Junto al comal de las gorditas de masa azul, solamente separado por una tabla de unos tres centímetros de grosor, se encuentra una mesa con juguetes por la temporada del recién pasado Día de Reyes. Mesas de ropa están junto a tablones con perfumes; antigüedades junto a aparatos domésticos; tenis y zapatos junto a vendedores de bolsas, revistas, herramienta, muebles... todo cabe en el tianguis sabatino de la colonia Presidentes, uno de los más concurridos de la capital queretana, que también se pone los martes.
Gerardo Montes Serrato tiene 36 años de dedicarse a la venta de ropa, joyería, cortinas y edredones que trae de Estados Unidos. Es uno de los 700 comerciantes que cada semana colocan con su mercancía en alguno de los espacios dentro de la explanada del mercado, porque “todos necesitamos vender algo para cómo está la situación”.
Nuevos o de segunda mano, los artículos que se ofrecen atraen. Son miles de visitantes los que asisten a lo largo del día, desde ocho o nueve de la mañana hasta las 18:00 horas, aunque algunos comerciantes empiezan a levantar sus cosas a las tres de la tarde.
La constante del día es ver, entre angostos pasillos, como la gente se arremolina para observar y escoger la ropa que los vendedores colocan sobre tablones. Todo amontonado en bultos, así que hay que clavar la mano para encontrar algo de la preferencia de cada comprador.
Jugos y fruta se venden junto a un puesto que ofrece cremas y artículos para la piel al paseante. Papas fritas y banderillas encalladas entre dos puestos de ropa de marca. La señora que vende congeladas, “los bonais”, suena su campana a su paso. Hace calor y no falta quien le compre sus golosinas que no rebasan los cinco pesos.
Blusas, camisas y chamarras, colgadas con letreros de 20, 30, 40 y 50 pesos, incitan a la compra, junto con pantalones de 25 y 30 pesos.
La paciencia para escoger es necesaria para una buena compra, porque hay para todos los gustos y presupuestos. “El chiste es darse el tiempo para elegir”, dice un padre de familia que revisa unas camisas.
Sabanas, cobijas y colchas ofrece un joven comerciante con gritos por ahí. Discos “piratas” de música son probados para garantizar que sirven una y otra vez. Melodías que se mezclan con el grito de los mercantes y el murmullo de los compradores que se adentran, algunos en familia, en el laberinto de puestos y artículos. Un tianguis de oportunidad, tanto para clientes como locatarios, pues los primeros encuentran cosas que difícilmente se consiguen en otro lado, y los segundos generan el sustento de sus familias.
Don de comerciante
Gerardo, de 52 años de edad, llegó al tianguis con 16 años y fue por convicción que le entro al arte de la venta en el mercado que se encuentra detrás de la Centenaria y Benemérita Escuela Normal del estado de Querétaro.
“Son 36 años los que llevo como comerciante, normalmente me dedico a la venta de ropa, joyería, cortinas y edredones. Cuando llegué esto no era así, antes el mercado no estaba y aquí era un hoyo de pura terracería. Tenía 16 años en ese entonces. El mercado que está enfrente, era de pura lámina y cartón, y lo demás era puro terreno donde se colocaba el tianguis, la Escuela Normal no tenía barda, ni siquiera cruzaba una avenida por aquí, así que todo el terreno, que fue donado para los tianguistas de Querétaro se utilizaba para el tianguis”, recordó.
A sus 16 años, sólo con la convicción de convertirse en comerciante, Montes Serrato llegaba con dos cajas de cartón en las manos: “Me traía cinco pastas de dientes, siete sopas, dos cajas de cereales, ocho cuadernos y tres bolsas de jabón, una inversión muy pequeña. Las libretas las dábamos en 4.50 pesos, las comprabas a 3.20, así que era una ganancia de 1.50 pesos, pero lo que importaba era la constancia”.
La perseverancia lo llevó a visitar todos los tianguis de Querétaro con su mercancía, con la intención de aumentar las ganancias, pues al principio, “solo salía para los camiones, pero el chiste era no dejarlo, vender y reinvertir”.
