La tranquilidad del parador San Pedro, en la autopista México-Querétaro, en Palmillas, se vio interrumpida la mañana de ayer, cuando elementos del Ejército mexicano y de la Fuerza Aérea Mexicana arribaron al lugar. Descendieron de sus unidades y en pocos minutos estaban rodeados de gente que quería tomarse una fotografía con ellos o con los aviones que transportaron desde la Base Aérea de Santa Lucía, en el Estado de México, al Querétaro Centro de Congresos, para la exposición “Fuerzas Armadas… Pasión por Servir a México”, que se inaugura el próximo fin de semana.
La mañana y su aire frío dieron la bienvenida a Querétaro al primer convoy de las fuerzas armadas que montarán la exposición, tal y como lo han hecho en otras ciudades del país. En esta ocasión, enmarcada por el Centenario de la Promulgación de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos.
Al menos una docena de patrullas de la Policía Estatal aguardaban en la caseta de Palmillas a las unidades del Ejército mexicano y la Fuerza Aérea Mexicana que salieron de la base de Santa Lucía a las 6:00 horas, para llegar poco después de las 8:30 a la plaza de cobro.
Apenas se comenzaron a ver las primeras unidades castrenses, elementos policiales, comandados por su jefe Ángel Rangel Nieves, se movilizaron para escoltar a los vehículos militares en su recorrido hacia la capital queretana.
Poco a poco, las unidades fueron pasando la caseta y se detenían metros adelante. Sus tripulantes bajaban, intercambiaban información y regresaban a sus tráileres. Se detendrían en el Parador San Pedro.
Comienza el recorrido por el carril medio de la autopista, escoltados por patrullas estatales y ante la curiosidad de los automovilistas que veían en las plataformas de los camiones a los helicópteros y aviones que eran transportados por carretera.
En el parador, cuando los camiones se estacionaron de inmediato llamaron la atención de quienes a esa hora de la mañana disfrutaban de los tacos de barbacoa y los almuerzos que en el lugar sirven.
Los más emocionados fueron los niños que se encontraban ahí, pues corrieron de inmediato a observar de cerca las aeronaves. Los militares tienen juguetes atractivos.
Incluso, unos turistas japoneses salieron, retando las bajas temperaturas de Palmillas, a tomar algunas fotografías de los camiones y los soldados, quienes marciales, hacían guardia, con sus armas largas en mano, vigilantes de lo que sucedía.
Un grupo de adultos mayores también salió de uno de los restaurantes, pues vieron la llegada de los militares y que algunos pasaron al baño y la curiosidad les hizo salir.
María Juana Ruaro, mujer mayor proveniente de la Ciudad de México, dice que los militares se portan muy accesibles, pues en la capital del país es más complicado acercarse a los efectivos castrenses.
Señala “que aparte que nos cuidan, son muy amables, son muy sonrientes. En la Ciudad de México cuando hay una cosa así ni siquiera voltean a vernos y aquí están muy amables”.
Junto con sus amigos dice que todos deben estar orgullosos de las fuerzas armadas por el trabajo que hacen, pues arriesgan sus vidas y dejan a sus familias por mucho tiempo, cuando salen a sus trabajos.
No son los únicos que se toman fotos. Un grupo de jóvenes aprovecha para tomarse un par de selfies teniendo como fondo los tractocamiones verde olivo, que con su preciada carga, minutos después reanudarían su camino hacia Querétaro.
A un orden, todos los efectivos militares, tanto del Ejército —con sus uniformes verdes— como los de la Fuerza Aérea —con su indumentaria azul— abordan un camión táctico, una pick up artillada y un humvee.
Dos motociclistas de la Policía Estatal encabezan el convoy, escoltando a los militares. Le sigue una patrulla de la misma corporación, que con sus torretas encendidas precede al convoy, que avanza a velocidad moderada.
Por la carretera se encuentran también con una peregrinación de ciclistas que van a San Juan de los Lagos y que también usan la carretera 57 para llegar a su destino.
La estatua de Conín se ve a la distancia y el convoy se acerca cada vez más a su destino, bajo un sol que quema, pero no calienta, pues el aire sigue siendo frío.
Los camiones verdes bajan rumbo a la ciudad, ante la curiosidad de los automovilistas que observan el paso de las unidades, en un estado donde las movilizaciones de fuerzas armadas son pocos vistas.
Salen de la carretera y toman Bernardo Quintana para retornar y comenzar la subida al Centro de Congresos, donde personal militar los espera, pues desde la semana pasada iniciaron con el armado de las carpas donde se montará la exhibición.
Las patrullas de la Policía Estatal mantienen a cierta distancia a los vehículos particulares y de los medios de comunicación que se dan cita para presenciar el arribo de los camiones.
Poco poco las unidades van siendo acomodadas en el lugar. Los elementos militares bajan, se ordenan, esperan órdenes, aguardan el momento de bajar la preciada carga que transportaron desde Santa Lucía.
El teniente de Fuerza Aérea Piloto Aviador, Héctor Alexis Pérez Sánchez, explica que para stand de la Fuerza Aérea trasladaron cuatro aeronaves: dos helicópteros y dos de ala fija. Entre los primeros un Bell 206, que es uno de los helicópteros más comunes de las fuerzas armadas, y que se usa en diferentes misiones. “También tenemos un Pilatus, que es de combate, y se puede artillar para hacer diferentes apoyos aire tierra. Este avión también se utiliza en la escuela como adiestramiento de los cadetes de cuarto y también lo tenemos en unidades operativas”.
Mientras el teniente explica, los camiones se comienzan a mover y los efectivos castrenses organizan la descarga de las aeronaves. Con una grúa se baja uno de los helicópteros, para lo cual un elemento de la Fuerza Aérea asegura el gancho de la grúa al rotor del aparato.
Otros elementos descargan las mochilas de cada uno de sus compañeros y las acomodan en una de las grandes carpas verdes que flanquean al Centro de Congresos. Todos se mueven en armonía, sincronizadamente, como un coreografía, donde cada uno de los efectivos sabe qué hacer para dejar perfecta la exhibición que abrirá en menos de cinco días.