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La hermana de Adela perdió todo. Viuda desde hace un año, la mujer renta inflables para mantener a su familia, pero el aumento del agua en el arroyo en la comunidad de La Monja arrastró su material de trabajo y su vehículo. “Ahorita no está, se fue a buscar su coche y sus cosas, las que arrastró el agua”, precisa Adela.
En la comunidad de La Cañada, Josefina limpia su casa. No quiere hablar, simplemente llora porque perdió todo lo que tenía en su vivienda. El agua no perdonó y arrasó con el patrimonio de su familia.
Sin embargo, las muestras de solidaridad hacia quienes lo perdieron todo no se hacen esperar.
Las mamás de un grupo de la escuela de la comunidad de Buenavista, que hoy tendrían un convivio para conmemorar el inicio de la Independencia, deciden donar a los damnificados los guajolotes destinados para la celebración.
Entran casa por casa para dar un apoyo, que en estos momentos de emergencia son reconfortantes para quienes vieron afectadas sus vidas.
Temprano, la temperatura en estas comunidades, las más alejadas del centro de la capital, y mucho más cercanas a los límites con Guanajuato, es fresca. El lugar es agradable. Está rodeado de zonas verdes, la vegetación domina el entorno.
En la entrada de la comunidad de La Monja, por debajo del puente, cruza el arroyo que el jueves por la tarde elevó su nivel, afectando las viviendas de quienes viven a un lado del cauce.
Pérdidas
Adela Ramírez camina rumbo a la vivienda de su hermana Martha. Narra que su familiar enviudó hace un año y para mantener a sus hijos renta juegos inflables para fiestas infantiles, mismos que la corriente se llevó.
Explica que Martha no está en su vivienda en ese momento. Su automóvil, estacionado afuera de su casa, fue arrastrado por la corriente y también busca la forma de recuperarlo.
La casa de Martha fue la que recibió el primer impacto de la corriente en La Monja, pues tiene en la parte de atrás el cuerpo de agua, cuya fuerza derribó una barda y se llevó parte de los cimientos de la construcción, dejando una parte en el aire. Un techo de lámina colapsó.
Un muro de costales de arena y una cinta amarilla impiden el paso de la gente a la casa, en donde algunas ventanas están rotas y dobladas.
Al interior del domicilio no hay muebles, está vacía, el agua se llevó todo. La cortina del negocio está partida a pesar de ser de metal. Parece una hoja de papel rota a la mitad. Adela explica que su hermana se quedó prácticamente sin nada. Ingresa a la casa, a pesar de que elementos del Ejército que arribaron el mismo día de la contingencia a aplicar el Plan DN-III les dijeron que no entraran, pues por los cimientos que destruyó el agua en la parte de atrás de la construcción y la caída de bardas, el inmueble de dos pisos puede colapsar.
Explica que el agua subió más de metro y medio en las viviendas de la calle Ignacio Zaragoza, paralela a la carretera a San Miguel de Allende.
Alejandra Tovar Estrada es otra vecina de la calle Ignacio Zaragoza. En su vivienda trabajan varios elementos del municipio sacando sedimento, hierba y agua. Limpian al interior de la casa. El patio está lleno de utensilios que quedaron inutilizables.
Limpian algunos zapatos, muebles, algo de ropa y mucho lodo en el patio, donde la palapa que se ubica en medio logró resistir la corriente.
Vecinos solidarios
Una joven ingresa a la casa con una hielera color azul y blanco. Pregunta a los presentes si no quieren un guajolote. Los trabajadores municipales aceptan, al igual que Alejandra. Un niño extiende al antojito envuelto en papel aluminio. Es parte de la solidaridad que se vive en el lugar. Otros hombres en la calle, vecinos del lugar, reciben la comida, que es bienvenida, tanto por lo que ayudará a calmar el apetito, como por el gesto de solidaridad de parte de sus vecinos.
Arely Sánchez, junto con otras mujeres y unas niñas y niños, suben a la cajuela de un automóvil blanco las hieleras azules que llevan los guajolotes que serían para la kermés de la Escuela Primaria Miguel Hidalgo, de la comunidad de Buenavista.
Arely comenta que entre varias mamás del grupo “4to A”, decidieron donar la comida a los damnificados de La Cañada y La Monja como un gesto de apoyo ante la contingencia: “En este momento todos necesitamos de todos”.
bft