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FOXBOROUGH.— Miguel Herrera no tuvo más que solicitar paciencia a sus futbolistas. Era lo único que quedaba. La daga enterrada por Bruno Alves era tan dolorosa como efectiva.
Nueva derrota de la Selección Mexicana (0-1) ante un adversario que aspira a ser la sorpresa en Brasil 2014. El Piojo y su grupo viajarán al gigante sudamericano con la amargura que provocan dos caídas seguidas, aunque lo más preocupante son los 194 minutos sin anotar.
Hasta Héctor Herrera, ese chico de voz tenue y pausada, lastimó su garganta cuando el arquero Eduardo le hurtó el gol por segunda ocasión. El lamento del volante que juega en el Porto se unió al de sus compañeros y director técnico. El esfuerzo sirvió de poco, Portugal les superó cerca del ocaso.
Eso explicó la frustración irradiada por los integrantes de la Selección Mexicana. La mejoría en el segundo tiempo les alcanzó para alimentar la ilusión de una victoria que habría ayudado en lo anímico. Simple espejismo. El problema está adelante.
Les cuesta mucho plantarse ante el arco rival… Y cuando lo hacen, le pegan mal al esférico, le cae al hombre equivocado o el guardameta muta en figura.
Anoche fue el lusitano, quien desesperó hasta al timonel mexicano. Preparó su garganta cuando aquel balón llegó a su tocayo de apellido. No le quedó de otra más que tragar saliva, resistir. Le pasó lo mismo cuando Alan Pulido fue impulsado por la multitud, tras el preciso servicio de Javier Hernández. El chico gozó de la opción más clara. Al fallarla, sólo apretó la mandíbula.
Como lo hicieron José de Jesús Corona y Guillermo Ochoa cuando el otro estuvo sobre el lienzo verde. Cuestión de enfoques, mientras el Tricolor padece anemia ofensiva, su portería luce bien cubierta, sin importar quién la custodie.
El ex hombre del Ajaccio y el América pareció tomar ventaja con la espectacular atajada en el zapatazo de Fabio Coentrao, mas el cruzazulino transmitió seguridad durante la primera mitad. Poco podía hacer en la anotación del defensa central europeo (92’).
Impotencia también experimentada por Giovani dos Santos. El Piojo decidió sacarlo justo cuando lucía mejor. El pequeño hechicero de ébano fue otro durante los 13 minutos que jugó en el complemento. Desquició a los zagueros portugueses, mostró su potencia y creatividad, además de solicitar mayor entrega a sus compañeros. Lamentablemente, todavía no está en plenitud física.
Para entonces, los verdes ya gobernaban sobre el lienzo verde del estadio Gillette. El dominio europeo era simple anécdota, aunque bastó para comprobar que Rafael Márquez es el genuino líder de una retaguardia que todavía refleja descoordinación.
Líbero, marcador, segundo volante de contención y plataforma de lanzamiento. El Káiser de Michoacán lo es todo en una zona donde Héctor Moreno y Francisco Javier Rodríguez no terminan de mostrarse seguro.
Es por eso que el capitán les pegó varios gritos, sobre cuando ese gigante llamado Éder amagó con horadar la meta tricolor. Tuvo una más o menos importante. No fue tan clara gracias a la barrida de ese todo terreno que jugará su cuarta Copa del Mundo.
Recursos que no se necesitaron durante buena parte de los segundos 45 minutos; sin embargo, Alves apareció sin marca cuando la igualada era inminente. El representativo dirigido por Herrera tuvo el mando durante el complemento, aunque no la capacidad para aniquilar.
Aún sin Cristiano Ronaldo, Portugal obtuvo un agónico triunfo. El Tricolor sigue sin derrotarlo (un empate y dos derrotas). Es lo de menos. El problema está adelante y así se viaja hoy al país sede del Mundial.