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Si todos los días tuviera la oportunidad de diseñar, Gisela Roca se dedicaría a ello y, sostiene, sería la persona más feliz. Toda su vida ha estado ocupada haciendo algo, menciona. Cuando cursaba la secundaria, por ejemplo, hacía pays, que posteriormente vendía en la escuela.
Cuando sus hijas eran chicas diseñó accesorios para bebé; cuando se usó la madera country, vendió madera country; cuando se usaron los arreglos de naturaleza muerta, hizo arreglos de naturaleza muerta, y algo que siempre le gustó y nunca ha dejado de hacer es pintar.
A Gisela le quita el sueño crear, porque es algo que le apasiona. En 2012, estando en Alemania, incursionó en el diseño de joyería, algo que le ha dejado diversas satisfacciones y que atrae a un número cada vez mayor de seguidores.
¿Cómo dio con eso? Durante una estadía de varios años en la República Federal de Alemania, Gisela se interesó en aprender nuevas técnicas de pintura y, buscando información en la web, se encontró el caso de unas italianas que hacían joyería con chaquiras.
Ella tenía fácil acceso a este tipo de material, por lo que, interesada en ese tipo de creaciones, decidió hacer una primera prueba con chaquira y lentejuela.
“Nunca me fijé que son unas chaquiras japonesas especiales, calibradas perfectamente, y eso hace que te dé el resultado de lo que ahora hago. Lo que hice esa primera vez me frustró, pero seguí aprendiendo. Empecé a practicar y aprendí la técnica por mí misma”, comenta en entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro.
Roca ha ido perfeccionando su técnica poco a poco, primero en Alemania y luego en México. Entre los materiales que utiliza en sus diseños se encuentran pedrería, cristales, herrajes, piel, hilazas, arcilla polimerica, resina y diversas telas de algodón.
El 90% de sus creaciones son únicas y, en contadas ocasiones, a solicitud de algún cliente, Gisela repite alguna pieza.
“No las vuelvo a hacer porque, primero, no me gusta repetir piezas y, segundo, porque son cosas que me vienen a la cabeza en el momento y que si después veo una foto ni yo misma sé cómo lo hice”, refiere.
Actualmente, comenta que ocupa en Artesana, un espacio dedicado a la promoción del talento mexicano.
Artesana se convirtió en una ventana de exhibición para la diseñadora, pues es este el único punto de venta en el que promociona las piezas que elabora.
También difunde su trabajo a través de su página de Facebook y, con la recomendación de sus clientes, ha ido posicionándose en el mercado. Una de sus mayores satisfacciones es ver que a la gente le gusta lo que hace.
“Lo consideran algo súper original y saben que es una pieza que no van a encontrar en ningún otro lado, al menos que alguien lo copie, pero como dicen: se pueden copiar las ideas, pero nunca el talento y para todos sale el sol. Se pueden hacer mil cosas”, refiere.
De nacionalidad mexicana y alemana, Gisela habla español, alemán e italiano. Comparte que en un inicio no vio un negocio como tal en la joyería, pues estando en Alemania no pudo colocar una cantidad importante de piezas.
“Allá las personas no son tan consumistas como nosotros; lo que hacía yo es que trabajaba y ponía mis fotos en mi página de Facebook. Llegué a mandar algunas cosas a Italia y me traía las cosas cuando venía de vacaciones a México. Las vendía entre amigas”, dice.
“Lo veía como negocio cuando venía de vacaciones a México, pero no como un negocio en sí. Lo tomé más en serio cuando decido regresarme, que en noviembre hizo tres años de eso. No tenía yo trabajo y un año me mantuve de eso. No fue fácil, porque empezaba yo a vender, pero en las ventas hoy vendes y te va muy bien, pero pueden pasar dos semanas y no vendes nada”, añade la mujer.
La página de Facebook le dio la oportunidad de acercarse a nuevas clientas y, de forma paralela, se le presentó la posibilidad de exhibir sus diseños en Artesana. Así fue como empezó a conocerse más públicamente.
De hecho, 50% de sus pedidos llegan a través de esta red social y el otro 50% por recomendación o a través de Artesana, por lo que se quiere enfocar a promocionar más su Facebook.
El proceso de creación
El tiempo que Gisela tarda en crear una pieza depende de las características de la misma. En el caso de unos aretes o una pulsera el proceso podría ir de tres a cuatro horas, pero tratándose de piezas más elaboradas, el tiempo se extiende por días.
“Hay piezas que no son muy laboriosas, pero como se cose piedrita por piedrita, si se me rompe una tengo que desbaratar todo. Todo está cosido a mano. A lo mejor una pulsera o unos aretes me pueden tomar cuatro horas, pero tengo que estar dedicada a eso exclusivamente”, menciona la mujer.
En su estudio, que se ubica en su domicilio particular, pasa las horas que tiene libres armando las ideas que se le vienen a la cabeza.
“Sobre todo, ahora trabajo en eso los fines de semana, porque entre semana no me alcanza el tiempo, pero cuando lo hago me siento a las 9 de la mañana y me levanto a las 11 o 12 de la noche. Es como si yo tuviera un jefe atrás de mí, que soy yo misma. Me gusta mucho lo que hago. Yo, si pudiera todos los días dedicarme a eso, todo el día sería la persona más feliz”, comparte Gisela.
Hay muchas cosas en las cuales trabaja actualmente. Adelanta que está por sacar una nueva línea de productos elaborados con una seda hindú teñida a mano, además que tiene la idea de hacer piezas grabadas con nombres y frases. Trabaja también en una línea especial para niños, a la cual integrará cuadros pintados por ella misma y accesorios para bebés.
Antes de poner sus productos en Artesana, buscó ponernos en tiendas de joyería y regalos, pero se lo manejaban a consignación, algo que no le termina de convencer, pues “cuando tú dejas algo a consignación no sabes qué tanta promoción le puedan hacer a tu producto”.
Recientemente, la contactó una persona que próximamente abrirá una tienda y está interesada en colaborar con ella. En este sentido, Gisela confía en que se pueda concretar una primera colaboración.
No obstante, su sueño es tener un negocio propio, en el que pueda exhibir todas sus creaciones, tanto de joyería como sus pinturas y los demás accesorios que elabora.
“Lo tuve hace muchos años. Cuando se usó la madera country use un pequeño local en Centro Sur y me fue muy bien. Ahora mi sueño y mi idea es tener un local pequeño, donde lo que se venda sean única y exclusivamente cosas hechas por mí, y atenderlo yo, porque para mí es súper importante el servicio que le das al cliente. Ese es mi sueño”, sostiene.
Joyería, pintura y regalos, todo hecho por ella, pues además de la joyería sigue con el arte, incluso, algunos de sus cuadros han llegado a Suiza, Croacia y España.
Valoración
Diseñadores como Gisela ven con buenos ojos que haya una mayor apertura a la hora de consumir productos artesanales, sobre todo si son de origen mexicano. En algún momento ella evaluó ingresar sus artículos a bazares, aunque refiere que, generalmente, en estos espacios no hay mucho flujo de venta, en comparación con lo que se cobra por exhibir.
“Es un poquito difícil abrirse paso, pero poniéndole ganas creo que sí hay espacio para nosotros, más ahora, porque están muy enfocados en lo nacional, en la artesanía y demás.”
Hay una frase que Gisela tiene muy presente: el que trabaja con las manos es obrero; el que trabaja con la cabeza y con las manos es artesano, y quien trabaja con las manos, la cabeza y el corazón es artista. Si es así, ella se considera artista, pues al estar haciendo las cosas las siente y eso quiere decir mucho.