Danzas prehispánicas y religiosas se conjuntan por las calles de San Juan del Río para mantener vivas las tradiciones, pero sobre todo, recordar los orígenes de los pobladores, descendientes de indígenas que no escaparon a la conquista.

Más de 300 personas, adultos, mujeres y niños participan en las danzas, usanza que se hereda de generación en generación y que se ha enriquecido gracias al apoyo de personas de otras entidades, que cada año acuden a los festejos de la fundación de San Juan del Río. A cambio, los sanjuanenses les acompañan en los festejos de sus pueblos.

Con la participación de habitantes del Barrio La Cruz, San Pedro Ahuacatlán, Visthá y el apoyo de otras entidades se han conformado siete grupos de danzas prehispánicas, de moros y cristianos.

El comienzo de este sincretismo cultural radica en el Barrio de la Cruz, donde habitaron los primeros pobladores del municipio.

La música de violín, tambor y el aroma a copal e incienso invaden las calles de San Juan del Río.

Los danzantes son acompañados de los tradicionales shitaces —personajes ataviados de máscaras, anteriormente pañuelos para cubrir sus rostros— encargados de ordenar las filas de danzantes y también de aportar un poco de humor a las tradiciones del municipio.

Comienzan su andar en el Barrio de La Cruz hacia el centro de la ciudad, para llegar al jardín Independencia donde ofrecen sus danzas a San Juan Bautista.

Reinaldo Cenobio tiene más de 10 años participando en los festejos de la fundación de San Juan del Río. Proviene de San Pedro Ahuacatlán y se ha comprometido a promover las tradiciones de su pueblo por medio de la danza de moros y cristianos.

Artemio Garduño, es originario Apaxco, Estado de México, lo acompañan más danzantes para apoyar a los grupos sanjuanenses en los festejos de la fundación, al igual que habitantes de Tequisquiapan y Ezequiel Montes; el objetivo es reforzar en número a las danzas y brindar el apoyo en las celebraciones de otras poblaciones.

Para Raúl Alvarado, originario de San Pedro Ahuacatlán, es importante participar en las tradiciones de San Juan del Río y contribuir a que permanezcan. Con nueve años de participación en las danzas, se siente orgulloso de poder promover la actividad entre sus familiares.

Los danzantes financian sus vestuarios, el gusto de convivir en torno a la tradición es su paga, aseguran.

Año tras año se han encargado de robustecer los festejos de San Juan y otros pueblos con los que se han hermanado, pero también han propagado la costumbre entre los más pequeños.

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