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“La santería es crecimiento, es humildad y base de la vida”, sostiene Osaín, un reconocido santero que lo mismo atiende a una persona sencilla que a militares y políticos, sobre todo en temporada electoral. No le gusta que satanicen su practica porque “es como la gente quiere que sea”.
Originario de Acapulco, Guerrero, Osaín profesa la religión yoruba, que cuenta con una serie de santos producto del sincretismo entre las creencias del catolicismo y de la cultura africana, “en el tiempo de los esclavos”.
“Se hizo así para que tanto los monjes como los padres que estaban en la colonización le dejaran practicar su religión a la gente afrocubana. La santería es como la gente quiere que sea. La satanizan, pero no es mala, es buena, porque se usa para muchas cosas: para salir adelante, para enfermedades, para cosas”, asegura.
Casi 99% de quienes lo consultan acuden a él porque alguien los dañó y quieren saber a qué se debe su mal o su enfermedad, pero lo que se le ofrece son “medios de prevención, si la gente los quiere hacer los hace, si no, no”.
No aprendió la santería porque “no se aprende, se nace, son dones que se traen, porque mi mamá lee las cartas, se llama don de vientre de madre, ya naces con esta bendición de poder hacer cosas”, explica.
Hace alrededor de 16 años que la practica, aunque desde niño “sentía” energías, presencias, pero le daba miedo ver espíritus o soñar cosas premonitorias, hasta que decidió profundizar más para beneficiar a la gente.
Pertenece a la Asociación Cultural Yoruba de Cuba, donde todo miembro debe registrarse y tener un padrino o una madrina en ese país, para evitar que se estafe a la gente, porque “luego las estafan y les hacen cada estupidez.
“Hay un lema en Cuba que dice: ‘patea un otán y ya haces un santo’, quiere decir que ya a cualquiera le dices: vas a ser santero, vas a ser esto, pero los timan, les ganan el dinero”, insiste.
De todos colores
En la zona donde se encuentra lo reconocen por atender a “gente muy importante” y él mismo lo dice. La santería no es un recurso sólo para personas de escasos recursos ni ignorantes.
Lo mismo acuden con él militares que policías estatales, federales o municipales, gente de gobierno que hablan y dicen “quiero esto o preguntan por qué pasa esto, o gente que tiene negocios muy grandes y dicen: quiero saber por qué pasa esto y les decimos si lo puede prevenir”.
En campañas recibe a muchos políticos que buscan protección y cuidarse de traiciones, así como frenar los chismes. Los políticos acostumbran pedir que les vaya bien, pero nunca piden algo para ganar.
“Para que te vaya bien tienes que no hacer el mal, todo es un yin-yang, si tú haces un mal recibes un mal, si tú haces un bien, recibes un bien, hay gente que te dice que la santería es para narcotraficantes, vendedores de droga o eso, pero no, la santería es como la gente quiere que sea, porque ustedes puede pedir un bien o puede pedir un mal, cuando se pide un mal tiene que haber un por qué y se le pide permiso al santo”, agrega.
Lo mismo atiende gente de Estados Unidos que de Chile o del Estado de México. Llegan a Querétaro a buscarlo desde hace tiempo y sólo les pide no fanatizarse, porque se trata de una religión y nada más hay que cuidarse de la gente.
Es claro al diferenciar las religiones: se le llama santería en Cuba, en Brasil es macumba, en Haití se llama vudú, pero todas son un derivado de las mismas raíces africanas.
A veces lo busca gente que quiere que una persona se enamore de ella o que se deje dominar. Eso también se puede hacer, siempre que se obtenga permiso del santo y hay veces que simplemente no se puede.
“Lo importante es que se lleven bien, porque todo es familiar, todo nace en las familias, aquí cuando llegan personas a las que les dicen: tú andas con alguien o tu marido anda con alguien, pues la santería trata de unificar familias, porque es una enseñanza”, sostiene.
“Lo mal habido se acaba rápido”
La santería recurre a los oráculos y a las cartas como una manera de saber qué le pasa a la gente, pero siempre será necesario tener el permiso del santo y conocer el interés de las personas.
“Hay gente que dice: quiero estar bien con mi familia, hay gente que quiere estar bien con su pareja, les decimos entonces que hagan una u otra cosa o que se bañen con algo”, expresa.
Está en contra del uso de cosas como el toloache, que otros utilizan en sus rituales. Dice es una droga que usaban los aztecas para otros fines.
“La mezclaban con pulque: cuando se las daban a la gente las dejaban en un estado somnífero y era cuando les sacaban el corazón, cuando le dan toloache a la gente eso no es brujería, es apendejar a una gente. Quizás la gente se desespera porque le suben la dosis, les da, les da y les da y les quema”, advierte.
Otras personas acuden a pedirle “amarres” para que una persona no se vaya. Muchas veces no hay necesidad de eso pues basta con hacer cambios mínimos para estar bien en pareja.
Muchos saben a qué se dedica y aseguran que es muy bueno, pero su madrina en Cuba le dice “que sólo pierda el tiempo con quien realmente lo necesite. Hay mucha gente que hace lo mismo, pero atiendo a cualquier gente, no me gusta atender a los que andan en malos pasos, hay quienes sí lo hacen porque obtiene algo, pero ¿de qué te sirve? Lo mal habido se acaba rápido”.
Después de tantos años como santero, Osaín sostiene que aprendió que la humildad es la base de la vida, porque ayuda a la gente, sin gran interés y según su madrina, es así porque “ese es el camino que te tocó”.