El 27 de junio de 2015 se detuvo el tren en Santa María Magdalena. Se trataba de un intento de robo, por lo que los guardias contratados por la empresa Ferromex para proteger la carga que transportaba abrieron fuego contra la gente que pasaba por el lugar, hiriendo a 11 personas, tres de ellos menores de edad. Una mujer herida en aquella ocasión falleció el pasado sábado y sus deudos exigen se repare el daño.
Arturo de León López recuerda que ese día, a las 18:00 horas recibió una llamada de sus familiares, que le notifican que su esposa, María Guadalupe Torres, había recibido un disparo de arma de fuego en la cabeza. Al preguntar la razón de la agresión, le dijeron que fue durante un robo al tren y que los guardias disparaban a la población.
“Le dieron a mi esposa en la cabeza, del lado derecho hacia el lado izquierdo. Traía cargando a mi hija. Quizá también le hubieran dado a mi hija, que en esa fecha tenía un año y medio. La llevaron de urgencia al hospital en un taxi. En el hospital le quitaron parte del cráneo para intentar salvarle la vida. La libró, pero quedando la mitad de su cuerpo paralizada y sin habla. Pero sobrevivió”, narra.
Dice que tras medio año hospitalizada mostraba mejoría, por lo que el doctor le decía que era conveniente ponerle una malla en la cabeza, para proteger su cerebro, pero el material es caro, pues cuesta hasta 200 mil pesos, y no tenían los recursos para adquirirlo. “Desde el momento en que mi esposa fue herida de bala, decidí que no se quedara impune esto. Jamás he pedido un peso. Todo el tiempo he pedido justicia. Esto no puede quedar impune”, subraya.
Agrega que la Procuraduría estatal (ahora Fiscalía) los ha apoyado, pero la empresa ferroviaria sólo les ha dicho que los apoyan pero no aceptan su responsabilidad en los hechos.
Arturo agrega que la situación en Santa María Magdalena sigue igual que siempre, pues la inseguridad y los robos no disminuyen. “Todavía hay tiroteos, saqueos, todo. El día que falleció mi esposa, el sábado, por la noche la estábamos velando y por ahí tenían un relajo similar. Esto le puede pasar a más gente, esto sigue”, enfatiza.
Iba por un refresco a la tienda. Sonia León Pérez pide justicia para su hijo, pues estuvo hospitalizado durante dos meses en el Hospital del Niño y la Mujer. “Me cobraban 50 mil pesos cuando él salió del hospital. Yo casi llorando les pedí ayuda a los de las oficinas, a la trabajadora social, para que no cobraran todo eso. Mi hicieron una baja”, recuerda.
El doctor que atendió a su vástago le dijo que no quedaría del todo bien, pues la bala le quedó alojada en el cráneo. Ella preguntó si sería cuestión operarlo, pero le respondió que no porque sería peligroso, por lo que decidieron que viviera con el proyectil en la cabeza, aunque le causa convulsiones.
El menor herido, quien acaba de cumplir 16 años, narra su madre, “iba a la tienda. Iba a esas horas. Les iba a dar de comer. Ya cuando salí estaba tirado, enfrente de la puerta de la tienda, ya desangrado. No podía salir, los disparos venían de la vía. Después una persona me dijo que no saliera porque a lo mejor me tocaba un tiro.
“Yo loca, llorando por él que ya estaba tirado. Con el alma y la vida me fui corriendo agachada, para que no me tocara un balazo también, para llevarlo a otro lado. Lo alzamos, lo llevé para otro lado, donde no le dieran los balazos. Estaba decidida a ir a parar a esos señores (los guardias) eran cinco, vestidos de azul, pero una persona me detuvo, pero quería ir para que los agarraran”.
La mujer afirma que es pobre y quiere que alguien la ayude. Rompe en llanto y dice que no quiere que a su hijo le pase lo mismo que a la esposa de Arturo. Agrega que no tiene para llevarlo a un nosocomio particular, además de que tiene gastos en la educación de sus otros tres hijos.
Venía del futbol. José Torres Sánchez fue herido el 30 de octubre de 2015, por quienes identifica como guardias de Ferromex. Dice que ese día venía de jugar futbol a media tarde, como las 15:00 horas.
Vio que unos vigilantes de la empresa estaban parados bajo un árbol. Decidió cortar camino por un terreno, pero le salieron de frente, por lo que tuvo que descender de su bicicleta.
“Traía en la mochila balones y uniformes. Me preguntaron qué traía y uno abrió mi mochila… uno me agarró a patadas y el otro me iba a dar un cachazo, pero me eche para atrás y corrí. Había dos jóvenes sentados cerca de las vías y uno les gritó que me dejaran. Pero el que traía la pistola me disparó en el pecho”, narra.
Por la agresión tuvo que ser operado, pues se le formó un coágulo en un pulmón, además de que no puede trabajar al no estar totalmente repuesto.
El abogado de los afectados, Rogelio Estrada Pacheco, dice que las investigaciones siguen y se tendrá que ejercitar acción penal contra los guardias (pues la investigación inició con el viejo sistema penal). Y la Comisión Nacional de Derechos Humanos, ante la que se presentó una queja, determinará si alguna autoridad es responsable.