La identidad otomí de los pueblos indígenas de Amealco ha cruzado fronteras por medio de las muñecas de tela elaboradas por mujeres de San Ildefonso Tultepec, en un pequeño taller.

Genoveva Pérez Pascual, la iniciadora de esta empresa, muestra con orgullo una de las artesanías con la que obtuvo el tercer lugar en el Concurso Nacional de Juguete Popular Mexicano 2012.

En el extranjero, la muñeca otomíes han pisado tierras europeas y latinas debido a su participación en ferias artesanales.

A sus 35 años de edad, Genoveva ha representado las artesanías de su pueblo en Milán, Italia, Venezuela y Chile (en éste último se hacen entregas al mayoreo).

La artesana recuerda que sus muñecas no se cotizaban en más de 15 pesos y con el apoyo de la Comisión para el Desarrollo de Pueblos Indígenas y del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, en el 2005 comenzaron la aventura de producir en serie, bajo una previa capacitación a 34 mujeres que no confiaban en el valor real de sus creaciones.

“Nadie quería comprar las muñecas a más de este precio, cuando nos pidieron que las elaboráramos a mayoreo no queríamos; pensábamos que iba a fracasar porque no nos daba ni para comer, pero nos explicaron que en estas muñecas se refleja nuestra identidad y que por eso tenían valor”, explicó Genoveva.

Ahora, cada una de las mujeres que integran esta pequeña empresa se dedica a confeccionar una parte del atuendo de las muñecas: la falta, la blusa, el sobrero tradicional, el cabello, el cuerpo y el niño que la muñeca carga en sus brazos. Hoy cumplen con altos estándares de calidad y su trabajo les ha abierto las puertas en tiendas del país y el extranjero.

El costo de las muñecas varía de acuerdo a la vestimenta y oscila entre los 280 pesos a los 2 mil pesos. Hay algunas que llevan vestidos de gala, como la que presentaron en el Segundo Concurso de Juguete Popular. Este diseño lleva la vestimenta de la danza de la Pastora que se celebra cada 24 de enero en San Ildefonso, fiesta en la que participan todos los habitantes del pueblo.

Mensualmente, las artesanas de San Ildefonso elaboran entre 90 y 150 muñecas bajo pedido, lo que garantiza la venta y el pago por estas manualidades que se elaboran en un pequeño taller ubicado en la casa de Genoveva Pérez.

La empresaria reconoce que las responsabilidades domésticas de algunas de las mujeres que participan en el taller les impiden acudir puntualmente, pero, para no perder tiempo, se llevan parte de los bordados a sus casas y así logran cumplir con la producción y las entregas en las fechas programadas en diferentes puntos del país.

La comercialización ha sido posible, explica Genoveva, gracias al apoyo del Sistema Integral de Desarrollo de la Familia del estado (DIF), organismo que, además de generar el enlace entre las artesanas y las tiendas, hace un pedido de 50 muñecas al mes, para distribuirlas.

Un juguete excepcional

Mientras que las niñas otomíes crecen con una muñeca de trapo elaborada a su imagen y semejanza, Genoveva y las mujeres del taller las convirtieron en un producto de colección para quienes admiran este trabajo.

“Estas eran las muñecas con las que jugábamos de niñas. Nos las hacían nuestras mamás y abuelitas, pero las que elaboramos no son juguetes. Es más, no se compran para niñas, son las personas adultas que quieren dar un regalo a sus familiares, las que las buscan”, explicó.

La promotora de esta artesanía considera necesario que las comunidades indígenas no se limiten, que promuevan sus actividades tradicionales para que haya un mayor apoyo para ese sector. Reconoce que muchas mujeres no se atreven a participar en el taller por los tabúes que prevalecen en torno a la feminidad en San Ildefonso.

“Esta actividad nos ha cambiado nuestra vida, nuestra forma de pensar. Ahora nos gusta hacer muñecas de calidad y mostrar nuestra identidad como artesanas de San Ildefonso”, concluyó.

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