El obispo de la Diócesis de Querétaro, Faustino Armendáriz Jiménez, ofició la misa de Jueves Santo en el Centro de Readaptación Social (Cereso) de San José El Alto, a donde acudieron autoridades del estado y aproximadamente 300 internos.
En la iglesia que está al interior del Cereso, el obispo estuvo acompañado por el secretario de Gobierno, Jorge López Portillo, y el subsecretario de Gobierno, Alfonso Jiménez Campos.
Durante la homilía, el obispo queretano recordó que la escena que protagonizó Jesús durante la Última Cena, el lavatorio de pies, es un mensaje de humildad para invitar a todas las personas a servir al prójimo.
“Por eso un sacerdote no hace nada extraordinario cuando va a las periferias, cuando entrega su vida, cuando venimos, eso es lo que Jesús nos pide: atender a los otros lavándoles los pies, por eso esta acción es simbólica, es significativa, es una acción de servicio, lavarles los pies le correspondía a los sirvientes”, comentó.
Con sus palabras invitó a los presentes a ayudar y a hacer el bien a los demás, siendo ese el mensaje que debe ser un legado dentro de la iglesia, sus fieles y creyentes.
“Cuando alguien hace mal a otro eso no le agrada a Dios, eso no está en los planes de Dios, ni debería estar en los planes de un ser humano, no digo de un creyente, sino un hermano donde todos somos hijos de Dios, en contra de otro ser humano”.
Parte de este servicio que hacen los integrantes de la iglesia, dijo, es la misión, que en Querétaro es permanente y que busca “sembrar la semilla de la paz”, de prevenir para que los niños y jóvenes no lleguen en un futuro a pisar un sitio como el penal.
“Estamos en sintonía con miles, y podemos decir millones, de hombres y mujeres que tienen nuestra misma fe en Querétaro, estamos unidos a tantos hermanos que quieren hacer el bien (…) en el estado queremos impulsar más intensamente la misión permanente, sepan que andamos en los hogares, casa por casa, en misión permanente que nunca se va a acabar”.
“Ojalá esto sirva para que conozcan más a Dios y las familias y para que muchos jóvenes no lleguen a este lugar. Queremos prevenir, queremos hacer una tarea de sembradores, en donde la semilla del bien, la semilla de la paz, la semilla de la abundancia se vaya asentando en ese terreno tan difícil que nos encontramos”, expuso.
Previo a la homilía, el obispo emuló la acción de Jesús durante esa Última Cena que se cita en la biblia, en donde lavó los pies a cada uno de los 12 discípulos como un legado de servicio.
En este sentido, recalcó que todo aquel que tenga un liderazgo tiene la obligación de servir a la comunidad, a fin de atender las necesidades que les surgen a todos.
“Todo aquel que tiene el liderazgo y el poder tiene que estar al servicio, y sí lo decimos, pero ahora hay que hacerlo, por eso servidores de la comunidad, servidores de todos, servidores en donde nos ven todos”.
“Quienes ordinariamente estamos al frente es para atender aquellas necesidades (…) lo que quiere dar a entender Jesús es que tiene que ser un estilo de vida, no es una orden contundente”, comunicó el prelado.
Al concluir la misa, el obispo se dirigió a la plaza en donde los internos tienen la zona de convivencia familiar, en donde se realizó la escenificación de las Tres Caídas, que resulta una tradición en la fe católica.