María Fernanda Becerra Ramírez luce feliz. Su rostro muestra una gran sonrisa, pues luego de un año terminó su capacitación y ya es bombera, oficio que siempre le llamó la atención y que ahora, orgullosamente ya puede ejercer.
El acto protocolario por el Día del Bombero en la estación central de Querétaro, sobre avenida Zaragoza, concluye. Los bomberos buscan a sus familiares, para tomarse fotografías y recordar este día.
Los bomberos probatorios, aquellos que están en proceso de capacitación, son “bautizados”, mientras que los que ya son bomberos con algún grado recibieron sus diplomas y lucen con orgullo sus uniformes.
Se toman fotos junto a las unidades, abrazan a sus parejas o a sus madres. Otros a sus hijas o hijos. El ambiente, más que una ceremonia, parece una fiesta familiar.
María Fernanda camina con una menor, de no más de cuatro años, vestida de rosa, de un lado a otro. “Es mi hermanita”, dice para aclarar que no es su hija.
La figura de la joven de 23 años es esbelta. Explica que este año se da de alta en los bomberos, después de pasar 12 meses en la academia y un año de servicio.
Dice que la historia de su ingreso a los bomberos fue algo extraña, pues ella tomó un curso con los vulcanos hace dos años, por parte de su escuela.
Ahí, el instructor la invitó a ser parte de la institución y casualmente en esos días se publicó la convocatoria. Ingresó sus papeles y fue aprobada, aunque nunca imaginó que estar dentro del Cuerpo de Bomberos significara tanto para ella.
Con voz firme y segura de sus respuestas, Fernanda cuenta que estudiaba Química Ambiental, y que una de las materias era Seguridad Laboral, que estaba ligada, en buena medida, con las actividades de los bomberos, en el sentido de la contención de siniestros.
Ríe cuando recuerda cómo en su familia le preguntaban por qué quería ser bombera.
“Mis papás sí estaban un poco preocupados porque es una labor muy peligrosa. Es una actividad muy linda, pero con peligro. Luego entendieron que me encanta. Me fascina estar aquí, me gusta poder servir, poder aprender, poder compartir, y tengo el apoyo [de toda mi familia] completamente”, apunta.
Dice que la capacitación para ser bombero es dura, se necesita mucha firmeza en lo que se quiere y en los objetivos. Se requiere, subraya, mucha fuerza mental, aunque también se utiliza fuerza física.
Sin embargo, afirma, lo que realmente importa es trabajar día a día con empeño y dedicación.
Sabe de los riesgos que hay al trabajar en atender emergencias, dice que si hay miedo, no se puede estar dentro de un cuerpo de rescate.
Admite que en ocasiones tiene temor, pero es cosa de saber controlarlo y canalizarlo, afirma.
“No es una labor sencilla, no es una profesión fácil, pero el hecho de prepararse día a día es algo esencial [para ser bombero].
“Hubo un momento en que fue complicado. Mi cuerpo ya no me respondía, pero me decía: ‘Sólo un poco más, sólo un poco más. Ya te falta poco para terminar la academia’, y pues aquí estoy. Valió la pena”, relata mientras sonríe.
Sus pensamientos van más allá de pensar que algo le puede pasar al atender una contingencia, dice que si lo piensa es predisponerse, lo que se tiene que hacer es concentrarse en hacer bien las cosas para que nadie salga lesionado y lograr con éxito la misión de rescate que le fue otorgada.
“No puedes subirte a la unidad con temor, pensando en que te va a pasar algo.
“Tienes que pensar en concentrarte, en pensar y repasar los procesos, porque si cada quien hace su labor de manera correcta, se reducen los riesgos y ya después se te olvida el temor.
Sí hay temor, somos humanos, también lloramos, nos duelen los golpes, pero mientras trabajamos no pensamos en eso”.
Considera que la mujer debe tener un papel más protagónico en este tipo de oficios, no tiene nada contra los hombres que encabezan dichas profesiones, pero considera que la mujer tiene la misma capacidad de tomar decisiones.
“Otros de los motivos por lo que estoy aquí es que me gustaría que haya más mujeres en puestos importantes en cuerpos de emergencia, somos muy sensibles, cierto, pero eso no nos impide que tengamos la capacidad de tomar decisiones en momentos de emergencia, a veces sí tenemos que ser frías, tener el estómago para llevar a cabo las misiones de rescate”.
Su hermanita la toma de la mano y la quiere llevar a donde están los camiones de bomberos, mientras María Fernanda agrega detalles de su capacitación, donde el desgaste mental también es importante.
Mente y cuerpo deben estar 100% concentrados, señala, pues hay ejercicios y prácticas que requieren una fortaleza integral.
Explica que el equipo de protección personal y respiración autónoma que utilizan los bomberos llega a pesar hasta 35 kilogramos, y con ese peso deben de moverse de manera rápida, cargar una manguera, y en ocasiones hasta salvar una vida.
No todo es “miel sobre hojuelas”, pues la carrera de bombero requiere de muchos sacrificios.
Dejar de salir con amigos, es sólo una parte pequeña a lo que se tiene que renunciar.
“Lo que más me ha pesado es mi familia. Situaciones como reuniones familiares [a las que no va], cumpleaños, no me fue posible estar siempre por estar en la academia o en servicios.
También reuniones con amigos, pero no soy mucho de eso [ríe], pero lo que más me ha pesado, y me sigue pesando, es estar lejos de la familia”, subraya.
La estación de bomberos sigue llena de personas. Son los familiares de los vulcanos que acudieron a la ceremonia protocolaria que encabezó la presidenta del Patronato del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) del estado, Karina Castro de Domínguez.
Los funcionarios se han ido, pero la mayoría de los asistentes permanecen ahí. Se toman fotos junto a una de las unidades más antiguas de los Bomberos de Querétaro, que está rodeada de arreglos florales, en homenaje a todos los compañeros que murieron en cumplimiento de su deber.
María Fernanda no es la única mujer. Hay al menos otras cinco que también forman parte del cuerpo de bomberos.
Fernanda agrega que está a cargo del área de capacitación externa de bomberos: “Tengo poco de ingresar a esta área”. Dice que su objetivo dentro de los bomberos es crecer, mejorar de manera continua, a nivel personal, externo y profesional donde ve un área de oportunidad importante a futuro.
La joven se despide con una sonrisa, mientras es “arrastrada” por su pequeña hermana que quiere seguir subiendo a todos los camiones de bomberos.
Fernanda cede a los deseos de su hermana, quien tiene una nueva amiga. Quizá en un tiempo esas dos pequeñas niñas que no superan los cuatro años de edad también vistan con orgullo el uniforme de los bomberos.
bft