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Nicolás Almanza Álvarez, cartero de profesión con 13 años de experiencia, señala que es una fuente de trabajo digna, además de cumplir con una función social al llevar la correspondencia a los ciudadanos, que a veces la reciben con gusto y a veces con “susto”.
De carácter afable y sentido del humor, apunta que lleva poco más de una década trabajando en Correos de México, donde le gusta “cumplir con la necesidad de las personas, que también a veces les da gusto y a veces no les danto susto [risas] gusto, dependiendo el tipo de correspondencia que les llevamos”.
Señala que de unos años a la fecha son pocas las cartas postales, pues la mayor parte de la correspondencia que manejan son estados de cuenta, revistas de publicidad y propaganda, aunque aún existen personas que rescatan el género epistolar y esperan su correspondencia con gusto, ya sean buenas o malas noticias.
Indica que su jornada laboral arranca a las 7:30 de la mañana, y lo primero que hace es recoger su “materia postal”, que la mandan separada por zonas o rumbos, para que cada cartero tome la que corresponde a cada zona de trabajo.
“Sacas tu costal, agarras tu correspondencia y la separas. Todos nosotros llevamos el procedimiento de separarla primero por colonias, por calles, y empezamos a acomodarla por números. Ya que terminas de acomodar, pasas al área de registrados. La materia registrada es la que cuando entregas la misma gente firma de recibido, ya teniendo esto sales a tu zona de reparto, a trabajar en la calle”, abunda.
Por la naturaleza de su trabajo, Nicolás indica que están a merced de los elementos, pues cuando hace mucho calor, la labor se complica, siendo más agradable en días nublados, cuando los rayos solares no “castigan” tanto, aunque el trabajo se hace llueve, truene o relampaguee.
Dice que cumplida la labor de entregar la correspondencia se regresa a la oficina, donde debe de dar cuentas de lo que se hizo en campo. “Lo primero que haces es reportarte, acomodar tu listado de la materia registrada, descargar tu materia registrada, porque tiene que subirse al sistema, pues las mismas personas lo checan vía internet, y todo se queda registrada en la red”.
Gajes del oficio
La labor del cartero no es sencilla, pues no sólo es el trabajo de repartir, pues tienen que conocer bien la ciudad, además de hacer trabajo de escritorio, además de que las zonas de trabajo se tratan de dividir de manera equitativa, para que todos los carteros tengan la misma cantidad de trabajo.
Sonríe cuando recuerda que la imagen del cartero perseguido por los perros sigue vigente, pues no sabe a ciencia cierta porqué lo canes inician la persecución cuando los ven acercarse.
“Todavía nos corretean los perros, más que nada, no sé porque a los perros les atrae el ruido de la moto. Apagas la moto y has de cuenta que apagas al perro. Enciendes la moto y no sabes qué le diste al perro que ahí va atrás de ti”, apunta entre sonrisas.
Dice que una satisfacción que le da su trabajo es entregar correspondencia que es esperada por los ciudadanos con ansia. Incluso, comenta, hay mucha gente que acude a las oficinas de correo a preguntar por su correspondencia porque aún no llega.
“Se les dice que se esperen, que no sean tan desesperados. De llegar, llega su correspondencia y se les va a entregar. Ya cuando se las llevamos, ya están más emocionados de recibir su correspondencia”, abunda.
En el pasado se hacían bromas sobre la rapidez con la que se entregaban las cartas, al recordar esos dichos, Nicolás ríe y dice que las cartas ya no llegan tan tarde, “porque ya casi nadie manda cartas”, pero lo que no se pueden atrasar son los estados de cuenta, pues tienen fechas de vencimiento de pago.
Señala que él suele usar su silbato para anunciar su llegada a las casas y que la gente esté atenta, en caso de que espere una carta o un paquete, y en muchos domicilios las mismas personas salen gustosas a recibir la correspondencia que llega.
Familia “postal”
Agrega que de sus tres hijos, de 20, 17 y 10 años de edad, las dos primera mujeres, y el menor niño, quien aún no sabe si abrazará el oficio de su padre. Además su esposa trabaja en Correos de México.
“Somos una familia postal. Yo ya estaba en Correos de México trabajando y ella tiene poco que ingresó al servicio, tiene dos años apenas”, asevera.
Sobre sus jornadas laborales, comenta que trabaja de las 7:00 a las 15:30, los sábados de 7:00 a 11:00 horas, teniendo descanso los domingos y días festivos, que dedica a estar en casa, o si tienen planeada alguna actividad fuera, la llevan a cabo.
En su caso, le gusta visitar a su familia, o visitar lugares distantes, a los cuales no se van con frecuencia.
Agrega que la última carta personal que recibió fue hace muchos años, pues lo único que recibe actualmente son los estados de cuenta de bancos, así como recibos de pago.
Sobre el futuro que tiene el cartero, dice que el servicio sigue siendo pero enfrentan limitantes y carencias.
“Los apoyos cada día nos los reducen, cada día son menos, ya no nos apoyan con los recursos que necesitamos, eso nos está limitando. Lo único que necesitamos son recursos y apoyos para seguir trabajando, y todo eso se está acabando ya”, puntualiza.
En los últimos 20 años, el envío de cartas de persona a persona disminuyó considerablemente por la llegada de internet y el correo electrónico, cuya rapidez y acceso no tenía comparación con el correo tradicional.
Ahora la mayoría de buzones suelen estar llenos de estados de cuenta, publicidad de diferentes empresas o recibos telefónicos.
Sin embargo, para luchar en los nuevos tiempos, Correos de México también ofrece el servicio de paquetería o el envío de dinero, para no quedar rezagado y que los carteros no corran el riesgo de desaparecer en la sociedad del siglo XXI.