Hace cinco meses, Jod Louis llegó a la ciudad de Querétaro desde Pétion-Ville, un municipio ubicado a 15 kilómetros de Puerto Príncipe, capital de la República de Haití, caracterizado por un estable crecimiento económico y una afluencia turística que le han hecho valer el calificativo de un Beverly Hills caribeño.
Querétaro fue el destino elegido para cursar un posgrado, después de estudiar una ingeniería en sistemas computacionales en la ciudad de Toluca, Estado de México. El creole es su lengua materna, no obstante, habla con fluidez español y francés, segundo idioma oficial en Haití.
La primera vez que llegó a México fue en 2010, cuando asistió a un congreso de jóvenes líderes en Toluca. Aunque su destino inicial para realizar sus estudios era Canadá, encontró oportunidades de crecimiento en el país y se mantuvo cinco años en el Estado de México, donde también trabajó para una empresa desarrollando aplicaciones.
“No me gusta estar mucho tiempo en un solo lugar. Me gusta conocer más lugares y más personas. El año pasado cuando terminé mi carrera, quería estudiar una maestría, pero no quería hacerlo en Toluca y sólo tenía dos opciones: Querétaro y la Ciudad de México”.
“De México no sabía mucho... en realidad no sabía nada. Pensaba que los mexicanos traían sombreros y tenían bigotes y cosas así de las películas de vaqueros que pasaban por la televisión (…) En un inicio mi madre no quería que viniera, decía que era muy peligroso y como no tenía familiares ni amigos aquí, ella pensaba que si me pasaba algo, a quien le iba a avisar; pero finalmente somos hijos de las madres y sabemos un poco como convencerlas”, dice.
Sus padres están separados y por esa razón, a los 20 años, cambió su residencia en Pétion-Ville por República Dominicana, país vecino de Haití ubicado en La Española o isla de Santo Domingo, un archipiélago en el mar Caribe que fue el primer asentamiento europeo, después de ser descubierta por Cristóbal Colón.
A pesar de la cercanía que existe entre ambas naciones, Louis comenta que las diferencias son notables, pues por cuestiones políticas los haitianos y dominicanos se mantienen distantes y rencorosos. “(República Dominicana) No me gustó para vivir. Los haitianos y los dominicanos no se llevan por cuestiones de hace muchos años. Más que nada, existe rencor entre ellos, no se caen bien y no se quieren mucho”, se limita a decir, al relatar que su vida en aquel país le parecía aburrida, pues no conocía a mucha gente.
La relación entre ambos países, de acuerdo con el investigador latinoamericano Matías Bosch, se ha quebrado por muchas razones desde la colonización europea. En su artículo República Dominicana y Haití: entre la fraternidad y la doctrina del conflicto, explica que el vínculo entre ambos países se ha visto debilitado por cuestiones políticas que incluyen temáticas como el racismo y la migración.
No obstante menciona, que a pesar de ello se han mantenido unidas, prueba de esto, según Bosch, es que República Dominicana fue la primera en ofrecer ayuda humanitaria después de terremoto de 2010 donde más de 200 mil personas perdieron la vida.
En esa época, Louis se encontraba en Toluca y “gracias a Dios” a su familia no le pasó nada, aunque recuerda que el terremoto, además de las pérdidas de vidas humanas, causó daños severos en las casas y edificios.
La vida en Querétaro para Louis es agradable y tranquila y por ello la prefirió como destino sobre la Ciudad de México, donde todo es acelerado y hay más inseguridad; al igual que Toluca, la que señala no le pareció tan bonita como aquí.
Diferencias entre países
Las diferencias entre México y Haití son muy grandes para Louis, comida, religión y formas de vida son algunos de los rasgos más distintivos. De acuerdo con el Instituto Haitiano de Estadística e Informática (IHEI) de una población total registrada en 2015 de 10 millones 85 mil 214 personas, alrededor de 54.7% se considera católica, 15.4% cristianos bautistas y 7.9% cristianos pentecostales. El resto no practica ninguna religión o mantiene otras creencias.
A pesar de que el catolicismo predomina, una buena parte de la población continúa arraigada a creencias de origen africano como el vudú. Aunque se estima que una buena parte de la genta realiza estas prácticas, es difícil saber una cantidad exacta. Louis explica que aunque mucha gente lo hace, no es algo que se declare abiertamente. Practicar vudú está mal visto, pues se considera que se utiliza para dañar a otros o para sacar provecho de sus intereses.
Aunque el vudú es parte de la creencia popular (y fue declarada desde 2003 como parte de las religiones oficiales) a Louis, le da lo mismo. “Es de cada quien, he escuchado y he visto cosas nada más”, afirma.
Otra de las diferencias entre ambas culturas para Louis son las costumbres. Haití es considerado como el país más pobre de América, según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el cual estima que alrededor de 76% de la población vive en condiciones de pobreza y al menos 40% experimenta inseguridad alimentaria.
“La vida depende de la clase social de la gente. Hay algunos que viven bien, como debe de ser y en el caso de mi familia económicamente estamos bien, no somos pobres, pero tampoco somos ricos, por eso puedo viajar (…) pero estando allá, hay personas de clase muy baja con muchas carencias (…) Hay personas que difícilmente comen una vez al día, pero disfrutan lo poco que tienen y lo aprecian.
“No hay luz las 24 horas, si tienes luz en la mañana, en la noche no lo esperas para nada. El agua del drenaje se vende, porque no todas las casas tienen agua de llave. Las personas compran botes de agua y debe durarles para todo el día. A veces sólo adquieren un solo bote para dos personas y lo utilizan para bañarse, hacer la comida y beber”, explica.
Esta situación ha provocado que se disfruten y se gocen por cosas sencillas, por ejemplo, relata que al llover, los niños habitualmente salen a jugar y a mojarse. Estos momentos son considerados como especiales y es algo que difícilmente podría hacer en las calles de Querétaro, donde la gente es más seria.
Mejorar el nivel educativo, su sueño
La pobreza, para Louis, también ha provocado que el pueblo haitiano priorice la educación, considerada como el único camino para tener “algo”. Uno de sus proyectos al regresar a Haití se centra en la idea de mejorar el nivel educativo de su lugar de origen. Le gustaría construir una escuela de música o de futbol que funcione de plataforma para que los niños logren salir adelante y puedan tener un mejor futuro.
“Hay niños que tienen el don y tienen las ganas, pero sólo hace falta la infraestructura. No sé nada de música y tampoco soy un apasionado del arte, para nada; pero al ver esa situación, pienso que puede ser una fuente para sacar talentos, es algo que a la gente de allá se le da muy bien, el futbol y la música, que también juega un rol importante en nosotros, por ejemplo, depende de lo que escuches y cambia tu estado de ánimo.
“Las personas (en Haití) tienen la mentalidad de que si quieres hacer algo es por medio de la educación, no hay otras alternativas (…) Mi mayor sueño es ir a mi país y hacer una escuela de futbol para que los niños que tengan talentos puedan aprovecharlos. Después de tener la oportunidad de viajar, conocer personas y más lugares, quiero crear una fuente para que otros niños tengan también esa oportunidad para echar sus sueños adelante”, concluye.