Alejandra y Manuel entraron a lo que parecía un bar cualquiera. Mesas, luces, música de DJ, una barra, meseros, todo en normalidad. El lugar se llamaba Dreams, en la Ciudad de México, aunque una puerta misteriosa al fondo era el elemento adicional que marcaba la diferencia con respecto a los demás antros. La pareja sabía que detrás de esa puerta estaba el mundo que buscaban. Uno muy diferente y excitante.

Aunque a primera vista la actividad dentro del bar era muy normal —nada que no se viera en Cancún en un fin de semana de springbreak, en palabras de Manuel—, detrás de la puerta misteriosa se encontraba la verdadera experiencia swinger o también conocida como intercambio de parejas.

Pasaron algunos minutos y Ale y Manuel no pudieron negarse a su curiosidad y cruzaron el umbral de aquella entrada. Un cuarto con una luz muy tenue, algunas camas distribuidas en el centro del lugar, así como varios sillones alrededor “para que las parejas que quieran tengan relaciones en las camas y para las que quieren ver lo hagan sin problema, aunque hay un cierto protocolo ahí adentro, nadie se ríe y nadie hace mucho escándalo, por respeto, y no quieren interrumpir, además de que es una imagen poderosa, ver a tres o cuatro parejas cogiendo te deja sin habla”, explicó Manuel.

Normalmente, agregó, en cada bar o fiesta swinger hay en la entrada una pareja anfitriona que sondea a quienes llegan, les preguntan sus expectativas, si es la primera vez que visitan el lugar, los invitan algo de tomar y son los encargados de presentarlos con las demás parejas conforme van llegando, además de que ellos mismos se encargan de juntar a las personas con gustos afines, pues Manuel también reconoce que en este mundo cada pareja tiene sus códigos y sus gustos muy particulares.

“Pasamos 20 minutos en el estacionamiento en lo que nos decidíamos a entrar, ya que entramos nos invitaron una chela y nos fueron presentando con las demás parejas, pero nosotros estábamos muy retraídos, en un rincón.

“Preguntamos qué había detrás de esa puerta y nos contestaron que estaba el paraíso (risas). Abrimos la puerta, nos asomamos 20 segundos y volvimos a cerrar impresionados de lo que vimos, y quedamos con el corazón a mil por hora”, compartió la pareja.

Hasta la tercera vez que entraron al cuarto swinger, ya con la libido estimulada, fue que Ale y Manuel ocuparon un lugar en una cama y entraron en acción, aunque esa primera vez ninguno de los dos quería que otras personas tocaran a su pareja.

“Tuvimos la suerte de que en ese momento llegó otra pareja a tener sexo junto a nosotros, pero sin tocarnos; entonces ellos nos veían y viceversa, fue algo interesante”, expuso él, aunque Ale complementa:

“Cuando nosotros fuimos por primera vez al lugar, no sabíamos qué esperar, nuestro primer acercamiento fue un trío y después conocimos el mundo swinger donde ya te das cuenta de que hay más opciones, pero para esa primera vez no sabíamos nada, si era obligatorio el intercambio, qué va a pasar, si me tocan y no me gusta, teníamos muchas dudas, pero lo bueno que esa primera vez ahí estuvimos, nos arriesgamos, fue una experiencia padrísima que fue voyeur, pero era lo que necesitábamos justo en ese momento”, contó Ale, al recordar aquella primera vez dentro del mundo swinger.

“Somos personas normales”

Juntos ante la ley desde 2008 (aunque comenzaron su noviazgo cuatro años antes, en Coahuila), Ale y Manuel son como un matrimonio cualquiera. Son padres de dos niños, de 12 y 7 años, ambos trabajan. Él es originario de la Ciudad de México y abogado; ella, oriunda en Torreón, Coahuila, con título de psicóloga clínica y maestra de yoga desde hace un año, y en general son personas normales, que incluso antes de entrar al mundo swinger vivían una sexualidad plena y sin complicaciones. Ale es bisexual activa y Manuel es heterosexual.

