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Temen migrantes que Trump separe familias

Xóchitl lleva 14 años sin papeles en EU; sus hijas nacieron en Georgia; José, con 23 años indocumentado, confía en que no pase nada

(ARCHIVO. EL UNIVERSAL)
15/12/2016 |03:24Gonzalo A. Flores |
Redacción Querétaro
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Lo único que Xóchitl extraña de México a 14 años de distancia de su ingreso a territorio estadounidense sin documentos es a su familia.

Llegó a Georgia en 2002, estado donde se estableció junto a su esposo y donde nacieron sus tres hijas. Ella no ha vuelto a pisar Querétaro desde entonces.

“No sabes si volverás a ver a tus padres, es la única incertidumbre, mi familia es lo que más extraño pues todo lo demás se encuentra con facilidad aquí”, asegura.

No lo pensó dos veces. Cuando su esposo le dijo que saldría del hogar para probar suerte en ‘el otro lado’ ella respondió con un rotundo: “me voy contigo”.

Tras 14 años de estar en EU y de ver crecer a la familia con el nacimiento de sus tres hijas, quienes cuentan con la nacionalidad estadounidense, acepta que hay temor de una deportación masiva por la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.

“El temor se siente al no saber qué va a pasar, nosotros corremos el riesgo de una separación de nuestras hijas, eso es lo que verdaderamente nos preocupa, porque la incertidumbre al vivir aquí siempre es la misma, no tenemos derechos al no contar con papeles, los sueldos son siempre bajos, eso nunca cambia”.

Decisión en común. Xóchitl llegó a Estados Unidos cuando tenía 22 años junto a su esposo Carlos, que ya había experimentado el cruce de la frontera años antes, cuando tenía 15. Al ser terreno conocido no les fue tan complicado dejar México con la ayuda de un pollero desde Tijuana.

Cuando se le pregunta sobre cómo le planteó su esposo la intención de dejar el país, responde certera: “Él no me convenció, yo lo convencí a él de venirnos juntos.

“Cuando comenzamos la relación en Querétaro le dije que soy de las personas que no se casó para estar lejos de mi pareja, se supone que una pareja debe estar unida porque no me quería quedar sola y lejos, me casé para estar con él y fui yo quien le dijo que si se iba yo me iba con él”, dice vía telefónica desde Georgia.

Recordó que para su esposo no era la primera vez que pisaba como migrante suelo estadounidense, pues Carlos cruzó la línea fronteriza desde que tenía 15 años. “Cruzó una primera vez cuando era adolescente, regresó a México años después, que fue cuando nos conocimos, y en 2002 cruzamos los dos. Yo tenía 22 años”, rememora Xóchitl, quien actualmente se dedica al hogar y a cuidar a sus hijas.

Su esposo trabaja en el ramo de la construcción. Sale de casa a las cinco y media de la mañana y llega alrededor de las ocho de la noche, aunque hay jornadas más largas para percibir un poco más de ingreso, pues algunos días llega alrededor de 10 o 10:30 de la noche.

Un poco mejor. A comparación de la vida en México, Xóchitl califica como “un poco mejor” la vida en Estados Unidos, país donde no pensaba establecerse por completo aunque poco a poco fue entrando en su ritmo. Desde 2002, ni ella ni su esposo han vuelto a pisar Querétaro.

“Mi mentalidad no era quedarme a vivir en Georgia, la mentalidad era venir, trabajar, hacer un patrimonio y regresar a México pero conforme van pasando los años te vas adaptando a las comodidades y a los beneficios para nuestros hijos”, platica.

Alto precio vs. beneficios. Cuando Xóchitl escucha la pregunta sobre si ha cumplido el anhelo que tenía al momento de abandonar su tierra para probar suerte en otro país, divide su respuesta:

“Sí y no, sí por nuestros hijos que aquí tienen mejores oportunidades escolares y educativas. No, en sentido que estamos prácticamente solos, sólo los cinco y mis hijas, por ejemplo, no conocen a sus abuelos o tíos. Es un precio muy caro el que se paga al estar lejos de la familia.

“Hay mucha soledad, los cumpleaños se festejan entre los cinco integrantes, al igual que la Navidad; siempre es estar con la incertidumbre sobre cómo están, si volverás a ver a tus papás, es algo que cargas porque aunque se hable por teléfono no sabes realmente cómo están, como la están pasando”, confesó.

Desde que llegó a Georgia no ha pensado en volver a Querétaro y por ahora no está planeado, “no tanto por cómo regresar, sino que al ser padres cambia la visión, no arriesgar a nuestras hijas, evitar que nos pase algo, tratamos de llevar una vida más estable por ellas”.

Hay temor por Trump. No lo niega. La llegada de Donald Trump al poder genera temor entre la comunidad de migrantes, aunque Xóchitl tiene sus reservas sobre las declaraciones del presidente electo contra los indocumentados en su país. “Es ridículo lo que ha dicho”, señala.

“Con lo que he podido platicar entre mi círculo social es el tema de Donald Trump, pero sinceramente él no es político, es empresario y tiene inversiones en todos lados, por lo que no le va a convenir hacer absolutamente nada de deportaciones de ilegales, porque él sabe perfectamente que nosotros somos los que nos quedamos callados con los sueldos que nos pagan, nos dan el salario mínimo y no tenemos beneficios de seguro, de retiro o jubilación, por lo que no le va a convenir a los estadounidenses nacidos aquí y con seguro social, ellos van a querer todas sus prestaciones.

“No creo que lo haga. Obama dijo que haría una reforma para los migrantes en EU y nunca fue realidad, sin embargo es el presidente que más deportaciones ha hecho en la historia. Trump ha sido directo de que lo hará sin embargo no le va a convenir deportar a tanta gente que trabaja por salarios bajos y si lo hace ya veríamos qué hacer”, añadió.

Pese al temor que pudiera sentir Xóchitl sobre una deportación masiva, aceptó que no es momento de titubear. La vida debe continuar.

“Hay temor, más en quienes somos padres de familia, sentimos temor de que nos separen de nuestros hijos, ese temor sí existe en varias personas pero no por eso vamos a dejar de hacer nuestras vidas, tenemos que continuar como si nada, como si el señor no hubiese dicho nada, porque no nos podemos estar escondiendo de él, no podemos dejar de salir a la calle por miedo de que nos agarren, tenemos que hacer nuestras vidas y salir a las calles con la cabeza en alto.

“Así como llegué yo aquí, también puedo llevar a mis hijas a que conozcan sus raíces si llega a suceder una deportación, aparte ellas cuando quieran pueden volver, sin duda sería una oportunidad también para nosotros”.