El ex rector de la UNAM Juan Ramón de la Fuente afirma que el fenómeno de la corrupción es uno de los lastres que acompañarán al legado de la administración del presidente Enrique Peña Nieto.

En el sexenio que termina, detalla, la corrupción se expandió tanto que involucró a sectores que en otros años eran menos proclives a este flagelo, como el sector salud, en específico el Seguro Popular, del que ex gobernadores “se robaron el dinero” que era para comprar equipo médico.

Simplemente que el recurso no llegó, bueno, pues esta parte a mí me parece que te refiere muy bien hasta dónde llegó la corrupción, y sí, sin duda creo que será uno de los lastres que acompañarán al legado de este gobierno”.

En entrevista con EL UNIVERSAL, el recién designado por el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, como representante diplomático de México ante la ONU, agrega a esta problemática la falta de credibilidad por otros casos como el de la Casa Blanca y Ayotzinapa.

El ex secretario de Salud opina que es momento de legalizar las drogas en México y con la mayoría de Morena en el Congreso, esto podría darse en los primeros tres años de la 64 Legislatura, que inició el sábado.

De su misión diplomática —que iniciará una vez que López Obrador tome protesta y el Senado lo ratifique, el 1 de diciembre— desmenuza temas como la migración y cómo afecta a los niños; los derechos humanos —sin descalificar a las misiones que vienen a México a indagar algún caso—; la despenalización de las drogas y que la ONU acompañe procesos de licitación para garantizar transparencia.

Reflexiona que los partidos se mantendrán como mecanismo de elección y augura que PRI, PAN y PRD podrán reconstituirse luego de la elección, no en un plazo corto, siempre y cuando hagan un examen de conciencia, así como de autocrítica. Opina que se necesita una reforma y dar mejores condiciones a los aspirantes independientes para contender por la Presidencia y evitar que gente partidista use esa figura.

¿Cómo acude a esta cita con la historia?

—Llego, la verdad, entusiasmado. Veo este resultado electoral como una nueva oportunidad. Me parece que estamos ante lo que puede ser un cambio muy importante en el rumbo del país. Yo anticipo no solamente un gobierno mucho más austero, transparente y eficiente, sino también uno en el que se respeten las libertades, por supuesto la de expresión, las diferentes formas de ver y entender al país y al mundo, porque si algo ha quedado claro en la democracia mexicana es que no hay una forma exclusiva de interpretar lo que está pasando en nuestro país.

Hace unos días, Olga Sánchez Cordero, próxima secretaria de Gobernación, anunció que México propondría ante la ONU replantear el asunto de la despenalización de las drogas. ¿Usted será el encargado de llevar el replanteamiento? ¿Cómo ha trabajado en ese sentido?

—Es un tema que, como usted sabe, lo hemos tratado desde hace muchos años en la universidad y con otras instancias. Creo que lo que va a ser muy importante, primero que nada, es que nosotros definamos, como país, con toda claridad qué es lo que queremos hacer, antes de llevarlo a otras instancias. Tenemos que dejar en claro cuál es la nueva propuesta que queremos poner en marcha en México, porque cada droga es diferente. Entonces a mí me parece que si queremos abarcar todas las drogas va a ser muy complicado. Acabemos de avanzar, por ejemplo, con los temas pendientes de la marihuana, creo que antes de ir a un foro internacional sería muy bueno que el Congreso rescate, retome, revise algunas de las iniciativas que ya tiene en relación a la marihuana que se pueden actualizar.

¿A que atribuye esta victoria de López Obrador? ¿Al hartazgo de la gente del sistema de partidos políticos que ya habían gobernado?

—A principio de año, publiqué un librito, me publicó Grijalbo, se llama El Malestar Ciudadano y creo que ahí traté de explicar, desde mi perspectiva, no nada más de los hechos más relevantes, sino que le di un ingrediente sicosocial, metí factores sicológicos y emocionales en mi análisis para tratar de ver cuáles son las razones que subyacían a este malestar ciudadano. Y creo que en buena medida eso explicó el voto masivo a favor de López Obrador y en ese sentido, también para muchísima gente el voto resultó terapéutico, una suerte de catarsis colectiva, en la que, frente al hartazgo, la decepción, el coraje, la frustración, decidieron salir a votar por un cambio y quien representaba la mejor opción de cambio para la mayoría fue Andrés Manuel López Obrador.

¿Qué evaluación hace del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto?, que ya está próximo a terminar.

—Me cuesta trabajo hacer un balance general porque no lo tenía yo contemplado, necesito, digamos, para tratar de ser justo. Yo creo que sí deja muchos temas pendientes, pero, más allá de eso, creo que el gobierno, el presidente Peña, tiene una serie de circunstancias que le pesan mucho, casi desde el principio y de las cuales no logra recuperar credibilidad.

¿Cómo cuáles?

—Diría que el principal problema que tuvo que enfrentar ya el gobierno de Peña en el curso de los años es el de falta de credibilidad. La perdió en muchos aspectos, pues él mismo lo ha reconocido. Creo que el tema, por ejemplo, de la Casa Blanca le pesó mucho. Creo que Ayotzinapa le pesó mucho. Cito estos dos, no son lo únicos, pero reflejan un poco lo que estoy tratando de decir, que pegan en la credibilidad personal, como es el caso de la Casa Blanca, y te pegan en tu capacidad para enfrentar, como Estado, un crimen que es a todas luces inadmisible y al cual a lo mejor tú no fuiste el responsable directo, pero te conviertes en responsable al no haberlo afrontado satisfactoriamente.

bft

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