Hace 106 años estalló la revolución en el país: mujeres y hombres tomaron las armas para quitar el poder al presidente Porfirio Díaz, quien gobernó por más de 30 años. Las imágenes cotidianas de la época remiten a las adelitas y a los charros, figuras cuyo significado se ha modificado (si no es que desaparecido) con el paso del tiempo.
A más de un siglo, en el municipio de El Marqués, Querétaro, las adelitas y los charros son representados por los habitantes de la zona cada 20 de noviembre, en el desfile conmemorativo de la Revolución Mexicana. Este año, las autoridades de la cabera municipal estimaron cinco mil participantes y 21 contingentes. La mayoría son escuelas y algunos más, grupos de la tercera edad.
Una niña de tres años encabeza el contingente inicial. Al igual que sus compañeras, porta una falda negra adornada con listones de colores; una blusa blanca y collares con una combinación de blanco, verde y rojo.
Las carrilleras cruzadas, utilizadas para portar las armas en las batallas, están hechas con cartón negro, material que dista mucho de las piezas originales que se fabricaban con cuero hace un siglo.
Unos contingentes más atrás replican la misma imagen. No obstante, ahora es un niño de no más de cuatro años quien dirige a sus compañeros. Encima de un traje de manta, lleva puesto un gabán de lana que le cubre las rodillas. A su lado, una niña más alta, le ayuda a sostener una lona con la leyenda: Jardín de Niños Luis Pasteur. Minutos después, un segundo contingente aparece, y con el, jóvenes de secundaria y de la escuela de bachilleres de la zona.
Alrededor de 500 personas asistieron al desfile. La mayoría están concentradas al lado del tapanco donde están las autoridades municipales, y en donde todos los contingentes sin excepción, realizan un espectáculo. Algunas escuelas optaron por coreografías, y otras por tablas rítmicas. La música de fondo son corridos revolucionarios, alternados con música de banda, electrónica, canciones de moda y el sonido de las bandas de guerra con tambores y trompetas.
Los estudiantes de secundaria marchan desalineados. Algunos disciplinados, marcan los pasos y otros, optan por platicar con sus compañeros. Están aquí por una calificación, es obligación de la escuela que cada año participen los alumnos. Un grupo del Cobaq, admite que no les gusta desfilar, preferían estar en sus casas o con los amigos disfrutando del puente.
Entre los 21 contingentes participantes, hay uno que destaca: 15 personas vestidas con trajes revolucionarios. Provienen de la Casa para el Adulto Mayor de El Marqués que realiza actividades para la población de la tercera edad. No obstante, el tiempo que dura su espectáculo, no les es suficiente para ejecutar todos los bailes que tienen preparados. Se apresuran para que les sigan el paso los contingentes más atrasados que vienen desde la calle El Pinito.
Una mujer de este grupo porta un vestido verde brillante que sostiene con ambas manos, mientras sonríe. Su nombre es María de Jesús Álvarez Torres y guarda una relación curiosa con la revolución. Su padre, Félix Álvarez Arroyo, nació en 1910 y vivió el periodo de la guerra. Falleció hace 13 años a los 95 y aunque no le contó mucho sobre este periodo de la historia, María aún recuerda algunas cosas.
“Él me platicaba que allá en La Cruz (en la ciudad de Querétaro) donde estaba el convento, era un cuartel. Nos platicaba que cuando había trifulcas cerca la casa de mi papá, que daba hasta la avenida Zaragoza, correteaban a los campesinos. Cuando eso pasaba, la familia de mi papá les daba permiso para que se pasaran a su casa y así no los encontraban. Cuando llegaban los militares, no encontraban a nadie, porque salían por otros lados.
“En parte la revolución estuvo mal, hubo mucha gente inocente que murió, pero a la vez hubo gente que defendió a los campesinos, se puede decir así (…) Antes los ejidatarios se adueñaban de las tierras y los que eran campesinos trabajaban y no les tocaba nada”, comenta.
A diferencia de los jóvenes, a María le gusta participar en el desfile y procura continuar con las tradiciones que le enseñó su familia. De igual forma, participa en la fiesta de la Virgen de Guadalupe, la festividad de Todos los Santos, la Navidad y el Día de Reyes. Es importante continuar con la tradición, insiste.
De los contingentes de secundaria, el grupo que destaca es uno de los Bachilleres. A diferencia de los adultos mayores, no están uniformados. Su atracción principal es la botarga de un oso, que entre todos los compañeros, lanzan por los aires. La música electrónica de fondo, le gusta a los asistentes que se motivan con el baile de los chicos, que no ha sido planificado y sucede de forma espontánea.
Los últimos contingentes son los jinetes de la Cabalgata de Desarrollo Agropecuario y la Asociación de Charros de Chichimequillas, así como el heroico Cuerpo de Bomberos Voluntarios de El Marqués, que realizan demostraciones de rescate para los asistentes.