Basta caminar por las calles de la Alameda Hidalgo o recorrer los andadores del Centro Histórico para encontrarse con los “pajaritos de la suerte”, esas aves de colores, generalmente canarios, que salen de su jaula y sacan una tarjetita con alguna frase o fortuna para el curioso.
Marco Antonio Velázquez Moctezuma, quien trabaja con estas aves desde que tenía 12 años, opina que los “pajaritos de la suerte” se han convertido en una tradición en el país.
“Antes de que naciéramos, esta tradición mexicana ya estaba en las ferias populares”, expresa este hombre originario de la ciudad de México.
Lo que hacen estas aves es salir de su jaula y elegir con su pico una cartita con un mensaje de salud, dinero o amor o una advertencia sobre el futuro de la persona que la paga.
Cada papelito tiene un costo de cinco pesos y son cinco los papelitos que el pajarito da al receptor del mensaje, por lo que al final el pajarero cobra 25 pesos.
Velázquez Moctezuma refirió que quienes se dedican a esto trabajan en toda la República.
“Desde hace más de 35 años que me dedico a esto. Mi abuelo y mi papá también trabajaban con estas aves”, narra.
Hace dos años que labora en Querétaro. “Es una zona turística y nosotros seguimos al turismo porque le gusta esta tradición. Y no es malo, ahí tenemos letreros que son muy claros”, comenta.
EL UNIVERSAL Querétaro preguntó a visitantes del Centro Histórico si consideraban que el “pajarito de la suerte” era algo real o era fraude.
Andrea Ayala piensa que no es una tradición, sino un fraude. “Quienes trabajan con ellos envuelven de tal forma que uno no se da cuenta de que está solicitando sus servicios. Al final solo dicen: ahora sólo hay que pagar por el trabajo y es tanto”, comentó.
“Es un juego”
Rafael Gutiérrez opinó que el “pajarito de la suerte” representa fraude y tradición. “Aunque no es un fraude en toda su extensión. Más bien es una actividad propia de una feria o fiesta patronal, que se ha convertido en una tradición”.
Expresó que no cree que sea certero: “Creo que las personas que han pagado por ese papelito deben acercarse a él como un juego, como algo que puede o no ser cierto y por eso no es propiamente un fraude”.
Marco Antonio comentó que en la ciudad de Querétaro sólo él y otra persona trabajan con pajaritos “de la suerte”. Indicó que en algunos lugares, como la ciudad de México, alrededor de 20 personas que se dedican a esto.
Además, comentó que es una tradición que se aprende con el tiempo: “yo lo aprendí de mi papá y mi papá aprendió de mi abuelo. De mi familia nadie lo trabaja más que yo. Antes de que yo naciera, mi abuelito ya se dedicaba a esto, no sé de dónde lo agarró”.
Largo adiestramiento
El entrenamiento de estas aves dura alrededor de tres o cuatro años. Sus dueños los cuidan y les dan lo que requieran de comer para que estén sanos y salgan a trabajar.
“Si los maltratas y los malpasas se mueren, por eso hay que darles su comidita (panque, manzana, leche, chile guajillo) y cuidarlos. Son quienes nos dan de comer no perjudicamos a nadie” mencionó Marco Antonio.
Karen Lara, una joven que se acercó al pajarito “de la suerte” de Marco Antonio, opinó que no es fraude, sino una tradición de las muchas que hay en nuestro país. “No es fraude porque uno lo permite; puede o no ser cierto también depende de la fe”, concluyó.