Desde hace 35 años, la Farmacia de Dios se instaló en la calle de Felipe Luna la cual es parte del barrio de La Cruz y ahora parte del centro histórico. Este pequeño negocio se ha mantenido, pese a la llegada de grandes cadenas.
A ella acuden personas que presentan enfermedades que no son graves y que saben que van a ser bien atendidas. Van quienes requieren vitaminas o están enfermos del estómago, por ejemplo.
El negocio fue fundado por Eduardo Ortiz Olvera, mejor conocido como Lalo, quien trabajaba en otra farmacia, en donde aprendió y después se independizó.
El nombre de Farmacia de Dios se debe a que Lalo, en su fe, siempre se encomendaba a Dios para hacer bien su trabajo y que la gente se curara.
Lalo ya falleció, pero su aprendiz, Salustio Trejo Botello, sigue con la trayectoria del lugar y sigue atendiendo los clientes con buena actitud.
Salustio Trejo, mejor conocido por sus clientes como “Chano”, trabaja en la farmacia desde que se abrió. Ahí aprendió el oficio y con el paso del tiempo ha adquirido experiencia y desde el principio supo que podía dedicarse a este trabajo noble.
“A través del tiempo, uno va agarrando experiencia por la práctica. Al principio no sabía nada, hasta que el mismo dueño me enseñó y me dijo, mira este trabajo es muy noble y muy limpio, puedes seguirlo”, recordó Salustio Trejo.
Por lo regular recurren a esta farmacia las personas que ya son clientes desde hace muchos años, aunque también acuden nuevas generaciones, es decir, jóvenes que saben que sus abuelos, tíos o papás iban a este lugar para curarse.
“La gente asiste cuando tienen una enfermedad que no es muy delicada. Son clientes de años. Cuando es una enfermedad muy delicada los mando con los doctores, pero aquí solo trato enfermedades ligeras, como resfriados, algún dolor de estómago, vitaminas y cosas así, es lo que atendemos”.
Don Chano mencionó que la aplicación de las inyecciones es lo que caracteriza al lugar, lo que se podría tomar como parte de la tradición.
Recordó que hace tiempo se elaboraban medicamentos en este lugar, por eso se consideraba botica, pero desde hace 10 años sólo distribuye medicamentos de patente, para cumplir con el reglamento que marca salubridad.
“Antes eran de las dos (botica y farmacia), se preparaba y se vendía el medicamento pero ahora ya no. Salubridad nos indica que una sola cosa: despachar. Preparar ya no, esa es la diferencia, antes se vendía y se preparaba medicina, pero ahora por los nuevos reglamentos ya no”, explicó.
La aplicación de inyecciones sigue siendo una tradición de la Farmacia de Dios y se atiende a la gente con forme va llegando. Unas personas sólo van a la aplicación de las inyecciones; mientras que otras van por el medicamento y la aplicación. Actualmente cuenta con servicio médico. Salustio explicó que éste se maneja por citas.
“Por inyectar se cobra quince pesos, más el costo de los medicamentos. En ocasiones los doctores recetan las ampolletas y sólo se la vienen a aplicar, de hecho, hay doctores que ya nos conocen y a sus pacientes les recomiendan aquí para que se las pongamos”, apuntó Chano y dijo que las personas que vivían en la zona se mudaron a otras colonias, pero regresan a la farmacia. A 35 años de su fundación, sigue teniendo los muebles originales y mantiene el perfil de sus primeros años de vida.