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Despiden a peregrinos entre rabia, dolor y clamor de justicia

Despiden a peregrinos entre rabia, dolor y clamor de justicia
19/07/2016 |01:28
Redacción Querétaro
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La pequeña comunidad de San Rafael, en El Marqués, dio el último adiós a los seis peregrinos que el fin de semana perdieron la vida cuando comenzaban su peregrinar al Tepeyac.

Los pobladores acompañaron al cortejo fúnebre hasta Santa María de Baños, donde fueron sepultados.

La pequeña capilla de San Rafael, techada con láminas metálicas y protegida con una reja color negro, fue insuficiente para la multitud que se dio cita para escuchar al obispo de la Diócesis de Querétaro, Faustino Armendáriz, oficiar la misa de cuerpo presente de los seis peregrinos de la comunidad que perdieron la vida el domingo por la madrugada, atropellados.

Los seis féretros, cuatro blancos, como dicta la costumbre para los menores de edad solteros, estaban dispuestos frente al altar, con sus fotografías.

Presentes estaban el gobernador del estado, Francisco Domínguez Servién, junto con funcionarios de su gabinete, al igual que el presidente municipal de El Marqués, Mario Calzada Mercado, acompañado de su esposa e integrantes de su administración.

“Es un momento de intensa tristeza, pero debe ser también un momento de firme esperanza, porque confíamos en que estos rostros amados, los volveremos a contemplar transformados cuando Dios, al fin de los tiempos, nos reúna de nuevo en su reino”, dijo el obispo Armendáriz.

Roció los ataúdes con agua bendita, como símbolo de evocación del bautismo católico, como una manera de tener esperanza de que no todo acaba en este tierra, y hay algo más allá.

Al concluir la misa, el gobernador Domínguez Servién y el alcalde Calzada Mercado, junto con su esposa, dieron el pésame a cada una de las familias de los caídos.

Llantos, rabia, clamor de justicia, abrazos y tristeza, se mezclaron en ese momento, cuando las autoridades estatales y municipales expresaron sus condolencias a los deudos, quienes les decían algunas palabras, inaudibles por los cánticos y los cohetones que se lanzaron al final de la eucaristía.

Tras la ceremonia, el obispo, el gobernador, el secretario de Gobierno, Juan Martín Granados Torres y el presidente de los peregrinos, Jaime Rojo, intercambiaron opiniones al interior de la sacristía del templo. Conversaron por varios minutos, mientras afuera todo se preparaba para llevar los cuerpos de los seis peregrinos al cementerio de Santa María de los Baños.

El olor a pólvora de los cohetones llenó el aire, mientras el obispo Armendáriz recibía a algunos fieles, para posteriormente retirarse del lugar.

Eran cerca de las 11:00 horas, de un lunes soleado, donde los pobladores que no participan en la peregrinación al Santuario de la Virgen de Guadalupe, en el Tepeyac, hubieran llevado a cabo su rutina: trabajar en el campo, en sus negocios, en el cuidado del ganado, o en algunas de las pequeñas empresas que se ubican en la zona.

Las madres de familia hubieran ido al mercado acompañadas de sus hijos, ya de vacaciones, la música en las casas y los jóvenes paseando con sus amigos, pero no fue así. San Felipe estuvo de luto este lunes de julio.

Luego de organizar el cortejo fúnebre, este partió cerca del mediodía hacia Santa María de los Baños, ubicada cerca de Chichimequillas, a unos cinco kilómetros de San Felipe.

Los féretros blancos fueron subidos a una plataforma conducida por un tractor azul. A sus costados se colocaron las coronas de flores que los amigos y familiares de los malogrados peregrinos llevaron en su honor.

La columna la encabezaron los estandartes del Grupo 148, de San Rafael, como se identifica a los peregrinos que hacen al ruta al Tepeyac desde esta comunidad marquesina.

Los otros dos ataúdes, los de adultos, fueron llevados en hombros por varios pobladores de la comunidad, que por su número de habitantes es normal que se conozcan todos.

Atrás de ellos, los deudos, llevando algunos ramos de flores en sus brazos, otros abrazados para darse fortaleza y saberse acompañados en los momentos de dolor que pasaban. Algunos más con la mirada perdida en el horizonte, en los cerros verdes o en el cielo.

Un desfile de camionetas y vehículos iba detrás al cortejo fúnebre. A su paso por una de las calles de San Felipe los habitantes salían a su paso, a rendir homenaje a los caídos, o a observar el inusual movimiento en el pueblo.

El cortejo avanzó por un camino de terracería, flanqueado de milpas y sembradíos, muchos de los cuales fueron invadidos por los pobladores que conformaban el cortejo. Al llegar a unos árboles, los hombres que llevaban a hombros los féretros pidieron una pausa en el recorrido.

Luego de unos minutos reanudaron su andar, a paso rápido, como pedían quienes llevaban los estandartes e iban al frente. El cortejo pasó entre milpas, cuyas plantas de maíz ya alcanzan poco más de un metro de altura en algunos casos.

A lo largo del mismo, no pararon de escucharse los cohetones, como una señal del pronto arribo de los peregrinos caídos y los dolientes.

Cerca de las 13:00 horas el cortejo llegó a Santa María de Baños, pequeña comunidad rural con calles serpenteantes y a la que se llega por una angosta carretera de dos carriles.

El cielo despejado no dio tregua a los caminantes, quienes tuvieron que soportar el calor y la sed hasta llegar a Santa María, en donde la policía municipal de El Marqués montó un operativo de seguridad para salvaguardar la integridad de quienes participaron en el último adiós de los peregrinos.

“Así los hubieran cuidado ayer [domingo] y no hoy”, dijo una mujer a su acompañante al momento de pasar a un lado de los policías municipales que decían a los automovilistas que se estacionaran en el campo de futbol de Santa María de Baños, pues las calles aledañas al cementerio eran incapaces de dar alojo a la cantidad de automóviles provenientes de San Rafael que acudieron a dar sepultura a seis de los suyos. La comunidad está de luto.