“Siempre la intención es desmitificar esto, que vean que somos gente normal, somos papás y estamos en la asociación de padres de familia. Tenemos dos hijos, de 12 y de siete años, que todavía son dependientes, por eso el tema de la discreción en lo que hacemos es muy importante”, comentó Manuel.

Ellos, para salir a divertirse y a conocer gente prefieren viajar a la Ciudad de México, “allá el tamaño de la ciudad te permite un anonimato que va muy al caso con este tema.

“Luego, conforme te empiezas a adentrar en este círculo, comienzas a hacer amigos y empiezas a dejar de funcionar en el mundo real, pues una cosa que nosotros hemos notado mucho es, y sobre todo en Querétaro, en las zonas de El Refugio y El Campanario, por ejemplo, que de pronto la gente está muy clavada con lo que tiene, con lo que compra, el colegio al que van sus hijos, el coche que maneja, y la verdad en el mundo swinger no es así, como que ya superó esa etapa porque este rollo te enfrenta con tus inseguridades, tus miedos y reta mucho a la comunicación de la pareja. Entonces encuentras gente con un nivel de comunicación más avanzado, menos inseguros, más desinhibidos y que no se dejan perjudicar por sus propios miedos, una diferencia clave para esto”, comentó Manuel.

Para Ale, han quedado de lado las expectativas que años atrás regían una sociedad moralista. “Lo que nos decían nuestros papás: que debíamos ser alguien, tener una profesión, una familia, un trabajo, la monogamia, en este submundo ya no permea, ya no es tan importante, porque ya se comparten cosas mucho más profundas que sólo el hecho de vivir en una zona residencial bonita o tener carros o cosas materiales, como que lo importante es compartir y eso ha hecho que seamos una comunidad mucho más unida”.

Un trío para empezar

Fue en agosto de 2013 cuando la pareja comenzó a analizar la idea de explorar una sexualidad diferente, a pesar de que Ale reconoció que “no fue por falta de una vida sexual activa, como pasa en muchos casos de parejas que entran en esto. Al contrario, fue para conocer nuevas cosas, nuevos placeres”.

Manuel contó que todo nació en el momento que su esposa le preguntó qué quería de regalo de cumpleaños. Él, sin miramientos contestó: “Se me antoja un trío”, dijo.

Agregó que Ale no fue fácil de convencer. “Pasamos un tiempo de estira y afloja. La primera vez que se lo dije su reacción fue de negación total y de enfermo no me bajó, pero cada vez posterior que lo mencionaba la cosa se iba aligerando y cada vez Ale mostraba un mayor interés”, relata.

Fue hasta noviembre de 2013 y después de mucha labor de convencimiento, que Ale y Manuel experimentaron su primer trío sexual con otra mujer, una compañera de la clase de yoga que mostraba un discreto interés por Ale.

“Al saber que esta chava tenía interés por Ale, le dije que la invitara. Aceptó la invitación a una cena y ahí salió el vinito, luego un Baileys y ya entrados en calor empezamos con algunos juegos de retos que fueron subiendo de tono hasta que ahí mismo se concretó el trío y después repetimos la experiencia con ella por segunda vez”, contó la pareja, que vivió este encuentro hace casi cuatro años como un parteaguas para buscar nuevas formas de disfrutar una sexualidad más abierta, misma que los llevó a investigar hasta dar con la comunidad swinger y todas sus implicaciones.

Vuelo a la hilacha

Desde ese momento su vida cambió y un nuevo gusto compartido nació entre la pareja. “Nosotros sentimos que debía haber más, que el abrirse a una sexualidad diferente no se detenía ahí y como que debíamos buscar un siguiente paso, y me puse a investigar en internet hasta dar con el término swinger”, añadió Manuel.

Lo que encontró sorprendió a la pareja, pues se dieron cuenta de que existían bares, hoteles, viajes, agencias de viajes que rentan cruceros y hoteles enteros para swinger. Un amplio mundo de gozo se abrió ante sus ojos.

