Un grupo de estudiantes de la Universidad Aeronáutica en Querétaro (UNAQ) ha dedicado los últimos tres años a perfeccionar un prototipo de vehículo espacial similar a los utilizados por la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés).
Deste 2015, el equipo RoCh participa en el Human Exploration Rover Challenge, concurso organizado por la NASA para fomentar la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías para la planificación de futuras exploraciones tripuladas a otros mundos.
En este desafío participan universidades de todo el mundo. La competencia consiste en diseñar y construir un vehículo impulsado mecánicamente por dos tripulantes (un hombre y una mujer), llamado “Rover”.
El automóvil debe recorrer un circuito de un kilómetro y medio en el menor tiempo posible, enfrentándose a diferentes tipos de terreno (como grava, lodo, hielo y pendientes pronunciadas), a través de los cuales se recrean las probabilidades que se podrían encontrar en el espacio exterior.
La más reciente edición del Human Exploration Rover Challenge se realizó del 30 de marzo al 1 de abril, en la ciudad de Huntsville, Alabama.
Este año participaron 99 equipos de diferentes países, como Estados Unidos, Puerto Rico, Alemania, India, Bangladesh, Brasil, Perú, Lituania y Bolivia. Representando a México acudieron equipos del Tecnológico de Monterrey Campus Cuernavaca, la Universidad Politécnica de Tapachula, Chiapas, y el equipo RoCh, de la UNAQ.
A la vuelta, EL UNIVERSAL Querétaro conversó con Omar Felipe Baeza López, quien ha estado en el equipo RoCh desde los inicios del mismo.
Felipe afirma que participar en un concurso de la NASA parecía una idea lejana, pero decidieron intentarlo y en 2015 el equipo logró obtener un lugar.
“No lo esperábamos y fueron meses de trabajar mucho; ese año fue muy pesado. Empezamos en un taller de familiares, sin la maquinaria adecuada, a veces sin luz, al principio sólo éramos cuatro personas.
“Muchas veces improvisamos con materiales que conseguíamos en las chatarrerías. Fue complicado, pero también un año muy grato porque conseguimos ir”, comentó.
Ese año cinco compañeros y Felipe viajaron a Alabama y obtuvieron el lugar 35, de un total de 94. Ganaron el segundo lugar nacional en diseño compacto y soldadura de acero.
“Fue la primera vez que fuimos y por supuesto que surgieron problemas. Había cosas que no consideramos pero se aprendió de eso. Llegas allá y te enfrentas a obstáculos que son muy complicados”, mencionó Felipe.
Más compañeros se unieron al proyecto, lo que se tradujo en más apoyo.
“Ese año pudimos trabajar en un taller más en forma, aunque aún fuera de la escuela. Había complicaciones para trabajar, porque luego estábamos aquí [en la universidad] hasta tarde, y para llegar allá [al taller] a seguir trabajando en la noche era complicado.
“No obstante, se pudo comprar mejor material. Se pudo hacer un prototipo más ligero, se hicieron mejoras, más gente apoyó y se logró conseguir un mejor lugar”, destacó.
De 2015 a 2016 el equipo mejoró diez lugares en la tabla general de la competencia. A su vez, el vehículo quedó entre los tres primeros lugares de pesos ligeros, ya que se utilizó aluminio desarmable, con diseño y construcción de llantas originales.
Al hablar de 2017, Felipe resalta que cada año más personas buscan colaborar. Dijo que este año se hizo un reclutamiento dentro de la universidad, y se incluyó a alumnos de diferentes áreas y carreras, para contar con apoyo en electrónica, diseño y manufactura.
De ser cuatro chicos en un taller, el equipo pasó a estar conformado por 30 personas, contando con un espacio ubicado al interior de la universidad.
“Ya tenemos un taller en la escuela donde podemos trabajar. Mis compañeros y yo acabamos las clases, venimos aquí, trabajamos y regresamos a los salones. Es muy práctico, con estas 30 personas se buscó integrar diferentes áreas para tener una estructura más definida. Hoy tenemos un área de administración, otra de diseño, manufactura y de electrónica”, explicó.
A la espera de conocer los resultados finales correspondientes a este año, el equipo tiene conocimiento de haber ganado el segundo lugar internacional en telemetría, un área en la que no se tuvo participación en años anteriores.
“Estuvimos a un minuto de ser el mejor equipo internacional, y ese es otro reconocimiento que te da la NASA”, afirma Felipe.
El estudiante de la carrera ingeniería aeronáutica en manufactura reconoce que gracias a los patrocinadores, el equipo cuenta con tecnología que se puede aplicar en el diseño de su prototipo.
Al hablar sobre las áreas en las que se han logrado las mayores mejoras en estos años, el alumno asegura que ha sido en muchas.
“El primer año no llevábamos suspensión y la dirección no funcionaba de buena manera. Ahora la dirección se hizo bastante bien gracias al área de diseño y al área de manufactura. El peso se redujo muchísimo, en comparación con el primer año, por los materiales que tuvimos; la primera ocasión eran de acero, y este año son de aluminio. Las llantas, el primer año eran muy improvisadas, y en esta ocasión se hizo un análisis y se obtuvo un diseño más óptimo y más ligero.
“En la parte del ensamble también se obtuvo mucha mejora; el primer año no sabíamos muchos lineamientos que se pedían y no sabíamos cómo se realizaba, y con base en eso pudimos hacer una mejora en cuanto al desensamble del prototipo”, expresó.