“Los viernes sube la venta, porque la gente decide comer pescado, pero entre semana baja, además de que muchos ya no respetan la vigilia de Cuaresma”, asegura María Teresa Miranda, quien junto con su familia vende pescados y mariscos en el mercado de La Cruz.
El movimiento es intenso. Los clientes vienen y van, preguntan precios de los diferentes pescados, piden un kilo, dos, tres, de éste, dos de este otro, llevan camarones, ocasionalmente pulpo. Ya pesado el producto se procede a limpiarlo de escamas, extraerles las vísceras y quitarle las branquias, las cuales se le muestran al público, para que puedan ver que el espécimen está fresco.
Entre el barullo del mercado y empujones, mientras almuerza María Teresa explica que “las ventas aumentan un poquito, pero sólo durante la temporada de Cuaresma. Es decir, se vende bien el viernes, pero en resto de la semana baja la venta, porque toda la gente decide comer pescado los viernes, y lo que vendemos el viernes es lo que no vendimos entre semana”.
Actualmente, comenta, hay mucha gente que ya no guarda los días de vigilia y come carne, lo que hace bajar las ventas, sin embargo, hay personas respetuosas de la tradición.
La competencia en el mercado es “salvaje”, pero amigable, pues el sol sale para todos, y todos los locales de pescados y mariscos lucen llenos de clientes que llevarán la comida especial para la Cuaresma, fecha importante para los comerciantes de pescados y mariscos.
María Teresa explica que lo más vendido en esta temporada es el filete de cazón y las mojarras, porque son las especies más económicas, pues la mojarra cuesta 66 pesos el kilo y la gente prefiere llevar esta especie en lugar de huachinango, que vale 140. El filete de cazón cuesta 150 pesos el kilo.
Agrega que el filete más caro es el de robalo, que cuesta 300 pesos, o de salmón, a 360 pesos el kilo.
Otros productos que se venden bien son los camarones, principalmente con cabeza, porque es el más económico, a 180 pesos el kilo, mientras que sin cabeza cuesta 240 el kilo, pero ya viene “limpio”, listo para cocinarse.
El pulpo, por su parte, cuesta 360 pesos el kilo, este producto aumentó de forma inexplicable, aunque sus ventas nunca han sido espectaculares. “Nosotros decimos que es por la gasolina, porque como ahora lo traen de más lejos, subió mucho de precio”.
Comenta que se surten de mercancía de varios lugares del país, desde Nayarit, hasta de Matamoros y Mazatlán, por ello es más caro traerlo fresco hasta el Bajío.
Lenguados, meros, mojarras, sierras, camarones, ostiones (que también se venden), huachinango, cazones, de todas las especies se pueden encontrar en los abarrotados puestos de pescados y mariscos.
En Cuaresma, asegura María Teresa, “se vende bien, porque se vende de todo, y ahorita se vende sólo cierta cosa, pero en tiempo normal todo se vende”.
Precisa que ella es consumidora del filete de lenguado, que es una especie poco común, o un filete de baqueta, o de pámpano, especie poco conocida, pero que se utiliza mucho en restaurantes, donde un platillo de este pescado puede costar más de 200 pesos, mientras que el kilo en el mercado vale 80 pesos, haciéndolo más accesible, y se puede hacer a la plancha, al mojo de ajo, entre otros.
Su familia, asevera, gusta de preparar ceviche, camarones en diferentes estilos, al mojo de ajo, a la diabla, aguachile, además de otros platillos.
María Teresa recuerda que lleva más de 27 años vendiendo pescados y mariscos en La Cruz, y en este tiempo ha visto variar las ventas de su producto, principalmente por la competencia de los supermercados.
“Antes no había tanto supermercado. Entraron y no había tanto problema, el problema vino cuando empezaron a comprar con tarjeta, entonces sí hubo, porque la gente iba allá porque aceptaban el plástico, entonces aquí nos tenemos que estar actualizando en el negocio, porque los centros comerciales dan más ventajas que uno”, precisa.
Sin embargo, puntualiza, las ventajas del mercado son muchas, pues la mercancía es fresca, sin congelar, además de que si el producto sale en mal estado, puede venir y regresarlo.