E l cartel en la pared del local en la calle de Camelinas anuncia un taller mecánico, pero al interior no se observa ningún automóvil, hay gallos. Es un taller de gallos. Los ejemplares de estas aves son faroles que elabora Noé Hernández, para la fiesta de San Pedro Apóstol, en La Cañada, en El Marqués.
Noé, mecánico de profesión, realiza estas farolas galliformes por un gusto durante un mes al año, pues desde niño le gustó salir a bailar su gallo en la festividad de San Pedro, en el Día del Gallo, una de las celebraciones más coloridas y tradicionales de La Cañada.
La celebración se realizó desde la noche del lunes hasta la madrugada de hoy, cuando la gente sale con sus farolas, estrellas y, obviamente, gallos a pasear por las calles de La Cañada, y en cada parada se les ofrece algo de comer.
Noé dice que lleva cinco años en su taller elaborando gallos, aunque desde niño nació su gusto por hacer estas piezas artesanales para las fiestas de San Pedro Apóstol. “Por seguir la tradición. A uno le gustan las fiestas de La Cañada y me gustaba hacer mi gallo para salir a bailarlo a las calles… desde niño”, explica.
Señala que cada medio año hace gallos para la fiestas patronales, aunque a lo largo de todo el año le piden estas figuras en las diferentes comunidades marquesinas. Dice orgulloso que este año organiza la comida de “flachicos” y los gallos que confecciona son a beneficio de esta causa.
Los “flachicos” son personas disfrazadas de diferentes personajes que también recorren por la noche las calles de La Cañada y que llevan en sus sombreros algún mensaje de fe.
Apunta que el taller para elaborar gallos está abierto a todos aquellos niños que quieran aprender el arte de hacer figuras de estas aves, que ya con práctica y la experiencia se pueden elaborar en hora y media.
Para su manufactura tradicional, narra, se usaba carrizo y papel china, aunque ahora se usa periódico y engrudo, a fin de hacerlos más resistentes, ya que los niños los suelen golpear y necesitan ser más fuertes.
“Antes eran alumbrados con velas, pero ahora ya son así. También las otras figuras, las estrellas, que también iban alumbrados con velas”. Comenta que durante un mes o mes y medio deja llaves y fierros por carrizos y papel china, sin que reciba una remuneración por esta artesanía tradicional.
“Es voluntario. A mí lo que me gusta es que los niños aprendan y ahorita apoyar con la comida. Este año vinieron sólo cinco niños, porque no tenemos mucho tiempo, pero hemos tenido cursos de 50, 100 niños en cursos en diferentes comunidades”.
Añade que los carrizos los consigue en un terreno cubierto de vegetación cercano a su taller mecánico y el papel china lo compra en papelerías de La Cañada, donde muchos dependientes les hacen descuentos, pues saben para qué es el material. Recuerda que antes las piezas del gallos de ataban con hilo acerado, pero ahora usa cinta canela para su confección.
A las 21:00 horas el párroco del templo de San Pedro da un mensaje a los feligreses y bendice a las farolas que recorren las calles de La Cañada.
Explica que aunque el simbolismo del gallo no se tiene muy claro, “se supone que es porque el gallo le cantó tres veces a San Pedro antes de negar a Jesús al amanecer. Pero en realidad es un anuncio de que viene la fiesta, que hay que recorrer todas las calles del pueblo”.
Todos los gallos en su taller, al medio una docena, recorrieron la madrugada de este martes las calles de La Cañada, siguiendo con la tradición de la comunidad marquesina, que se mantiene viva gracias a los residentes que se niegan a que las mismas desaparezcan.
El taller de Noé no es el único en donde se elaboran estas artesanías, pues apenas a dos casas de su negocio, otra familia, desde las niñas más pequeñas hasta las mujeres mayores apuran los trabajos para terminar los gallos.
De acuerdo con la tradición, en cada parada a quienes llevan sus gallos, farolas o estrellas se les ofrece un alimento. Además, van acompañados de las tradicionales mojigangas y música de banda, cuyos acordes se escucharán hasta la madrugada de este martes.