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Motivar, poner metas, no dejarse vencer, saberse con potencial pese a su discapacidad, es lo que ha logrado Antonio Pacheco Hernández, encargado del Club Olimpia, equipo de basquetbol en silla de ruedas, quien ha visto que gracias a la práctica del deporte adaptado la actitud de sus compañeros ante la vida es distinta.
Antonio, con discapacidad motriz por las secuelas que le dejó la poliomielitis, enfermedad que adquirió a los cuatro años de edad, no solamente es el actual líder del equipo, en el pasado también fue seleccionado nacional de voleibol sentado.
“Me dio a los cuatro años [dicha enfermedad], no recuerdo bien la situación, pero mi madre me decía en aquel tiempo, que a los cuatro años me dio la polio y yo no caminaba, pero muchas veces la fuerza de voluntad es lo que te hace salir adelante. Eso fue lo que traté de hacer”, indica.
Recuerda que en su infancia jugaba con todos sus compañeros de escuela, pero con ciertas limitantes físicas, que nunca fueron obstáculos
“Veía a mis compañeros jugar y yo quería ser como ellos, jugar como ellos y, poco a poco, se dio la situación de jugar, y hoy en día, porque el deporte me ha dado muchas satisfacciones, muchos amigos, muchos compañeros y aparte me ha dado trabajo, que es algo que valoro mucho y es muy importante”, asevera.
Señala que, aunque en la niñez fue duro vivir con una discapacidad, tuvo como apoyo la motivación en un maestro de educación física, cuando iba en tercero de primaria.
Explica que cuando hacían los ejercicios en dicha clase y le tocaba ir al frente se iba hacia atrás, para no hacer la actividad, hecho que repetía de manera constante, a pesar de que quería jugar con sus amigos, pero la oportunidad no se daba.
“Un día, un profe, no recuerdo su nombre, pero estoy muy agradecido, me vio y me dijo: Tú te vas a poner aquí [al frente] y tú vas a empezar. Ya no me fui hasta atrás, sino que me puso hasta adelante y empecé a hacer la actividad. Cuando hice la actividad, la verdad, sentí un alivio y sentía que volaba, sentía que era igual que mis compañeros. Llegaba tarde, obviamente, pero al final de cuentas es el valor que le doy a esa lección, que se profe me haya impulsado de esa manera y que me haya puesto adelante para hacer las actividades”, rememora Pacheco Hernández mientras se le hace un nudo en la garganta.
Apunta que esa experiencia en la primaria lo marcó para toda la vida e impulsó su actividad deportiva profesional adaptada. La huella sigue presente hoy en día, con el equipo de basquetbol en silla de ruedas.
Dice que sus compañeros de equipo, que son nueve a la fecha, están contentos de regresar a jugar luego de cinco años que no tuvieron actividad deportiva de manera constante y en forma, incluso en sus estados de ánimo se aprecia un cambio de actitud.
“Hoy en día platicamos más [en el equipo], dialogamos más, nos reímos más en la cancha, que anteriormente cuando entrenábamos para competencias. Eso es importante, que estén alegres”, subraya.
Recuerda que apenas el sábado pasado, día que acuden a sus entrenamientos, alguien en broma les apodó los zombies, pues la mayoría de los integrantes del equipo son unos “jovencitos” de más de 40 años de edad.
Eso los motivó, pues los puso alegres y arrancó las carcajadas de los integrantes del plantel, además de compartir ese momento en sus redes sociales, pues esos detalles levantan la moral del equipo que hacen que el espíritu del club sea otro.
Precisa que los “bajones” de ánimo y la depresión afectan siempre a todos, incluso a él, cuando lo invitaron por primera vez a jugar basquetbol en silla de ruedas, en su cabeza pensaba cómo le iba a hacer.
“Lo primero cuando me invitaron fue preguntarme por qué voy a jugar basquetbol en silla de ruedas, si yo juego basquetbol convencional, si juego voleibol convencional, futbol convencional. ¿Cómo voy a andar en silla de ruedas?, era lo que pensaba. Pero después, con la insistencia de la gente, ya que me subí a la silla de ruedas y vi otra forma de trabajar, otra forma de jugar y me fascinó. Aquí el detalle es que la única problemática es adaptarte a la silla de ruedas y aprender a darle movilidad”, sostiene.
Antonio Pacheco agrega que son como todo los demás, la técnica y preparación física es igual que en cualquier deportista y no ve mucho problema.
Asevera que la discapacidad que presentan sus pupilos son congénitas, secuelas de polio o amputaciones por accidentes, aunque la más complicada es esta última.
“La situación más fuerte es la que es por accidentes. Es la más difícil, porque cuando sufres un accidente te derrumba. Ya no mover un miembro es muy difícil y ya cuando tenemos una discapacidad permanente, de años, lo vas asimilando poco a poco”, asevera encargado del Club Olimpia.
Precisa que la motivación de todo el equipo, para los nuevos integrantes que se suman y llegan tras sufrir un accidente, es decirles que la vida es así, que tienen que seguir adelante y tiene que vivirla.
“Los impulsamos a que se suban a la silla, que busquen la forma de moverla, para que se sientan liberados, que busquen la opción de tocar el balón, de moverlo, de botarlo, que encesten. Esa es la forma importante de motivarlos, además de insistirles que lo hagan una y otras vez”, añade.
El líder del equipo de basquetbol en silla de ruedas puntualiza que es importante que más jóvenes se acerquen y se animen a integrarse al equipo.
Finalmente, indica que buscan que vean que tener una limitante no impide que desarrollen una actividad deportiva y que lo importante es realizar un practica que los rete a romper límites y paradigmas.