El estudio de la asexualidad en el Instituto de Neurobiología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Campus Juriquilla, ocupa a la doctora Wendy Portillo Martínez, quien junto con un grupo de investigadores analiza que esta conducta en roedores tiene que ver con mecanismos biológicos y bioquímicos.
En un laboratorio de ese instituto, la doctora investiga también porqué varias especies de mamíferos, a pesar de tener la oportunidad de copular, no despliegan la conducta sexual.
“Actualmente en nuestra especie, aunque siempre han existido personas que no tengan interés en el sexo, no estaba muy bien definida esta orientación. Recientemente se considera ya una orientación hacia la sexualidad, que son tanto hombres y mujeres que no tienen interés en las relaciones sexuales”, explica.
Indica que por lo regular las personas asexuales inician su vida sexual activa a edad más tardía, tienen menos parejas y la conducta sexual no les induce placer, buscando más conductas sociales, como el romanticismo.
Apunta que en su laboratorio, para investigar esta conducta en los animales, toman a un grupo de 400 ratas macho, a quien colocan en una jaula con una hembra receptiva, a la cual se le inyectan hormonas. Se logra la identificación de aquellos ejemplares asexuados cuando después de cuatro o cinco pruebas diferentes no muestran conducta sexual, abunda.
Comenta que a nivel del sistema nervioso central han encontrado desregulación de los receptores a las hormonas, que en esta conducta en los machos es la testosterona y el estradiol, además de la alteración y disminución de una enzima que biotransforma la testosterona en estradiol, fundamental para el comportamiento sexual, con ello hemos dilucidado las bases neurobiológicas de la sexualidad.
Asevera que este tipo de desorden bioquímico podría estar presente también en los seres humanos, que la asexualidad tenga una base biológica, puede ser que a nivel de bioreceptores alguna desregulación, pero, enfatiza, sin que ello signifique que todo en las personas todo lo biológico sea lo más importante, pues interfiere también lo social tiene peso.
La monogamia animal. Portillo Martínez destaca que desde hace dos años introdujeron al país, con fines de estudio, a una especie de topillo, únicos en el país y Latinoamérica, pariente del hamster, que es monógamo. Subraya que de los mamíferos sólo 5% de las especies se considera socialmente monógama y de estos la mayoría son primates o animales de otras familias que son muy difíciles de tener en laboratorios, como cisnes y pingüinos.
Señala que en otros estudios demuestran que la diferencia entre una especie monógama y una que no lo es, es el nivel de una neurohormona, la oxitocina y vasopresina.