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Las calles de Querétaro, hasta hace unos momentos sólo con los sonidos típicos del comercio y el murmullo de la gente que camina por ellas, se llenan con la voz mezzosoprano de Teresita de Jesús Loyola Soto, quien acerca el bel canto a los ciudadanos de a pie de la ciudad, y a quienes, dice, abre su corazón.
Los andadores del primer cuadro de la capital lucen llenos de turistas y ciudadanos que disfrutan de los días de asueto de los últimos días del año. Los comercios lucen sus productos y el centro bulle.
Teresita llega hasta el andador 16 de Septiembre, muy cerca del templo de La Congregación, donde se lleva a cabo una misa. La mujer de mediana edad coloca un cesto en el suelo, frente a ella. Luego saca un termo con una bebida, para dar un sorbo al líquido. Meticulosamente lo cierra y acomoda a un costado.
Comienza a cantar. De su boca surge una voz que de inmediato llama la atención de los presentes, quienes voltean a todos lados, buscando de dónde sale ese potente canto. Se topan con la figura de Teresita, con su falda larga, color rojo, con estampado de flores y blusa negra, con una bufanda, para proteger la garganta.
“Estudié canto, técnica vocal varios años con diferentes maestros. Comencé en Querétaro y luego me fui a la Ciudad de México al propedéutico a la (Escuela) Nacional de Música. Mi voz es mezzosoprano. Llegué a Querétaro buscando trabajo otra vez como coral, (pero) el espacio del arte está muy cerrado”, explica.
Señala que además de cantar está cercana a la meditación y la búsqueda del ser interior, por lo que el canto, cuando lo descubrió, se complementó con la meditación y las técnicas de respiración y concentración.
Luego de siete años en la Ciudad de México regresó a Querétaro, donde luego de buscar empleo y no encontrarlo más que como voluntaria coral durante un año y medio, pero necesitaba recursos. En ese entonces aprendió una terapia, donde una compañera le propuso que cantara en la calle y pidiera una cooperación. Lo hizo.
“Creo que lo que me ayuda es que los prejuicios los he roto desde que medito y desde que empiezo mi camino. Al principio me daba un poco de pena, pero el primer día que me puse a cantar y que veo que la gente responde fue como un alivio. Estoy aquí porque aparte, es como una tarea de compartir y salgo porque siento que entrego el corazón, me canso entregando algo que es lo que yo hago. El canto lo trato de transmitir con ese amor que siento”, subraya.
Afirma que la gente en la calle es muy noble, pues descubrió otro perfil, otra percepción de la realidad, pues cuando se es ciudadano, peatón, de la escuela o el trabajo a casa, no se descubre esa dinámica urbana.
“Es maravilloso cuando uno, como artista, te plantas en la calle, abres tu corazón y das lo que sabes hacer, es maravilloso porque me llevo tantas miradas tan bonitas, agradecimientos, bendiciones y para mi eso es increíble”, enfatiza.
Precisa que estando en coros o en otros escenarios no se sabe la respuesta de la gente, aunque el público aplauda, pero no hay esa cercanía, como la hay en la calle, de donde se lleva, dice, una visión del mundo diferente, “les das amor y te dan amor”.
“No sé cuánto más tiempo de mi vida voy a venir así. Ya voy a cumplir casi un año de que vengo, pero lo que es maravilloso es lo que me llevo de las personas, ese intercambio con la gente y el cambiar tu visión”, agrega.
Puntualiza que los artistas se preparan para los escenarios, no se preparan para las calles, pero para Teresita estar en los andadores del centro le ha servido para pulirse, para desarrollar su voz, además que para agradar a la gente debe esforzarse aún más.
Emocionada, narra que las circunstancias la llevaron a la calle, pero ha encontrado una experiencia que no creyó tener en este lugar, pues descubrió que la gente es agradecida y compartida.
Teresita explica que su repertorio está compuesto de canto clásico, desde antología italiana, arias de ópera para mezzosoprano, algunas cantatas de Johann Sebastian Bach, que es lo que más le gusta interpretar y que a la gente en la calle también le gusta.
“Puedo cantar versátil, pero (el canto clásico) es lo que más me gusta. Yo tenía la duda, pues era puro canto clásico, no creí que a la gente le conectara, o tenemos la idea de que a la gente no le gusta la voz vibrada y aquí he visto gente más positiva al canto clásico. Se rompe el mito de que a la gente no le gusta el canto clásico”, enfatiza.
Eso es un hecho. Los paseantes se detienen ante Teresita, la escuchan por unos minutos. No pocos son aquellos que cooperan. Colocan monedas y billetes por igual en el pequeño canasto, que cada cierto tiempo es vaciado por la cantante.
“Más música en la calle”
Añade que a la gente le interesa escuchar música culta, acercarse a otros géneros que en ocasiones se consideran elitistas por los lugares donde se presentan, pero en la calle, donde están más al acceso del grueso de la población se demuestra que no es así.
“La gente se detiene y me graba. Escucha una pieza completa. Me sorprende que les guste, pero es eso, el acceso fácil. Desgraciadamente a veces aunque haya conciertos en museos, no sé si es por la falta de difusión (no asisten). Pero para mí, estar aquí, que lo estén escuchando y se acerquen a agradecer (demuestra que) a la gente le gusta. Tendría que haber más presentaciones de calle, en la calle, como se hace con otros grupos”, dice.
Teresita señala que hacen falta más presentaciones en la calle, lo que para ella le ha funcionado, pues estar en este escenario le ha permitido ser contratada para eventos particulares, como inauguraciones de galerías, de exposiciones en museos, o fiestas, que la han llevado a otras ciudades a presentarse.
La mujer vuelve a cantar. Un grupo de personas se detiene a escucharla, sorprendidos por el espectáculo. Los niños, mandados por sus padres, depositan monedas en el cesto, en agradecimiento a Teresita, quien agradece con una reverencia el donativo y los aplausos al final de su interpretación.