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El local es pequeño. Dentro del mismo todo está bien distribuido. El olor a detergente y suavizante de ropa llena el aire de la lavandería y planchaduría de Beatriz Torres, quien hace seis años inició este negocio en Querétaro, en donde emplea a personas con discapacidad, por ser más responsables; aunque en el ramo lleva más de 16 años, desde que vivía en Oaxaca, de donde se mudó.
Sólo una carpa azul con letras blancas, que dice “Lavandería, Planchaduría, Tintorería, Costuras”, anuncia el negocio de Beatriz, originaria de la Ciudad de México.
“Yo llevo 16 años en mi giro. Siempre he tenido negocio propio de lavanderías, desde hace 16 años. Antes estaba en Oaxaca, pero me vine huyendo del conflicto social de los maestros. No se puede trabajar ahí, porque te cobran derecho de piso, te bloquean las entradas y la gente ya no quiere salir”.
Debido a eso y a pesar de que la lavandería es un servicio básico al que recurre mucha gente que no tiene tiempo de lavar sus prendas de vestir, las ganancias que obtenía por su negocio eran pocas.
Mientras camina al lugar en donde comerá, explica que decidió mudarse a Querétaro porque aquí está toda su familia. Allá, en Oaxaca, también tiene familiares, pero prefirió trasladarse al estado junto con su esposo, que tiene un local de puertas automáticas.
Narra que su traslado a Oaxaca fue porque sus padres vivían ahí; pero luego, por las condiciones sociales, decidieron mudarse a Querétaro y ella decidió seguirlos, porque la ciudad es más tranquila, aunque sí ha llegado a tener problemas.
“Las inundaciones nada más, se inunda horrible. Todo el paso de Circunvalación se inunda. Todos los años se nos inunda cuatro o cinco veces, en la temporada de lluvias”, precisa.
A pesar de ser pequeña propietaria y el auge de franquicias que han proliferado en los últimos años en el ramo de la lavandería, no se ve afectada en lo más mínimo, pues su “fuerte” es el trato personalizado y el servicio.
“El giro de la lavandería es como el de la comida. Si tú haces y brindas el servicio bien, no tienes competencia. Ni siquiera en precios porque [las franquicias] tiene hasta las bolsas rotuladas y todo lo personalizan, entonces todo es más caro que con nosotros”.
Apunta que otra diferencia de su negocio con las franquicias es que usan máquinas estándar, mientras que en las grandes empresas son muy automatizadas, por lo que se eleva el costo pagado por los clientes.
“Claro que tenemos retrasos porque es más mano, de obra artesanal, pero ello redunda, por otro lado, en que es más detallado el planchado”.
Precisa que la cantidad de gente que emplea es variable. Los últimos meses del año, por la carga de trabajo, contrata a hasta cinco planchadoras; mientras que el resto del año, son sólo tres personas, quienes trabajan de las 9:00 a las 19:30 horas de lunes a viernes y los sábados abren de las 9:00 a las 15:00 horas.
Beatriz precisa que el obstáculo que ha encontrado estos años para abrir otra sucursal de su negocio es la actitud de la gente que pide trabajo, pues en lugar de adaptarse al ritmo y procesos de la lavandería, quieren imponer sus condiciones.
“Quieren trabajar de tal hora a tal hora y yo como patrón me quedo a cubrirlo. Me dejan encargado el changarro. La mano de obra, en mi giro, es muy complicada”, asevera.
Indica que este tema es el que más le cuesta trabajo, pues aunque trata de nivelar las carga laborales, el factor humano es el que más obstáculos le representa, incluso más que en Oaxaca, en donde las personas son más obedientes y responsables.
En el estado de Querétaro, continúa, en muchas ocasiones la gente amenaza con demandar por conflictos laborales, a pesar de que, dice, les da prestaciones, como Seguro Social, y brinda un buen trato.
Señala que en donde ha encontrado personal responsable y capaz es entre las personas con discapacidad.
De hecho, agrega, actualmente cuenta con dos personas sordas en sus filas y dice que son más responsables con el trabajo, pues seguramente valoran más el empleo que los demás, por saber lo complicado que es colocarse en otra empresa.
Negocio en crecimiento. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en sus Censos Económicos 2014, en México existen 30 mil 805 negocios dedicados a la lavandería y la tintorería, que emplean a 66 mil personas.
El 68.9% de las personas que laboran en estos negocios son mujeres, mientras que 31.1% son hombres.
Las entidades con mayor número de estos negocios son la Ciudad de México, con 18.6% del total nacional; Estado de México, con 16.7%, y Jalisco, con 7.4%.
Por la dinámica poblacional, en fechas recientes las lavanderías y planchadurías han tenido un “boom”, pues las parejas, al verse en la necesidad de salir a trabajar, no tienen tiempo para lavar sus prendas en casa, por lo que recurren a estos negocios, cuyos costos suelen variar por la zona y tipo de servicio que brindan.
Incluso, existen negocios en donde se pueden encontrar lavadoras y secadoras que funcionan con monedas, teniendo sólo un encargado para apoyar a los clientes en los procesos o cambiarles las monedas; mientras que existen otros en donde los clientes acuden y dejan su ropa, para regresar en un día o dos por la misma.