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Orgullosas de servir a la patria

Arely y Teresa, integrantes de la Fuerza Aérea Mexicana, serán por un mes anfitrionas de la muestra en Querétaro “Fuerzas Armadas… Pasión por Servir a México”, lapso en el que no podrán convivir con sus seres queridos

La soldado Arely Rodríguez está adscrita al área de oficinas, pero sabe que debe estar atenta a sus superiores para cuando la requieran, como en esta ocasión que pasará un mes en territorio queretano por la muestra de las fuerzas armadas. (FOTOS: CÉSAR G)
01/02/2017 |00:51
Domingo Valdez
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Arely Viviana Rodríguez Martínez y Teresa Castro Pérez destacan en la formación de hombres. Están hasta el frente del grupo de efectivos de la Fuerza Aérea Mexicana y son las únicas mujeres del pelotón.

Afirman que se sienten orgullosas de portar el uniforme y servir a la patria aunque tengan que estar lejos de sus familias, como el caso de Arely, quien recientemente se convirtió en mamá.

Ambas coinciden en que pertenecer a las fuerzas armadas es un orgullo, pues cada vez que sienten el cariño y respeto de la gente experimentan satisfacción y la responsabilidad de cumplir con su deber.

“Es muy bonito. Eso es también lo que nos gusta de nuestro uniforme. El simple hecho de que la gente nos vea con cariño, que se quieran tomar una foto con nosotros, nos sentimos muy bien de portar el uniforme y servir a la gente”, sostiene Arely.

Mientras que Teresa añade que el orgullo y la recepción de la gente “vale la pena. Vale la pena estar fuera de casa por estas situaciones, por estos momentos. Aparte de la confianza que tiene en nosotros, en la institución”.

Sus figuras, menos altas que el resto de sus compañeros, destacan. Su rostro es serio, no sonríen, conservan las formas. Sin embargo, después de unos minutos, preguntan si en Querétaro es siempre así de frío.

En la zona del centro así es. Pero sólo es curiosidad, pues ambas mujeres aguantan con sus uniformes azules las bajas temperaturas.

Arely está adscrita al área de oficinas, mientras que Teresa a informática. La primera es soldado y la segunda cabo. Algo que las distingue es que a pesar de la rigurosa vida militar, no dejan a un lado su lado femenino, pues lucen maquilladas de manera impecable, aunque de manera discreta.

Explica que sus funciones dentro de la Fuerza Aérea es hacer los documentos para informar de las necesidades que tienen cada uno de los escuadrones. “Los escuadrones nos informan [de lo que necesitan] y nosotros a su vez informar a la superioridad de las necesidades de cualquier personal”.

Teresa dice que, como informática, su misión es arreglar y reparar todos los equipos de cómputo. Una las partes esenciales de su trabajo es la instalación del software de los simuladores, así como su protección con antivirus.

Son las únicas mujeres en el contingente que llega por la mañana al Centro de Congresos. Sin embargo, son tratadas como cualquier otros efectivos de las fuerzas armadas. No hay distinción, la disciplina es la misma.

Pasión por el uniforme. Arely indica que la razón por la que decidió abrazar la carrera de las armas es que desde niña le gustaba ver los uniformes, el respeto y el honor de la institución. “Entré a los 19 años y ya llevo ocho. Desde siempre me ha gustado”, apunta.

Mientras un tráiler con un helicóptero avanza en reversa para ser estacionado y su carga sea bajada, Teresa, quien lleva cinco años en las fuerzas armadas, apunta que desde pequeña le gustó la milicia, además de tener una fuerte influencia de su padre, quien también es militar.

Las dos jóvenes mujeres hablan pausadamente, con tranquilidad, mientras que la mayoría de sus compañeros observan a la distancia, hasta que les dicen que deben descargar un tráiler con los objetos personales de la tropa.

En la Fuerza Aérea “es mucho el respeto, tanto como somos subordinadas, como al mismo grado. También nos tratan con igualdad, con equidad, pero con mucho respeto siempre”, precisa Arely, mientras que Teresa agrega que ante todo, es el respeto que se guarda entre todos los elementos.

Ambas son del Estado de México y ambas están casadas con elementos de la Fuerza Aérea, por lo que comparten muchas cosas en común, entre ellas y con sus parejas.

“Mi esposo está también en Santa Lucía [la base aérea]. Es bueno [el matrimonio entre militares]. En mi caso, mi marido es de mayor grado que yo, pero ya en la casa es muy diferente. Sí nos llevamos bien. Luego me dice en la casa ‘hola mi soldado’, pero nos llevamos muy bien, siempre con respeto”, explica Arely.

Las risas de ambas estallan cuando bromean que en Santa Lucía sus esposos ordenan, pero en casa, ellas mandan, aunque sus parejas están en áreas diferentes, por lo que casi no se ven en el trabajo.

Arely explica que tiene un bebé de 10 meses de edad, al cual no verá durante el mes de la exposición “Fuerzas Armadas… Pasión por Servir a México”, en Querétaro, pues ese es el tiempo que estará fuera de casa.

“Se tiene que acoplar uno a esto. En mi caso tengo el apoyo de mi esposo, que se queda allá, de mi mamá y de mis cuñadas”, asevera, aunque su voz cambió cuando habla de su bebé.

En el caso de Teresa, su esposo también tiene un grado mayor que ella, pero a dos años de casados, aún no tienen hijos, por lo que en el mes de ausencia sólo extrañará a su cónyuge.

Señalan que quizá en este mes lejos de sus seres queridos, puede ser que sus esposos las visiten en la exposición, aunque dependerá del trabajo que tengan. Para ambas es la primera ocasión que participan en la exhibición de las fuerzas armadas.

Conocer el territorio. Ambas esperan visitar y conocer la ciudad de Querétaro en algún tiempo disponible.

Para Arely las fuerzas armadas, independientemente de cuáles sean, se apoyan de manera mutua, además de que existe mucho respeto entre el personal que las conforman.

“En nuestro caso hay mucho compañerismo. Así sale el trabajo, además de respetándonos entre instituciones, para sacar el trabajo que debemos hacer”, añade. En tanto, Teresa afirma que trabajando en conjunto, las fuerzas armadas logran sus objetivos, cualesquiera que sean, en un ambiente de sano compañerismo.

Ambas mujeres se retiran, se incorporan con su unidad, que ya descarga el camión. Ellas ayudan, bajan a la par de sus compañeros hombres las cosas del camión, que llevan a una carpa donde guardan todas sus pertenencias.

Sus compañeros hombres las ven, platican con ellas. Hay cierta familiaridad, se conocen de Santa Lucía, trabajan juntos, hombro con hombro.

Ambas serán anfitrionas de quienes visiten la exposición durante el mes que esté en Querétaro, mes que ellas estarán lejos de sus familias.