Catalina nació, se registró y creció en la ciudad de México pero sus raíces y familia están asentadas en Santiago Mexquititlán, comunidad del municipio de Amealco.
Su madre le enseñó a hablar hñahñu desde niña. “Siempre la madre es quien te transmite la lengua. Los hombres a veces por pena no se atreven a hablarlo en público porque piensan que eso no está bien, creen que eso no es importante, Hay hombres que hablan y que nunca te van a decir que sí lo hablan”, dijo.
Patricio Julio, los apellidos de Catalina, provienen de una tradición de su comunidad. “Patricio era el nombre de mi bisabuelo de parte de mi papá y Julio por parte de parte de mi mamá”.
Hace dos años concluyó la licenciatura en Lengua Indígena en la Universidad Pedagógica Nacional y regresó a Querétaro para buscar trabajo pero no encontró. Se fue a Morelia a trabajar como asesor pedagógico y después volvió a la ciudad de México para alfabetizar mujeres otomíes en la colonia Roma.
Hace poco Catalina regresó a Querétaro para participar en el Encuentro de escritores indígenas hñahñu, en donde compartió a los participantes del taller de creación literaria de Tolimán y Amealco, su experiencia y algunos secretos tecnológicos de cómo escribir la lengua en la computadora. El evento se organizó en el marco del onceavo Encuentro de Culturas Populares y Pueblos Indígenas en Querétaro.
Isaac Díaz Sánchez, de San Pablo Autopan, Toluca, Estado de México, también participó en este encuentro comentando las aportaciones que la cultura otomí ha hecho al mundo.
“Mucha gente del extranjero ha venido ha investigar sobre nuestra lengua, sobre medicina, astronomía y lo han llevado a Europa, a Estados Unidos. Lo escriben y hay muchos escritos. kernEs más, en la propia NASA hay conocimiento que sobre astronomía que ha nacido acá y ellos lo tienen allá, pero dicen que es descubrimiento de ellos”.
Resguardan conocimiento
Por medio del Centro Superior de Estudios de la Nación Otomí, Isaac Díaz y otro grupo de estudiosos sistematizan el conocimiento sobre filosofía, medicina, espiritualidad, tradiciones, derecho y lengua, para garantizar su preservación y evitar que estas investigaciones se sigan fugando al extranjero.
“Muchas universidades, por ejemplo, sobre la medicina —todas las medicinas parten de la herbolaria— han venido a comunidades indígenas y de pueblos otomíes se han llevado el conocimiento y entonces dicen: tal escuela descubrió que esta hierba cura para esto, y es un plagio. Han plagiado conocimiento de los pueblos, lo han llevado para allá pero nunca dicen que es de los pueblos y se adueñan de la sabiduría indígena”.
Evaristo Bernabé Chávez, asesor de los talleres de creación literaria que se imparten en los municipios de Tolimán y Amealco, es nativo otomí de la comunidad El Rincón, de San Idelfonso, en el municipio de Amealco.
En este lugar todavía hay personas monolingües, es decir que sólo hablan una lengua, el hñahñu. “Yo aprendí el español ya de grande, por la necesidad de ir a la escuela, de seguir preparándome y puesto que todo lo que se daba estaba en lengua española, no es hñahñu, tuve que aprender el español. Todavía estoy aprendiendo, no me considero que domino al 100 % el español, porque para mí es mi segunda lengua”.
Traducen La Biblia
En 1981 Evaristo comenzó a trabajar como alfabetizador en lengua indígena, pero no sabia escribir en hñahñu, así que ayudado de cursos impartidos por Ewald Kekking, profesor holandés dedicado al estudio del otomíì desde hace 30 años, aprendió.
A parte de capacitar a los maestros bilingües de Querétaro, Evaristo Bernabé Chávez es escritor de cuentos y leyendas y también es traductor.
Diez años se llevó Evaristo en traducir el Nuevo Testamento de la Biblia, el trabajo fue una petición hecha por el Instituto lingüístico de Verano y la obra se distribuye en Iglesias de Querétaro y norte del Estado de México.