Al maestro Fausto Murillo, músico y musicólogo de origen queretano, tuve el gusto de conocerlo cuando recién ingresé a la Orquesta Filarmónica del Estado de Querétaro (OFEQ). Desde 2003 él radica en Barcelona, España; ahora mismo se encuentra de visita en Querétaro, y este miércoles 29 de agosto, a las 19:00 horas, dará una conferencia titulada “La música. Algo más que sólo belleza”, en el Centro de las Artes (CEART) de Santa Rosa de Viterbo, donde hablará de la idea de ver a la música como cultura.
En este pequeño viaje a su terruño, platiqué con él sobre sus experiencias en Europa e inevitablemente, sobre la orquesta que pertenece a nuestra bella ciudad.
¿Por qué tomaste la decisión de irte a Barcelona?
—Como estudiante de dirección de orquesta, tuve la oportunidad de asistir a un curso con el maestro Antoni Ros-Marbà, director de orquesta de gran reconocimiento a nivel mundial como músico y pedagogo, heredero de la escuela de Sergiu Celibidache. Estando allá me di cuenta de que era una ciudad donde me dieron ganas de vivir y que existía la posibilidad de hacerlo.
¿Cómo fue el cambio, y qué tan complicado fue adaptarte a vivir allá?
—No fue algo fácil. El jet lag duró aproximadamente año y medio. Llegué a estudiar en un lugar donde el nivel de exigencia era muy distinto al de aquí. Al ser un estudiante de dirección daban por hecho que ya sabías cosas que honestamente, yo no conocía. Estudié en el conservatorio del Liceo de Barcelona, que es una escuela muy cara pero afortunadamente durante dos años estuve becado, parte de ese tiempo, por cierto, fue gracias al estado de Querétaro.
Barcelona es una de las ciudades artística y culturalmente más importantes de Europa, y no se trata de comparar pero, ¿qué crees que le haga falta a Querétaro en ese sentido?
—Yo creo, muy humildemente, que algo muy importante es persistir y trabajar. Los queretanos tenemos que creérnosla; confiar en lo que hacemos. Tuve la oportunidad de ver una exposición aquí en el Museo de Arte, y la obra era muy buena, comentaba con mi esposa que los mexicanos somos muy artistas. Necesitamos luchar un poco con la idea de que “porque soy mexicano, lo que hago no es valioso”, perder complejos y reconocer el verdadero valor de lo que tenemos. Por ejemplo, aquí en Querétaro contamos con una muy buena orquesta que puede llegar a sonar a un nivel excelente. Ciudades como Barcelona o París no nacieron así, son el resultado de muchos años de trabajo. Sin embargo, el catalán por lo general se siente muy orgulloso de su arte y aquí nos vendría bien pensar de esa manera.
Hablando de la OFEQ, ¿cuál y cómo fue tu experiencia aquí?
—Yo trabajé dos años con la orquesta. Oficialmente mi puesto era de bibliotecario, pero gracias a José Guadalupe Flores, quien era mi maestro de dirección de orquesta, hacía las veces de asistente de director, y así tuve la oportunidad de enfrentarme al “monstruo”, cosa que siempre le estaré agradecido tanto al maestro, como a los músicos de la OFEQ. No es fácil que un perfecto novato pueda subirse a un podio a trabajar con muy buenos músicos profesionales. Estando allá arriba me tiraron de todo. Con la orquesta aprendí y lo hice a la mexicana, a chingadazos. Posteriormente, en España mucho de lo que adquirí me sirvió. Era fácil darse cuenta de los errores que cometían mis compañeros como estudiantes, que gracias a mis experiencias en Querétaro yo sabía que no debían pasar. Entre los músicos, aquí algunos ya habían sido mis maestros, y enfrentarlos como director era un gran compromiso. Aquí mismo entendí que el director es uno más de los músicos y no ese personaje que está en un pedestal y lo vemos como alguien superior. Además de aprender mucho en la orquesta, también hice grandes amigos.
Al haber sido parte de la OFEQ te enteraste cómo funcionaba la parte administrativa. Hoy sin duda el presupuesto es un problema, supongo que siempre lo ha sido, con base a lo que has visto en España, ¿por qué valdría la pena invertir más en la orquesta del estado?
—Primero, por imagen. Una ciudad como Querétaro, por su historia y cultura, debe tener una buena orquesta. En Barcelona, incluso a nivel turístico, es parte del atractivo de la ciudad. Es muy importante ofrecer buena música para escuchar en vivo, ya que la mística que brinda una orquesta es algo muy especial. El público queretano necesita una agrupación que pueda brindarle un repertorio muy variado. A mí me tocó trabajar en Querétaro con una orquesta “de transistores”, en el sentido de que había que ir adaptándose al presupuesto disponible. Simon Rattle, cuando estuvo a cargo de la Filarmónica de Berlín, tuvo como principal preocupación otorgar un buen salario a los músicos para poder exigirles al máximo su entrega. Querétaro debería tener la mejor orquesta del país, y desde luego, eso cuesta.
¿Qué puedes adelantar de la charla que compartirás este miércoles?
—Es una conferencia para todo mundo, precisamente para hablar de música; del fenómeno musical en general, pero desde una visión diferente y muy amena. Se trata de cambiar el chip y en lugar de ver la música en la cultura, verla como cultura. Ahí los esperamos. Se van a divertir.
Otra visión de la música