Cada fin de semana es lo mismo. En cuanto oscurece tenemos que escondernos en nuestras casas porque ya no podemos salir a la calle, pues corremos el peligro de que nos asalten o nos golpeen; los pleitos nos han quitado la tranquilidad”, lamentó Sandra, habitante de la delegación Santa Rosa Jáuregui.
El problema de riñas en esa zona se ha vuelto un tema de cada fin de semana. Incluso en algunos casos han llegado a los niveles de agresiones a elementos policiales que han acudido a atender los reportes, así como homicidios entre los participantes de los pleitos.
Esta situación ha causado que prevalezca un clima de inseguridad en donde los habitantes del centro de esta delegación, así como de las comunidades que la conforman, vean con temor cómo su integridad y su patrimonio son afectados cada vez que grupos rivales pelean entre sí.
Sandra, quien es madre de cuatro hijos, tiene a dos de sus nueras viviendo en casa junto con sus nietos. Ella se dedica a las labores de la casa, mientras que su esposo trabaja en Estados Unidos.
Su vivienda se encuentra a unas cuadras de la delegación municipal. Para ella, la situación de las riñas es un tema que se ha salido de control para las autoridades de seguridad, tanto del estado como del municipio y que sólo es atendida cuando algo grave pasa, como en septiembre pasado, cuando seis elementos de la policía municipal de Querétaro fueron agredidos con perdigones de escopetas hechizas.
“Tiene más de cinco años en el que los pandilleros se la pasan en peleas cada fin de semana. Desde la tarde de los viernes tenemos que meternos tempranos a las casas. Una como madre luego discute con los hijos, porque les pide que lleguen temprano a la casa y que se metan, porque luego los golpean o les roban sus cosas”, explicó.
Esas pandillas, dice, son integradas por muchachos que no se dedican a nada, porque muchos han dejado la escuela y no trabajan. Sólo se juntan para beber alcohol y drogarse. Buscan la manera de robar, y se meten a las casas o asaltan a la gente en la calle.
Últimamente hemos oído que ponen piedras en el Libramiento (sur-poniente) para que se paren los carros. Luego les sale una bola de vagos y los bajan del carro para quitarle sus cosas a la gente.
El sábado por la noche, refirió, que en la calle 20 de Noviembre hubo un pleito en el cual balearon a dos muchachos y a uno le echaron el carro encima. Esto pasa cada ocho días y, aunque le hablamos a la policía, pasan las horas y ya cuando llegan ya no hay nada”, precisó Sandra.
Señaló que muchas de las actividades cotidianas en Santa Rosa Jáuregui se ven afectadas por la delincuencia que se ha incrementado con la presencia de pandillas.
Dijo que han entregado oficios donde demandan que se incremente la vigilancia en la zona, y también se han reunido con funcionarios de Seguridad Pública y con personal de la delegación, pero que no han tenido mayor respuesta y la incidencia delictiva no ha bajado. “Hemos tenido juntas con los jefes de las policías, con los delegados y hasta con diputados”.
Después de eso, sólo unos dos o tres días pasan las patrullas y después ya no vuelven por aquí. Hasta hemos sentido como una burla que digan las autoridades que son travesuras lo que hacen esa bola de malvivientes, como dijo un ex delegado, comentó.
Expresó que “si esas autoridades tuvieran los problemas que tenemos podrían darse cuenta de todo lo que sufrimos. Nos han quitado lo más valioso, que es la tranquilidad. Ya no se puede andar por la tarde y noche, porque la gente se expone a que le pase algo, a que agredan a las muchachas. Han llegado a pelearse afuera de los velorios estando la gente ahí tendida. No respetan el dolor ajeno y menos a las autoridades”.
En Santa Rosa Jauregui, durante 2015, se presentaron al menos tres incidentes con agresiones a oficiales, así como un intento de linchamiento a un delincuente.
A pesar de las estrategias instituciones de los tres niveles de gobierno para implementar mecanismos de prevención en jóvenes, el problema del pandillerismo y las adicciones siguen aquejando a la población de Santa Rosa Jáuregui.