La esperanza para tener un país mejor tiene su precio. Varias horas bajo el inclemente rayo de sol, sed, hambre, espera, paciencia son algunas circunstancias que se atraviesan para presenciar la firma de un acuerdo, que se anuncia como histórico, con la intención de transformar a México.

La visita de Andrés Manuel López Obrador, presidente del Comité Ejecutivo Nacional de Morena, a Querétaro caló hondo entre los presentes con su mensaje de unidad. Unidad con la que, sin importar las preferencias y afiliaciones políticas, pretende generar, en palabras del político, “el cambio de fondo que necesita el país”.

El Jardín Guerrero del Centro Histórico queretano se convirtió, por algunas horas, en el epicentro de la resistencia, de la izquierda que muchos consideran que en Querétaro no existe, pero que sí levanta la voz a la hora de vitorear a López Obrador.

Sin embargo, la presencia del líder de Morena en la capital provocó que alrededor de 700 personas atendieran el llamado del partido, para constatar que la unión hace la fuerza, como lo ha marcado la historia de los mexicanos, aunque con la diferencia de que se profesa como un movimiento pacífico.

Preámbulo. Los simpatizantes del ex candidato presidencial en 2006 y 2012 arriban desde las nueve de la mañana. Banderas rojas sobresalían del lado izquierdo del templete, con las letras C-O-P en color amarillo.

Frente al escenario, la gente permanece sentada; más atrás, está otro grupo que con sus banderas se distingue: Central Campesina Cardenista.

Una camioneta blanca se estacionó en la esquina de Guerrero y Madero. Más de una decena de mujeres detienen el tráfico para besar y abrazar a quien desciende, el empresario Juan Carlos Briz, coordinador de Redes Ciudadanas del Comité Estatal del PRI.

No puede faltar Carlos Peñafiel, líder de Morena en el estado, ni el diputado local del PRD Carlos Lázaro Sánchez Tapia. Llegan también Diego Foyo, Juan José Jiménez y Jorge Lomelí, ex diputados de PRI y PAN.

El líder de Morena arriba a la plaza a las 11:05 de la mañana. Llega en su camioneta, pero descendió una cuadra antes del Jardín Guerrero para caminar entre la gente.

Las personas se amontonan. Cientos de celulares sobresalen. Todos piden fotos y quieren acercarse al político, entre gritos y aclamaciones.

“Es un honor luchar con Obrador” dicen unos, “Andrés, amigo, Querétaro está contigo”, dicen otros.

Tardó algunos minutos en llegar al escenario. Sonó el Himno Nacional, pero la maestra de ceremonia indicó que esa no era la canción en turno, pues el himno de Morena era el que debía sonar, y lo cambiaron. Antes de que tome su lugar en el templete, recuerdan los tres principios básicos de Morena: No mentir, no robar y no traicionar.

Andrés Manuel es ovacionado luego de informar sus próximos planes de terminar con la corrupción, con las pensiones para ex presidentes y terminar con su discurso “porque el sol está muy fuerte”. Al bajar del escenario, las personas se aglomeran alrededor de su persona. Unos piden la firma del libro que acaban de adquirir, otros quieren la foto del recuerdo.

López Obrador deslumbra tanto arriba como abajo del escenario. Su mensaje de esperanza y conciencia social llega a su destino, pues al término del evento algunos asistentes firman el acuerdo de unidad, incluso, algunos no dudan en afiliarse a Morena. Una esperanza por un país mejor que tiene un precio y en Querétaro, se constató, están dispuestos a pagarlo.

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