El Hospital del Niño Quemado, en Querétaro, fue durante más de una década un refugio para los pequeños que tuvieron encuentros desafortunados con el fuego. Ya sea por negligencia o por situaciones inevitables, pequeños de entidades vecinas como Guanajuato, San Luis Potosí y Michoacán, e incluso pacientes de Nuevo León, Sonora y Chiapas acudieron al nosocomio ubicado en la calle Julio María Cervantes, en la colonia Colinas del Cimatario, para sanar sus heridas.

El hospital atendió a miles de pequeños diariamente, en el inmueble podían recibirse hasta 2 mil menores al día.

Hoy, el nosocomio es un edificio en ruinas, deteriorado por el agua y otros agentes del medio ambiente. Saqueado por bandas juveniles e indigentes, sus pasillos son apenas una sombra de lo que fue hace seis años; muñecos y demás juguetes tirados por los pasillos, camas vacías y bañeras empolvadas, son pruebas de que alguna vez en ese lugar se cuidaron vidas.

No hay electricidad, las puertas y ventanas están vandalizadas, grafiteadas, forzadas y rotas, igual que los tubos de agua y los ductos del aire acondicionado. Afuera, la maleza crece, el edificio está rodeado con una delicada cerca fácil de romper. A pesar de los múltiples intentos por evitar el ingreso de extraños, nada impide que las personas entren por las noches y se roben lo poco que queda.

Esfuerzos para protegerlo

Durante los últimos seis años se intentó de todo: cambio de chapas, rejas, contratar veladores y pedir rondines de patrullas, pero nada funcionó. La última ocasión que se contrató a un velador, las bandas, casi siempre de jóvenes que quieren entrar al hospital, amenazaron con un machete al cuidador y le pidieron que se moviera de ahí, que fuera a cuidar a su familia.

En otra ocasión, el vandalismo se detuvo temporalmente por la presencia de perros al interior del hospital, pero desde afuera atacaron el lugar con bombas molotov.

Según la fundadora del Instituto para la Atención Integral del Niño Quemado (IAINQ), Lilia Cisneros, se trata de varios jóvenes que irrumpen en el hospital, saquean la bodega, se roban guantes, gasas, mascarillas, batas, medicina, equipo, mesas y todo lo que encuentran a su paso; las camas y las tinas de acero reforzado, para bien o para mal, son demasiado pesadas y no han podido robarlas.

Lilia Cisneros está convencida de que el nosocomio abandonado es, por ahora, territorio de nadie; las policías municipales no hacen más que patrullar la zona, levantar a algún muchacho de vez en cuando y después lo dejan en libertad porque dicen que es menor de edad.

Hemos trabajado en meter equipo al hospital para realizar trasplantes, porque varios doctores lo han considerado viable, pero cada cosa que coloco se la roban.

[Los delincuentes] llegaron ya al punto en que se subieron a la azotea, cortaron los tubos de cobre del gas y del agua y se los llevaron, la última vez que fui me encontré con que había una fuente en la entrada del hospital porque cortaron el tubo mayor del agua de la calle hasta el interior del edificio y también se lo llevaron”.

Buscan rehabilitarlo

El Hospital del Niño Quemado funcionó en Querétaro durante 15 años. Sin embargo, por falta de recursos dejó de operar en 2012. Poco tiempo después donaron casi todo su equipamiento al Hospital de Jesús en la Ciudad de México.

El sueño de reactivar el nosocomio sigue latente entre los directivos de la institución a la que pertenece el hospital, por eso el inmueble no puede venderse.

Las opciones son darle un uso distinto, prestarlo o reactivarlo.

Nosotros somos una institución que puede dar deducibles por los donativos que recibimos, pero no podemos vender, pudiéramos rentar o algún otro esquema en el que nosotros no perdiéramos el control del edificio.

El objetivo es que se siga haciendo una labor social, para mí lo más fácil es venderlo, pero no es mío, es propiedad de la institución a la que miles de personas han dado donativos”, comenta la fundadora.

Bajo la idea de reactivarlo algún día, Lilia Cisneros ha invertido de su propia bolsa para cambiar vidrios y herrería, aunque las pérdidas por robos y afectaciones al inmueble rebasan los 6 millones de pesos, cifra que ella no puede solventar.

Ya he gastado miles de pesos en herrería porque rompen las puertas y por ahí sacan las cosas. Pusimos cerrojos por todos lados, pero al día siguiente ya está roto un vidrio, es gente que va todas las noches, si las autoridades hicieran un operativo eficaz, los agarraban [a los intrusos].

Hay varias opciones, una de ellas es encontrar a una persona que se interese por la propiedad y hacer algo con el edificio para que siga siendo un espacio de apoyo social, porque fue eso para lo que fue hecho. Desde que se registraron los primeros robos deben ser 5 o 6 millones de pesos de pérdidas. Por el robo de instrumentos de este año son como 2 millones”.

Lamenta que las autoridades estatales no se interesen por rescatar al Hospital del Niño Quemado; el propio secretario de salud, Alfredo Gobera Farro, señaló que no es responsabilidad del gobierno rescatar y rehabilitar el inmueble.

bft

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