Aunque no existen registros sobre los constituyentes adscritos a una logia masónica al momento de la promulgación de la Constitución Política de 1917, algunos estudios sugieren que hasta 74 de los 118 diputados convocados hace 100 años a la primera asamblea del Congreso Constituyente pertenecían al grupo de pensadores liberales de aquel tiempo, quienes influyeron directamente en las reivindicaciones sociales y políticas planteadas en la Carta Magna.
La garantía de la educación laica y gratuita, la reforma agraria, la libertad de creencia religiosa, las garantías individuales, los derechos laborales, la libertad religiosa, la relación Estado-Iglesia y la forma de gobierno federalista, además de la libertad de prensa, de asociación, de opinión y de ocuparse en la actividad que el ciudadano quiera, siempre y cuando no altere el orden público, son principios que se incluyeron en la Constitución y que se atribuyen, principalmente, a los ideales masónicos.
Se sabe que la masonería es una asociación universal, filantrópica, filosófica y progresiva. Procura inculcar en sus adeptos el amor a la verdad, el estudio de la moral universal, de las ciencias y de las artes. Procura, en general, mejorar la condición social del hombre, por todos los medios lícitos y, especialmente, la instrucción, el trabajo y la beneficencia, a través, también, del principio de la laicidad.
En México, la masonería surgió en la segunda mitad del siglo XVIII, después de la independencia de España. Llegaron, así, las ideas de liberalismo, semilla del cambio social independentista frente al imperio, que fue asumida por muchos integrantes de la clase política, así como entre los intelectuales más brillantes de aquella época.
El presidente de Laica Internacional, ex gran maestro de la Logia Valle de México y soberano gran comendador del Supremo Consejo de México, Manuel Jiménez Guzmán, fue el encargado de coordinar un ensayo colectivo que lleva por título Influencia de la masonería en la Constitución de 1917, que publicó el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), dentro del marco del centenario de la promulgación de la Constitución Política.
“Con la fuerza de las ideas damos la batalla por un México mejor, porque los liberales estamos en todos lados y comprometidos con nuestra nación. Por eso, el origen de esta obra, la primera que publica la Secretaría de Seguridad Pública, a través del INEHRM, y firmada por el presidente de la República, el secretario de Educación y el secretario de Gobernación”, aseguró el coordinador del libro.
Es una compilación de textos que requirió dos años para su elaboración, en los que se destaca la influencia directa de los constituyentes “donde el 85 o 90% eran masones de todo el país, con un detalle adicional: Luis Manuel Rojas, entonces presidente del Congreso Constituyente, era en ese momento el gran maestro de la gran Logia del Valle de México, con hombres tan ilustres como (Heriberto) Jara, (Francisco J.) Múgica, (Alfonso) Cravioto, (Jesús) Romero Flores y una pléyade de hermanos liberales”, añadió.
En palabras de sus autores
El libro, en sus diversos ensayos, sostiene que la historia del México del siglo XIX, y buena parte del siglo XX, no tendría sentido si no es a partir del papel jugado por la masonería en la vida política y social de nuestro país, por lo que se asegura que la influencia masónica en la redacción de las leyes fundamentales y en el diseño de la forma de gobierno es innegable.
“La historia de la masonería corre paralela a la historia de México, corre paralela con la historia de la humanidad y, por eso, este libro lo estamos distribuyendo para su discusión, conocimiento y, desde luego, para aportar nuevas ideas y mejorar el sistema político, económico, social, cultural y educativo de la república liberal, democrática y social”, afirmó Jiménez Guzmán, quien desarrolló la presentación de la obra de investigación.
“La Constitución de 1917 es raíz histórica y proyecto de nación futura por encima de las múltiples enmiendas que ha sufrido, pero que conserva los generosos principios masónicos y liberales siempre vigentes”, indicó.
Carlos Valdés Martín, quien desarrolla en la compilación el apartado Estimación sobre la influencia de los masones en la Constitución de 1917 y su diseño, sostiene que quienes se congregaron en Querétaro, en el Teatro Iturbide, ahora conocido como Teatro de la República, eran hombres de elevada estatura moral y, casi todos, habían probado la rudeza de la lucha y la persecución, por lo que la Carta Magna “llegó puntual para coronar y darle sentido a ese baño de sangre estimado en un millón de muertos”.
