De acuerdo con el espíritu subliminal del artículo 41 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, los partidos tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de los órganos de representación política y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo, así como las reglas para garantizar la paridad entre los géneros, en candidaturas a legisladores federales y locales.

¿Promueven los partidos políticos la participación de pueblo en la vida democrática? Muy escasamente a pesar del gran número de partidos que existen registrados en el INE e IEEQ. De acuerdo con los resultados de las últimas elecciones, entre todos los partidos políticos apenas si alcanzan la mitad de participación de aquellos que conforman la lista nominal de electores, lo que significa un claro y abierto rechazo, además de desconfianza, de la mayoría de la ciudadanía hacia los partidos políticos y sus candidatos. Hoy quienes nos gobiernan —en los tres niveles de gobierno— apenas y alcanzan 25% del total de los votos, lo cual significa que el otro 75% no sufragó en favor de quienes son autoridades.

También dice el precepto constitucional que los partidos políticos nacionales tendrán derecho a participar en las elecciones de las entidades y municipales. Y que, el partido político nacional que no obtenga, al menos, 3% del total de la votación válida emitida en cualquiera de las elecciones que se celebren para la renovación del Poder Ejecutivo o de las Cámaras del Congreso de la Unión, le será cancelado el registro. La misma regla opera en la normatividad local. La oportunidad “democrática” —numérica— para subsistir es por demás accesible, sin embargo cada proceso electoral algún partido político pierde su registro, por lo tanto deja de acceder a millones de pesos del presupuesto público.

Y de acuerdo al artículo 51 de la nueva Ley Nacional de Partidos políticos, los partidos políticos, en conjunto, reciben 65% del salario mínimo —unidad de medida y actualización— multiplicada por el total del padrón electoral, que asciende a más de 80 millones de personas. Esta suma multimillonaria se reparte entre los partidos políticos. Y a nivel local la regla de repartición es la misma, entendemos pues que se trata de un excelente “negocio democrático”, de ahí el interés de muchos en integrar un partido político, es un buen negocio. Vaya que es lucrativo para los dueños de los partidos políticos. Para este año recibirán 3 mil, 810 millones, 786 mil, 94 pesos, con 28 centavos, por parte del INE; y el IEEQ, les estará otorgando 162 millones, 556 mil, 67 pesos ¿Quién puede negar que no es negocio la democracia?

Y para la constitución de un partido político, el artículo 10 de la citada ley, sólo pide que no sea inferior el número de militantes al 0.26% del padrón electoral, para quienes quieran ser dueños de una franquicia; raquítico requisito que abre las puertas al abuso y “libertinaje democrático”, sólo para acceder a los recursos públicos, ya de paso a los cargos de elección popular; ese es otro negocio: los cargos de elección popular.

Por eso es verdaderamente abusivo el hecho de que en Querétaro, algunos interesados en pretender “fortalecer la democracia queretana”, quiera constituir más partidos, cuando se sabe que las ideologías políticas están agotadas, el pragmatismo es la mejor ideología de todas las ideologías; y la mayoría de las ciudadanas y ciudadanos no quieren más partidos políticos, por eso no votan por ellos ni sus candidatos.

Para alcanzar el objetivo de los dineros y no perder los registros, los partidos políticos se alían con quien les place, a pesar de ser distintos sus puntos programáticos o sus “ideologías”.

En conclusión, resulta una burla para nuestra incipiente democracia que se pretendan constituir más partidos políticos. Un claro ejemplo de la aberración legal, dadas las facilidades para constituir uno, fue lo sucedido en la última elección en nuestro estado; solo sobrevivieron cinco partidos de diez que participaron; y durante el proceso electoral a los diez se les dio dinero público; otro tanto sucedió a nivel nacional. Es clara e indubitable la voluntad de las y los electores: el rechazo a más partidos políticos. No más funcionarios de partido que quieran vivir del erario público. No más partidos políticos.

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