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Todas las mañanas el olor a canela y arándano invade los pasillos de la Universidad Mondragón, en Querétaro. Tres estudiantes de gastronomía encienden los hornos y preparan decenas de roles de canela, donas, conchas y más variedades de pan dulce. Todo se vende, literalmente, como pan caliente, recién salido del horno.
Todo comenzó con la clase de panadería europea donde los jóvenes hicieron sus primeras prácticas y poco a poco los demás estudiantes, profesores y administrativos del plantel se convirtieron en clientes frecuentes.
El éxito en la venta de panes tomó por sorpresa a los alumnos universitarios, por eso acordaron abrir una panadería para aumentar su producción y conseguir clientes más allá de los muros de la universidad.
“El torno” es el nombre de la panadería tradicional europea que los tres emprendedores inaugurarán en el mes de septiembre. Esperan que una vez instalados en su negocio, las ventas y la producción se multipliquen, estarán instalados en Juriquilla, pero tienen serios planes de expandirse por la ciudad.
Será la primer panadería con una oferta rústica europea en Querétaro. Los jóvenes producirán pan con levaduras naturales y fermentación artesanal, que a diferencia de los procesos industriales, durante el horneado las burbujas en el pan se revientan y generan los llamados alveolos, que son pequeños agujeros que reflejan la esponjosidad del pan, este aspecto es muy apreciados en la panadería gourmet.
“Hemos vendido el pan a los propios estudiantes y administrativos de la escuela. Desde las primeras clases en las que comenzamos a hacer pan comenzamos a venderlo, la gente que estaba aquí nos compraba, pero también hay gente fuera de la universidad ya conoce nuestro pan y lo ubican.
“Lo más complicado como estudiantes ha sido mantener las clases y seguir en la cocina. Nuestra rutina usual es preparar la masa desde un día antes para el siguiente día sólo darle forma y meterla al horno. Se hacen filas afuera de la cocina, los estudiantes nos preguntan a qué hora sale el pan y siempre están puntuales aquí, esperando, les ha gustado mucho”, comparte Eduardo Pérez Horta, uno de los tres alumnos que serán dueños de su propia panadería.
Durante los últimos meses, los universitarios debidamente asesorados por sus maestros, han elaborado un proyecto para la apertura de su negocio, desde encontrar un lugar dónde instalarse, conseguir un préstamo para comprar la maquinaria y calcular la producción mínima requerida para que el negocio permanezca a flote.
Joshua Ordaz detalla que una vez que estén instalados en la nueva panadería, no se conformarán con vender el pan dulce que ahora ya saben hacer, sino que experimentarán nuevas técnicas para llegar a más clientes potenciales, por ejemplo personas de alimentacion vegana o diabéticas.
“En el futuro queremos también hacer nuestro propio molino, abarcar productos orgánicos, queremos utilizar mantequilla orgánica, huevo orgánico, muchos clientes son lacto veganos y también para ellos queremos hacer un tipo de pan. Además de preparar panes para personas diabéticas, podríamos trabajar con harinas de chía, de yuca, hay muchísimo qué hacer”.
Los universitarios han trabajado en eventos privados en donde invitados internacionales han quedado fascinados con las piezas de pan; también personas de la Ciudad de México, Michoacán o Yucatán han hecho pedidos de pan dulce para llevarlo a sus respectivas ciudades; por eso los jóvenes también piensan implementar un sistema de envíos a distintas partes del país, aunque reconocen que la idea todavía debe trabajarse, pues por ahora están concentrados en la apertura de su negocio.
Alejandro Mijares Valderrama es quien tiene más experiencia en atención a clientes, pues desde los 15 años ya trabaja en la cocina y realiza servicios gourmet para eventos sociales.
En su experiencia, la principal competencia de las pequeñas panaderías son las grandes cadenas de pan dulce y repostería, por lo que dice, la panadería que inauguren en septiembre próximo, debe caracterizarse por sus sabores naturales y la forma casi artesanal de preparar el pan, pues los universitarios no utilizan máquinas para preparar la masa o dar forma a los panes, todo lo hacen con sus manos.
“Siempre hay mucha competencia en este rubro de la cocina, porque siempre están las panaderías grandes, que son cadenas que ya no trabajan el pan artesanalmente, descuidan la calidad por enfocarse en la cantidad. Nuestra idea es que la calidad sea la mejor, nuestro valor agregado es que trabajamos con levaduras naturales, que todo sea natural, nada de esencias”, comenta Alejandro.
Los tres emprendedores coinciden en que su pasión por la cocina se basa en complacer al otro. “Es una sensación indescriptible saber que a la gente le gusta lo que preparas, esa es la principal motivación”, señalan.
A los nuevos emprendedores les recomiendan ser perseverantes, pues en todo negocio se tienen dificultades de logística o económicas, sin embargo, aseguran que si se dedican a hacer lo que más les gusta, el éxito siempre estará de su lado.