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Trabajar de mesero es un oficio noble y redituable cuando se hace con pasión, afirma Carlos Ramírez, un joven de 23 años de edad, quien durante cerca de ocho años ha ejercido el empleo.
Señala que esta ocupación le da la oportunidad de, actualmente, estar a punto de concluir una ingeniería en el Tecnológico de Monterrey; sin embargo, para salir adelante en la escuela y el trabajo, el esfuerzo que ofrece se tiene que “duplicar”.
Su labor como mesero inició en la preparatoria, cuando identificó que para poder tener un poco de independencia el primer paso era obtener ingresos propios, lo cual le permitiría poder divertirse con su dinero.
Años después decidió utilizar ese recurso para el pago de su colegiatura, así como para apoyar a sus padres, pese que hasta ese momento recibía menos de 400 pesos por semana.
“Me empezó a gustar tener dinero para gastar en la escuela y comprarme mis cosas, después de ocho años seguimos en el oficio para poder financiar mi colegiatura y apoyar a mi familia”, destaca al recordar sus inicios como garrotero y asistente de mesero, puesto en donde muchas veces se hace una labor más extenuante.
Ser mesero es un trabajo de al menos 10 horas, similar a una jornada laboral de cualquier otra profesión, aunque mejor remunerada, afirma Carlos al hablar sobre las cualidades que le gustan de este oficio.
El rubro en que se desempeña normalmente es el de los banquetes, en donde le pagan 400 pesos, más las propinas que pueda conseguir.
En este trabajo la diversión no puede faltar, pues literalmente se encuentran en una fiesta.
Sin embargo, menciona también va acompañado de estrés y preocupaciones, más cuando se acerca el momento de pagar la colegiatura, por lo que es indispensable sacar más propinas de la habitual.
El joven hace énfasis en que, pese a ser una labor alegre, siempre debe rodearse de profesionalismo.
Al menos una vez a la semana trabaja para un salón de fiestas, en donde ha laborado los últimos cinco años.
Menciona que estas fechas decembrinas el trabajo se incrementa considerablemente y pasa de ser una noche los sábados, a todos los días de la semana. Si bien esto representa un ingreso económico mayor, advierte que también limita el tiempo que puede dedicar a toda esa vida que está detrás de Carlos “el mesero”.
“El principal beneficio es la paga, porque a pesar de que el salario mínimo actual es de 80 pesos diarios, en la mesereada de banquetes son cada vez menos los lugares donde se paga mínimo 350 por el servicio y este aumenta cuando el mesero es independiente y va a domicilio, otro de los beneficios es que no es de trabajo rudo y que, si se tiene la disposición, simplemente se necesita ser ordenado, responsable y limpio”, indica.
Sin embargo, representa complicaciones, muchas de ellas de carácter moral, pues en ocasiones los clientes “se creen con el derecho” de tratar como inferiores a las personas que le están brindando un servicio.
“Te das cuenta que, detrás del trabajo, existe el mesero profesionista, maestro, estudiante, ingeniero, licenciado y es lo que la gente no presta atención, que detrás de un trabajador esta la persona”, asegura.
Aunque también recuerda que estas experiencias son un impulso para seguir capacitándose y salir adelante.
Este joven mesero, quien el próximo año se graduará como ingeniero de una de las universidades más importantes de la entidad, tiene que solventar diversos gastos: su colegiatura, que aún con beca es costosa; la manutención de su pequeña hija, de cinco años, así como apoyar económicamente a su esposa y sus padres, lo cual va a la par de soportar la responsabilidad de mantener la beca y el empleo que tiene.
Aunque actualmente, por todas las obligaciones que tiene, no cuenta con el tiempo que quisiera para pasar con su hija, de quien dice es el motor para salir adelante y “partirse el lomo” todos los días como mesero, más los fines de semana, disfruta al máximo cada instante, pues es la recarga de energía que necesita para enfrentar arduas jornadas de trabajo.
“Las necesidades familiares conllevan a tener además otro ingreso fuerte para solventarlas, ya que si fuera la mesereada el único ingreso de una persona tomando en cuenta que no siempre nos llevamos propinas, no siempre tenemos evento, este salario no es ni lo mínimo indispensable para mantener una casa con comida, agua, luz, gas”, sostiene el hombre.
Por estar a un paso de graduarse como ingeniero mecánico, Carlos ya tiene la posibilidad de vivir en el campo laboral, por lo cual vislumbra que 2017 será el año de su retiro como mesero, ya que tendrá que dedicarse completamente a su profesión.
Destaca que su carrera universitaria es producto de aquellas personas que le han dado el respaldo durante su camino, así como del profesionalismo con el que se desempeña.
Aunque está a punto de “colgar el mandil y el moño”, está convencido que siempre recordará la manera en que se debe cargar una charola, cómo preparar bebidas, la forma de servir los platos e, inclusive, como atender a los clientes, para que su servicio sea profesional y la empresa a la que respalda siempre brinde más oportunidades a otros jóvenes que desean apoyar sus estudios con un ingreso adicional.
“Le debo muchas cosas, le debo sustento, porque a pesar de que no vivo de ser únicamente mesero es un ingreso muy bueno, le debo mucha experiencia en tratar a las personas y que a lo largo de estos años he conocido muchas personas auténticas que te brindan su apoyo y amistad incondicional”, concluye.