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La tala clandestina y el calentamiento global son las principales amenazas que enfrenta la Reserva de la Biósfera de la Sierra Gorda, afirmó la ambientalista Martha Isabel “Paty” Ruiz Corso, quien presentó la exposición fotográfica con motivo del 30 aniversario de la Fundación del Grupo Ecológico Sierra Gorda.
“Tenemos que terminar con el clandestinaje, que sigue como llavecita, ahí abierta, que va minando territorios diversos, pero creo que eso es abatible, dado que también el gobierno del estado está interviniendo con las fuerzas de seguridad pública, adicionales a las fuerzas federales, y eso es lo que por mucho tiempo no se había dado, esa coordinación”, comentó.
A la fecha, agregó, la participación tanto del estado como de la federación se da para proteger los bosques, por lo que confió en que se va a detener ese fenómeno que merma los territorios de la reserva de la biósfera.
“Es grave porque es una explotación tan ignorante. El 40% de estos árboles centenarios queda tirado ahí arriba, porque son unas latitudes que hacen imposibles que eso sea una explotación comercial, viable y lo acapara puro empoderado local que está haciendo sus felonías. No es negocio para nadie. Estamos perdiendo ese capital natural.
“Tal vez la madera no tiene tanto valor comercial, pero qué tal para sostener un trombón o tener todas esas bromelias y orquídeas. Ese es su valor mayor, hasta ahora intangible. Lo que conocemos por madera no vale la pena, por eso los aprovechamientos forestales deben de verse con una lupa, para ver que tan viables y qué tanta biodiversidad perdemos si se tala”, dijo.
De la misma manera, precisó que el otro fenómeno que amenaza la biodiversidad en la Sierra Gorda es el calentamiento global, las plagas forestales y los incendios, pues todo está muy seco y es sencillo que se presenten estas conflagraciones.
“Es muy frágil nuestra reserva. De aquí [del suelo] para arriba son 14 kilómetros, es la capita de la cebolla que tiene el planeta para albergar vida, por eso la reserva para nosotros es algo muy sagrado”, subrayó.
Llamó a la sociedad civil y a los ciudadanos a tomar acciones para proteger a la Sierra Gorda y coadyuvar con las autoridades. Puso como ejemplo a los habitantes de la zona que se organizan para proteger la riqueza natural y de la biodiversidad.
“Tratar de generar una solución más participativa, le daría una fortaleza [a la sociedad], porque si no estarían solos cuando tengan que pelear o defender Peña Colorada, habría una voz social. Así que si les preocupa el problema, actúen, es el momento de emprender a favor de la tierra”, aseveró.
La exposición fotográfica, que se exhibe desde ayer y hasta el próximo 18 de julio en las rejas de la Alameda Hidalgo, se montó con imágenes del fotógrafo Roberto Pedraza, quien precisó que en su experiencia ha visto oyameles de 40 metros de altura, donde aserran sólo dos metros y medio de madera y dejan el resto tirado, tomando en cuenta la altura no es inversión para los taladores.
A su vez, el secretario de Desarrollo Sustentable, Marco Antonio del Prete Tercero, puntualizó que es muy complicado contabilizar el número de hectáreas afectadas, pues en ocasiones son uno o dos árboles los que se derriban, y sólo se aprovecha 20% de los mismos, justamente por la topografía y el acceso a la pieza caída, por lo que es difícil de bajar.
“La gran afectación no es la superficie que se daña, sino el ecosistema que se está afectando al momento de talar ese árbol, porque un árbol de cinco o 10 metros que se derriba no sabemos que tenía en la copa, no sabemos qué animales tenía en el tronco… Más que una superficie dañada, es el valor ambiental que se pierde por el derribo del árbol”, añadió.