“Justamente hace un siglo, los representantes de la Revolución se congregaban para solucionar con leyes, lo que fueron anhelos expresados en armas. Pero al haber sido un acontecimiento público resulta sorprendente que no se hayan elaborado investigaciones significativas sobre la masonería en ese evento, que modificó de manera puntual y radical nuestra nación”.
Resaltó que el presidente del Congreso Constituyente de 1917, Luis Manuel Rojas Arriola, fue un masón muy reconocido. “¿Cómo se pasó por alto la presencia tan robusta y abrumadora de los masones en la elaboración de la Constitución? Existen estimaciones que por lo menos la mitad de los presentes redactores del documento fueron masones y, sin duda, los que tuvieron los cargos más destacados”, detalló.
Sin embargo, dijo que los analistas históricos han optado por la omisión de la presencia masónica en la historia nacional.
“Los masones del Congreso Constituyente siguieron la regla del sigilo según las reglas de orden y decidieron que no era oportuno presumir su afiliación. Una decisión muy sabia, pero un siglo después se convirtió en una situación un tanto injusta para ellos, pero que distorsiona un poco el papel histórico de la masonería mexicana”, agregó.
En su ensayo, explica varias causas fundamentales para que la masonería no fuera notoria en el escenario político, en general y en particular, al elaborar la Constitución de 1917.
“En el periodo de Porfirio Díaz se acabó con el modelo de logia-partido frecuente en el siglo XIX y se estabilizó el modelo moderno, actual, donde las logias son instituciones completamente de educación filosófica y que no se inmiscuye directamente en la política, pero dejan a sus miembros completa libertad para que participen en lo que quieran”.
Los masones de 1917, contó Valdés Martín, no concebían su tarea como un acto faccioso, “sino bajo una generosidad de miras muy grandes, con disposición a dejar a un lado sus prejuicios e intereses, anhelando la pronta pacificación y para garantizar la justicia en el país”.
Presencia masónica trascendental
No obstante las diversas corrientes representadas en el Congreso Constituyente de 1917, se sabe que la mayoría de los diputados no eran creyentes, sino liberales. La mayoría a favor de las Leyes de Reforma, por lo que su actitud fue abiertamente anticlerical.
De la comparación de las dos más importantes constituciones fundamentales de México, la de 1857 y la de 1917, se llega a la conclusión de que las dos responden a luchas sociales emancipadoras que proponían consumar completamente el concepto de un Estado liberal.
Razón por la cual la Constitución de 1917 reunía gran parte de los ordenamientos de su antecesora de 1857, sobre todo, los artículos referentes a los derechos humanos y las garantías individuales. Se refrendó la forma de gobierno como republicana, representativa, democrática y federal. También estipuló la división de poderes en Ejecutivo, Judicial y Legislativo, este último, que se transformó de unicameral en dos cámaras, la de Diputados y la de Senadores.
La Carta Magna fue una de las más avanzadas del mundo, primordialmente por los contenidos de los artículos 3, 27, 123 y 130 y, en la actualidad, reforzada por el artículo 40, que reivindica en su calidad de laico al Estado mexicano, propuesta de liberales de la actualidad y masones distinguidos.
Influencia de la masonería en la Constitución de 1917 es una obra que hace un repaso a la historia constitucional mexicana, en donde se documenta cómo la tradición liberal expresada en la Constitución de 1857 y la lucha revolucionaria de 1910 triunfaron definitivamente con la promulgación de la Carta Magna de 1917, al consolidarse el liberalismo mexicano. Pero, además, sigue sujeta a cambios y modificaciones de acuerdo a las necesidades de la actualidad.
Es un esfuerzo en conjunto de autores como Jorge Gaviño, Manuel Ramírez Reyes, Patricia Galeana, Guillermo Calderón, Carlos Francisco Martínez Moreno, Luis Gómez Berlié, Mauricio Leyva Castrejón y Carlos Valdés para cristalizar un documento en el que se ahonda el tema por primera vez después de 100 años.