En las afueras de Ajuchitlán, municipio de Colón, un sol intenso baña las tierras que alguna vez fueron sembradíos ejidales. Hoy abundan los rótulos que promueven la venta de lotes “para uso industrial y comercial”.
“Barato, con escrituras”, se lee frente a una planicie de ocho hectáreas que cuesta 18 millones de pesos, según informa un agente de bienes raíces de la capital queretana.
“Su precio está por abajo del mercado”, dice telefónicamente el vendedor del predio, aduciendo que a lo largo del corredor fabril situado entre el Aeropuerto Internacional de Querétaro (AIQ) y el conjunto industrial Agropark, la propiedad “sube como cohete”.
Al abundar sobre las potenciales ventajas de su oferta, el hombre confiesa que el lote millonario fue adquirido por sus actuales dueños, 15 años atrás, en “300 mil pesos y dos animalitos”.
Industrias a 70%, vivienda “cero”
La pérdida de áreas verdes en Colón podría ser de 70%, indica un estudio de la Secretaría de Desarrollo Sustentable de Querétaro (Sedesu), el cual evalúa la erosión de la tierra causada por los cambios de uso de suelo sufridos dentro de las 55 hectáreas que conforman su histórica región agrícola, con 40 grandes ejidos.
“(El) proceso de transformación se acompaña de una mayor demanda de recursos, como agua, suelo y energía; problemas ambientales, entre los que destacan pérdida de biodiversidad, erosión, fragmentación del paisaje, contaminación del suelo, aire y agua; dispersión de zonas urbanas y la inminente especulación sobre el uso y valor del suelo”, resume el plan de ordenamiento ecológico de la Sedesu.
Como otra debilidad de Colón para hacer frente al auge industrial, instancias de vivienda han advertido que este municipio, junto con la Zona Metropolitana de Querétaro, enfrenta una tasa “cero” en su oferta de casas para trabajadores (con precio inferior a 400 mil pesos). Inclusive, no hay ninguna por menos de un millón de pesos.
Vendieron… para seguir en pobreza
Al margen de los vaivenes de un mercado que cotiza el metro de esta tierra en “84 dólares”, en los viejos pueblos como Ajuchitlán, Urecho, El Gallo, Viborillas, Tierra Dura y Los Benitos, entre otros, residen algunas de las familias que fueron tenedoras de parcelas, pero que en distintas épocas vendieron; ello para enfrentar carencias que al final de cuentas siguen padeciendo.
En Urecho, donde los servicios como agua, drenaje, electricidad y pavimentación son mínimos; el campesino Efrén Gómez hila recuerdos de tres décadas, de cuando un delegado agrario lo hizo malbaratar las tierras que tenía en el ejido La Esperanza, uno de los más grandes de Colón.
“Los muchachos no quisieron trabajar, hicieron su vida de otro modo. Tuvimos que parar la siembra, unos meses. Nos salió el delegado que teníamos que firmarle los papeles o nos iban a quitarla toda, sin darnos nada”.
Con 78 años, Efrén cuenta detalles del despojo que sufrió: “Me dijo el delegado: si no sabes firmar, embarra tinta y pega el dedo en los papeles; agarra los centavos o allá le van a pegar otro dedo y nadie va a saber si es el bueno".
“Le dijimos: haz lo que quieras, no supimos pelear y se perdió esa tierra. Nos dieron 2 mil pesos”, dice.
Apenas en mayo de 2015, La Esperanza, con una superficie de 208 mil hectáreas, dio por concluido un largo litigio entre inversionistas y comuneros, obteniendo del cabildo municipal el permiso para cambiar su uso de suelo, pasando de ser “de protección agrícola” a “industrial y de servicios”.
Carencias municipales
El daño al territorio natural de Colón va de la mano con el auge que han tenido las grandes inversiones, como el Corredor Aeroespacial del AIQ, los invernaderos de alta tecnología, la Universidad de Arkansas o el Centro de Manejo Integral de Residuos Sólidos.
Si bien los citados proyectos significan para el gobierno del estado la “primera etapa de un esquema estratégico que plantea duplicar la inversión y el empleo para los próximos veinte años”, la Sedesu describe en su plan ecológico las problemáticas y falta de servicios:
1) La especulación por el uso del suelo genera un incremento del abandono de las parcelas agrícolas, disminuyendo la productividad del municipio, aumentando el desempleo.
2) La presión y demanda por servicios e infraestructura como drenajes, tratamiento de aguas residuales, pavimentación de vías públicas, servicio de transporte y recolección de residuos, se intensifica en esta zona, sobrepasando las capacidades del municipio.
3) En cuanto a disponibilidad de agua subterránea, la cuenca del Chichimequillas está en veda desde 1949 y presenta un déficit de menos 23.8 millones de metros cúbicos.
Vivienda, sólo residencial
El alcalde de Colón, Alejandro Ochoa Valencia, dice que su administración ha trabajado con inversionistas para impulsar seis proyectos habitacionales: Residencial El Roble, Real de Galeras, Real Aeropuerto, Century 21 y La Esperanza. Sin embargo, acepta que ninguno se orienta a la vivienda popular.
Ochoa coincide en que el gran problema radica en el precio de la tierra. “Ha subido mucho y eso desalienta a inversionistas para hacer vivienda económica. Hemos trabajado en conjunto con el IMSS y el ISSSTE, pero por el momento no hemos encontrado un esquema que favorezca el plan”.
En respuesta a una solicitud de EL UNIVERSAL Querétaro, el Infonavit descartó que en lo que resta de la administración se tenga contemplado algún proyecto dentro del ayuntamiento. “De Colón no tenemos ni mapeos”, dijo un funcionario.