“México actualmente es el paraíso swinger a nivel mundial. En Cancún hay un resort que se llama Desire, donde la gente viene de todas partes del mundo en un ambiente muy liberal, y al descubrir este lugar hicimos una reservación, pero por la gran demanda que tiene logramos reservar cinco meses después.

“Tras reservar comentamos entre nosotros que debíamos practicar para no llegar como los nuevos sin saber qué onda, y empezamos a dar con algunos bares en Ciudad de México y dimos con un lugar que se llama Dreams, donde tuvimos una experiencia totalmente voyeur, sin intercambio”, relató Manuel, sobre su primera experiencia swinger como tal.

Cuando salieron de Dreams, agregó Ale, “la pareja con la que compartimos este primer momento nos explicó todo, nos dijeron que no era obligatorio el intercambio, que hay parejas que tienen años en esto y nunca han hecho un intercambio completo, que es cuando la pareja tiene relaciones con otras personas. Está la experiencia voyeur, como la que nos tocó, donde sólo se observa a la otra pareja, pero también hay una forma de intercambio que se llama blizz, que es cuando las mujeres se besan y se tocan pero los hombres no participan, luego está el soft, que es cuando hay intercambio pero no penetración (besar, acariciar o tener sexo oral con una tercera o cuarta persona) y luego ya viene el intercambio completo, que puede ser en una misma habitación o incluso en habitaciones separadas, según los códigos y gustos de cada pareja”.

Desde ese momento, la pareja ha visitado varios clubs swinger en varias ciudades de México y Estados Unidos, y ha tenido la oportunidad de atender muchos eventos, takeover de hoteles y son asiduos visitantes de hoteles exclusivos para esta práctica.

Su estado swinger tiende al intercambio suave (soft swap), aunque no están peleados con el concepto de intercambio total, que han experimentado, pero no es lo más común y no es algo que busquen activamente, todo depende si se presenta la oportunidad y hay química.

Tanto Ale como Manuel describieron que en Querétaro “el mundo del intercambio de pareja existe más de lo que creen los propios queretanos, aunque de forma muy discreta. Son reuniones privadas en casas, pues al ser un estado conservador no hay bares u hoteles exclusivos swingers, pero hay empresarios, políticos, ministerios públicos y un sinfín de personas metidas en esto en el estado”.

A detalle

La pareja platicó que hay una regla de oro entre swingers: “No es no”, cuando una pareja no quiere estar con alguien en específico o no les gusta lo que están experimentando. Otra de las cosas principales para entrar a este mundo es que la práctica de esta modalidad sexual tiene que ser completamente consensuada entre la pareja y mucha comunicación entre ellos. “Hay quienes esto les sirve para revivir su matrimonio de muy buena forma, pero también hay parejas que llegan mal y esto termina de romper la relación. Debe haber una conciencia absoluta de lo que esto representa entre la pareja, los dos deben estar de acuerdo totalmente”, aseguró Manuel.

Desde hace un año, Ale y él producen un podcast llamado Swinger México, disponible en plataformas como Itunes, Soundcloud, Stitcher y Libsyn, que financian con recursos propios.

“No tenemos patrocinadores, hacemos esto porque nos gusta hacerlo y nos divertimos mucho haciéndolo, pero ha tenido una gran respuesta y mucha gente ha llegado a reuniones o fiestas por escucharnos. Esto nació porque no había algo similar más que en inglés cuando buscamos información y tratamos variedad de temas para desmitificar la vida swinger”, compartió la pareja.

En cuatro años, Ale y Manuel ya son un referente de los swingers mexicanos, sus fantasías evolucionan con cada experiencia que pasan, todo por abrirse a un mundo que además de placer les genera seguridad en sí mismos, conocer gente nueva que piensa como ellos y el darse cuenta que los prejuicios mantienen cegada a una sociedad donde la doble moral es una constante.

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