Reconoce que tuvo la fortuna de prepararse académicamente a la par que asistía al tianguis de la colonia Presidentes.
“Tuve la oportunidad de crecer porque tengo aparte otro trabajo, actualmente soy el presidente de una asociación de gestores donde nos dedicamos a los vehículos de carga y particulares, pero fue gracias a que trabajaba y estudiaba al mismo tiempo”, platicó.
Es por eso que Gerardo Montes consideró que, para dedicarse al comercio ,“hay que tener el don”.
“Nací con el don, porque siempre que me preguntaban que iba a ser de grande respondía que comerciante y hasta la fecha, ahora junto a mi esposa y mis hijas”, sostuvo.
El que madruga…
Para ser el primer fin de semana de 2017, año en el que el alza en el precio de la gasolina y el pago de servicios ha tomado por asalto a la sociedad, “hubo un buen flujo de gente”.
Gerardo, al igual que sus compañeros comerciantes, no puede detener su rutina por la situación, por lo que llegó, como cada sábado, a la una de la madrugada, para comenzar con la instalación de las lonas que cubren su puesto, además del armado y acomodo de ropa.
“De la gestoría no siempre se saca lo necesario, esto es un complemento, pero aun así se batalla, porque hay que aguantar las inclemencias del frío, la lluvia, la temporada de calor, los robos que te hace la gente”, añadió.
Al tocar el tema de los hurtos, Gerardo reconoció que son muy persistentes en este tipo de tianguis: “Nos han tocado mujeres que se roban las prendas, el promedio es mayor de mujeres que hombres que se dedican al robo en este tipo de lugares, pues aprovechan cuando se carga de gente y se llevan las cosas”.
Aunque son robos pequeños, aceptó que el problema es cuando se cuantifican las pérdidas en lapsos grandes de tiempo; en lo particular calcula que entre 2009 y 2013 tuvo una pérdida de un millón 200 mil pesos en mercancía.
“En ese entonces no nos permitía el gobierno venderle a la gente y nos quitaban la mercancía, ahí perdí mucho en conjunto con los robos hormiga, nos correteaban y se llevaban todo, ahora afortunadamente ya se reguló la situación y se hizo una unión de comerciantes a la que pertenecemos todos”, detalló.
Aunque en el tianguis de la colonia Presidentes predominan los artículos de segunda mano, lo que vende Gerardo y su familia son ropa y artículos de importación.
La situación se complica
Don Gerardo sabe que con el actual precio del dólar se complicará su método para surtirse de mercancía, ya que cada 15 días hace un viaje a Nuevo Laredo, Tamaulipas, para cruzar la frontera en busca de ofertas que le signifiquen alguna ganancia.
“Voy por la mercancía hasta la frontera y ahí pago una boleta ante aduanas, un impuesto que es el 6% del valor de la nota de venta y como se puede deducir ese impuesto en Estados Unidos, es la misma cantidad que ocupas para compras posteriores, esa es la ventaja de comprar allá, te regresan el impuesto y lo ocupas para volverte a surtir”, contó el comerciante, que ha adquirido prendas hasta en cinco dólares.
“Tengo ropa que compre cuando el dólar estaba en 12 o 13 pesos, hice mi bodega con el tiempo, pero regularmente trato de ir cada 15 días, tengo mis papeles en regla y afortunadamente si encuentro cosas más baratas”, agregó.
Un viaje que ahora se va a encarecer por el tipo de cambio de la moneda norteamericana, sobre todo para su regreso, pues tiene que abordar una línea local, un boleto de autobús que llegará a los 3 mil 600 pesos, más el boleto de ida, el monto destinado para mercancía y las comidas.
Sin embargo, el comercio, además del ir y venir de la frontera, es una forma que le ha funcionado a don Gerardo para subsistir y complementar su economía familiar. Además de la colonia Presidentes los sábados, él y su familia también venden su ropa y artículos en el tianguis de Lomas de Casa Blanca.
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