertó dicho revuelo.
Sin mirar a los lados, Loyola Vera continuó caminando firmemente hasta el lugar en el que se encontraba el gobernador José Calzada, que en otro momento fue su jefe. Esta vez estrecharon la mano, como lo hizo con cualquier otro miembro de los sindicatos que participaron en el recorrido anual.
