Vivir abiertamente como una familia que no pertenece a la heteronormativa es continuamente un reto social para la obispo Carmen Margarita Sánchez de León, miembro de la Fraternidad Universal de Iglesias de la Comunidad Metropolitana, quien forma una familia junto con su esposa Frida Kruijt y sus dos hijos mellizos Oshadi y Siboney.
Originaria de Puerto Rico, lleva más de veinte años como miembro de esta comunidad, en donde actualmente es miembro del Comité de Obispos y Obispas de la comunidad. En los últimos ocho años, ha residido en países como Portugal e Inglaterra; fue hasta el 1 de julio de 2015, cuando decide mudarse a la Ciudad de México con su familia.
Oshadi y Siboney son un caso curioso, al formar parte de los primeros nacimientos de fertilización asistida que lograron obtener el certificado de doble maternidad, gracias a una legislación aplicada en 2008 en Inglaterra y en el país de Gales.
Con una sonrisa en los labios, Margarita explica que la conformación de su familia comenzó cuando se encontraba al mando de la dirección de Amnistía Internacional en Puerto Rico, en donde conoció a Frida, una mujer holandesa con quien decidió unirse en matrimonio en 2008.
Más tarde, tomaron la decisión de mudarse a Londres y continuar ahí la lucha por los derechos de la comunidad LGTB.
Sin embargo, para la obispo Sánchez de León, de raíces afroamericanas, el camino por la lucha de los derechos humanos y la inclusión de las personas con una sexualidad distinta a la establecida no ha sido del todo fácil.
“Siendo yo misma una mujer lesbiana, me doy cuenta que era necesario, desde la Iglesia, salir del armario y comenzar a hablar del problema que las iglesias estábamos ocasionando a estos grupos. Nuestros discursos estaban ocasionando gente que se suicidaba, gente que se sentía menos y también persecución contra la misma comunidad”, dice.
Con 60 años de edad, Margarita se reconoce como integrante de una familia feliz, en donde no todo ha sido fácil, pero continúan en un proceso de aprendizaje.
“Oshadi y Siboney son niños felices y les va padrísimo, como dicen ellos, aquí. Sabemos que vivir abiertamente como una familia, voy a decir, que no pertenece a la heteronormativa, es constantemente un reto social, pero yo creo que vamos aprendiendo mutuamente […] es un proceso de aprendizaje para mí y para con quienes convivimos y estamos abiertos y abiertas”, indica.
Margarita busca continuar en México y seguir la labor de la congregación como obispo, cuyo trabajo es incrementar la relación con las iglesias de América Latina.