“Es mucha felicidad y orgullo ser mujer, mamá y policía”, dice Claudia Mendoza Méndez, quien alterna todos los días su función de ser madre de dos menores: un niño de cinco años y una bebé de ocho meses, pero también se ocupa de vigilar las calles y mantener el orden en el Centro Histórico de Querétaro, al ser integrante de la Policía Estatal (Poes).
“Es un orgullo ser mujer, porque somos capaces de hacer muchas cosas, pero también es un orgullo ser mamá, porque es lo que mejor que nos puede pasar en la vida, damos luz con una nueva vida, y ser policía porque me siento muy a gusto, eso es lo mejor, me siento plena, contenta”, enfatiza Claudia quien lleva cerca de 10 años de trabajar en la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC).
Todos los días viste con su tradicional uniforme de policía, porta las armas de cargo y recorre con su bicicleta las calles del centro de la ciudad, zona en la cual esta asignada, para auxiliar a turistas y cuidar el orden.
Previo al Día de las Madres, Claudia hace una pausa en sus actividades para platicar con EL UNIVERSAL
Querétaro, y nos cuenta que se encuentra adscrita al grupo de la Policía Turística que forma parte de la SSC.
Herencia familiar
“Trabajo todos los días ocho horas, ando en bicicleta, estoy por cumplir 10 años en la corporación y en la Policía Turística; las mujeres hemos sido capaces de trabajar en ella, pese a que no es sencilla la profesión”, expone la uniformada.
La vocación por portar el uniforme nos cuenta, le viene de familia, debido a que su padre se desempeñó como policía:
“En su momento se jubiló de aquí, de la corporación, por eso a mí desde muy niña me llamó mucho la atención esta profesión, el portar el uniforme y la responsabilidad que se tiene hacía la corporación”, añade.
Por eso, refiere que cuando supo que había ingresos para cursar la academia de Policía, de inmediato se inscribió y se aplicó para presentar sus exámenes, “gracias a eso pude incorporarme a la Academia y después pude graduarme.
“Para ser policía cursé seis meses en el Colegio de Policía, ahí estuve internada, donde adquirí conocimientos teóricos, pero también practiqué mucho para saber a manejar armas, realizar detenciones, llevar a cabo patrulleo, practicar defensa personal, trabajar en acondicionamiento físico, respetar derechos humanos”, recuerda.
Cada que se pone el uniforme de policía, Claudia dice que siente un orgullo inexplicable, pero también un respeto hacia la sociedad, “me siento contenta y orgullosa de mi misma por lograr mis metas que me fijé.
“El uniforme significa orgullo, porque a mí me gusta mucho ser policía”, reitera Claudia, pero también reconoce lo peligroso que es trabajar en esa profesión, donde su vida está en permanente riesgo, “por eso es importante siempre estar en alerta”, destaca.
Antes de llegar a ser integrante de la Policía Turística, refiere que estuvo en el grupo de la Canina, donde duró alrededor de un año, “ahí tenía que trabajar mucho mi acondicionamiento físico, me movía en patrulla junto con un perro.
“Además de salir a operativos con el perro, también lo bañaba, le teníamos que dar su comida y después me cambiaron a patrullar, donde levantaba reportes de accidentes y cuidar a la ciudadanía, salía mucho a carreteras”, expone.
Posterior a ello, Claudia dice que saltó al grupo de Policía Turística, donde duró tres años, pero después se retiro temporalmente porque se embarazó de su primer hijo.
“Y mientras me recuperé físicamente de ellos, estuve en actividades administrativas.
“Cuando me embaracé por primera ocasión, a los cuatro meses cambió mucho mi rutina: ya no me pude subir a la bicicleta y entonces le tuve que entrar a las actividades administrativas, a fin de no tener un riesgo, aunque la verdad yo disfruté mucho mis dos embarazos, fueron muy tranquilos”.
Claudia relata que es mamá de dos menores: Gael, un niño de cinco años, y Julieta, una bebé de ocho meses, “las dos ocasiones que he sido madre se dieron ya trabajando en la Policía Estatal.
“Es difícil”, comenta, alternar el papel de mamá y trabajar al mismo tiempo como policía, “pero todo lo he resuelto gracias al apoyo de mis padres y mi esposo, quien no es policía, se dedica a otras cosas, [y así yo] puedo coordinar mis tiempos”.
Debido a lo absorbente que es su trabajo, Claudia enfatiza que sus dos hijos “son niños de guardería” y, cuando ya no está en horas laborales, dice que les dedica tiempo completo a los menores “para cuidarlos, y darles de comer”.
En el grupo de la Turística, dice que rola turnos, una semana trabaja en la mañana y otra en la tarde, “pero lo más emocionante es que mi hijo se siente muy orgulloso cuando me ven con el uniforme y de que su mamá es policía, me ve como superhéroe”.
Emocionada, comparte que cada que despide de su hijo para ir a trabajar, “él me persigna y me dice que me cuide para que no me vaya a pegar un ratero, siente orgulloso de tener una mamá policía”.
Es difícil trabajar y ser mamá al mismo tiempo, expone, sobre todo “cuando mi hijo se enferma y hay que estar al pendiente de él para darle el medicamento, eso es muy preocupante”.
Pese a las adversidades que enfrenta todos los días en el trabajo, Claudia, dice que los motores de su vida son Gael y Julieta, “ellos lo son todo, hay ocasiones que me siento muy cansada, ya no quiero hacer nada, pero al verlos y mirar la sonrisa de ambos se me quita el cansancio y cualquier dolor que traiga en el cuerpo”.
En la SSC, comparte, hay muchas mujeres que cumplen el papel de vestir todos los días el uniforme de policía, pero también son más, “todas estamos en la misma sintonía de sacar adelante a nuestros hijos”.