La efervescencia política volvió al abrirse el periodo de inscripciones para las candidaturas a diferentes puestos de elección popular.

En particular, lo que se vivió ayer, en el Instituto Electoral del Estado de Querétaro (IEEQ) podría considerarse como el arranque de lo que viene en unos días. La batalla con propuestas para convencer al ciudadano que acuda a las urnas el próximo 7 de junio y así poder contar con un buen gobernante.

Domingo de Ramos, domingo de la pasarela política. Principalmente de las dos fuerzas más importantes en el estado por número de militantes y adeptos. Comenzaba la mañana y en las inmediaciones del Instituto Electoral del Estado se preparaba su sala de Consejo para recibir temprano el registro de los dos aspirantes a gobernar el estado.

Primero lo hizo Francisco Domínguez, quien transportado en una suburban, ahora de un modelo no tan reciente, accedía a tomarse una selfie, ¿por qué no?, con sus simpatizantes bajándose de la camioneta, provocando que por algunos momentos los automovilistas se conformaran con observar dicha toma, aguardando para que el panista se volviera a subir a la unidad y seguir su camino.

Después, al más puro estilo panista, Pancho, hombro a hombro con Armando Rivera y otros personajes del grupo neo, se trasladaban por la calle de prolongación Pino Suárez, unas cuantas cuadras antes de llegar al edificio donde se analizan las democracias de los partidos. El contingente avanzaba, se ufanaba la unidad entre banderas del panismo y al son de los retoques de tambores de una batucada que flanqueaba la calle ocupada en ambos sentidos. Suponemos que con autorización previa de la autoridad para realizar tal acción.

Al llegar el que ahora es el candidato panista a la gubernatura, se hizo acompañar de sus hijos y su esposa Karina, lo recibió visiblemente nervioso el consejero presidente Gerardo Romero, quien intercambió miradas amables con varios panistas. Quizás, por lo que fue, que suponemos, ya no es.

Algunas palabras, vuelven los tambores, se entrega el acta y se dan los abrazos de los personajes que en la imaginaria pensábamos que nunca lo harían. Marcos le levanta el brazo a Pancho y termina el protocolo. Ahora, todos presumen la unidad. Ahí queda.

Mientras, el tiempo en el reloj sigue su curso, los minutos pasan y toda la manzana que abarca el Instituto ya está rodeada del ejército rojo.

De esquina a contra esquina, grupos de hasta 15 personas esperan en silencio pero miran fijamente y escuchan con atención, la voz al micrófono que desde adentro del inmueble, invita a la “familia panista” a desalojar lo más pronto posible el patio exterior. Ya en unos cuantos minutos más tocaría el turno al candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Roberto Loyola Vera, hacer valer lo propio.

La espera desespera, la tensión crece, las miradas se cruzan, algunos azules y rojos alcanzan a corresponderse tímidos saludos quizás por coincidencias estudiantiles.

La caravana azul no avanza al punto de encuentro de inicio. La marcha tarda en salir de la avenida de Las Torres. Solo tres metros de distancia entre azules y rojos. De pronto, el grito de la provocación, se desprende de un sector de los grupos blanquiazules y comienzan las arengas a favor del suyo y en contra del adversario.

Los rojos, prefieren no responder y avanzan hacia el acceso principal, mientas de manera sistemática, desde las otras esquinas se dejan venir grupos más nutridos de rojos. La máxima tensión se siente en el ambiente. No llega la sangre al río. Ambas fuerzas, van tomando distancias cuadra tras cuadra y el Instituto cambia en minutos su explanada de color.

Ahora, es el verde, blanco y rojo con integrantes del partido azul turquesa, el de los maestros, que se mezclan en un solo grito: ¡Roberto, Robertooo! Mientras que en el verde a la vista se observan solo dos: Ricardo Astudillo junto con el diputado Yairo Marina, quien por cierto se mostró muy saludador y de buen ánimo. Quienes también acompañaron la causa fueron Tania Ruiz y la siempre sonriente Mariana Ortiz Cabrera.

Pasaron 15 minutos desde que la militancia priísta tomó el Instituto Electoral, y desde el fondo del salón se oyen los aplausos y los gritos de apoyo. Estaba arribando Roberto con su esposa Lucy, a quien al paso le salían las manos con la señal de apoyo, al tiempo que entre la presentes se abría camino para llegar a la cabecera del salón, donde ya lo aguardaba un nervioso Gerardo Romero acompañado de Mauricio Ortiz Proal y de los líderes de los demás partidos en alianza.

En ambos registros, las nubes de reporteros, fotógrafos y camarógrafos buscaron siempre el mejor ángulo. En ambos eventos, fueron sus discursos quienes dejaron entrever la estrategia que viene. En ambos candidatos, se les notó el ánimo de enfrentar con propuesta y recorrido, las campañas de los próximos días.

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