La calle de Justo Sierra, en El Tintero, aún presenta encharcamientos, consecuencia de la lluvia del domingo por la tarde-noche. Blanca Estela Jiménez barre el frente de su domicilio, afectado por la inundación que se registró, la cual dañó parte de sus muebles, sin que hasta ahora se hayan acercado a ellos las autoridades para apoyarlos.
En la calle el agua comienza a evaporarse por la acción del sol, haciendo que la temperatura aumente y la humedad moleste aún más.
Blanca limpia el patio de enfrente de su casa, que aunque está unos 30 centímetros por arriba del nivel de la calle, presentó entrada de agua. La joven señala que lleva sus 29 años viviendo en ese lugar, donde hace 10 años también sufrieron de inundaciones de sus domicilios.
Apunta que la vez pasada, cuando se inundaron les llevaron costales, pero después de que pasó la inundación. “El agua se mete por enfrente, por la parte de atrás, sale del baño, sale por todos lados”, comenta.
Dice que el domingo el agua entró a su domicilio, mojando los sillones de la sala, pero su hermana actuó a tiempo y alcanzó a subirlos, para que no se mojaran del todo, aún así, un pequeño sillón no se salvó y permanece en el exterior de la vivienda, junto a cuatro costales de arena, que para los vecinos son artículos de primera necesidad.
Indica que algunos vecinos comentaron que el domingo por la noche se presentó en la zona personal de Protección Civil del municipio, pero hasta el momento no se han acercado a ellos para ver cuáles son sus necesidades más apremiantes.
“La vez pasada que se inundó sí nos ayudaron, nos dieron un colchón que se nos mojó. A algunos vecinos, la lavadora, una sala, pero una o dos cosas”, precisa.
Agrega que a pesar de estar organizados en la colonia, no han logrado solucionar el problema de las inundaciones.
El dren que atraviesa por la zona está apenas a unos 20 metros. Su profundidad no es mucha, apenas llega a la altura de la colonia, por lo que cuando su nivel crece el agua escurre por gravedad a El Tintero.
En la esquina que forman Justo Sierra y Alí Chumacero se observa un charco que abarca toda la extensión de la calle. Unos costales permanecen al frente de un domicilio de fachada color blanco y puertas en negro.
Al fondo de la calle un hombre mayor, Sabino Ramírez, trata de quitar con un pequeño marro la tabla que sirvió de dique para que no entrara tanta agua a su casa.
Con un pie lastimado, Sabino trata de quitar la tabla, que “se apretó” por acción del agua. “El nivel del agua alcanzó unos 50, 60 centímetros, pero se mete toda hasta adentro. En estos tiempos es frecuente que se nos meta el agua, además de que hay mucha basura. Pero sí, cayó mucha agua ayer (el domingo)”, comenta.
En las paredes se ve la marca dejada por el agua al subir. En las viviendas de la calle es notoria la huella dejada por el líquido.
Sabino señala que su sala se perdió por el agua, al igual que en el caso de Blanca, autoridad alguna se ha acercado para apoyarlos.
“Nadie ha venido. Nadie. Ni ayer (domingo), ni hoy (lunes), ni Protección Civil, ni nadie”, enfatiza.
Agrega que es muy raro que suba el agua de esa manera, pero en esta ocasión llovió mucho en poco tiempo. Lo que hicieron, cuando vieron la intensidad de la lluvia, fue poner la tabla a manera de compuerta para evitar que se inundara más su domicilio.
Víctor Hugo Hernández vive en el domicilio de fachada blanca con los costales al frente. En el patio de su vivienda está lo que quedó de unos roperos y unos sillones. Su abuelo está sentado en uno de ellos, en la parte que permanece seca.
El joven dice que el agua les llegó a las rodillas, echando a perder los sillones que no alcanzaron a ser rescatados. Indica que el domingo, después de la lluvia y la inundación, una camioneta de Protección Civil circuló por el área, pero no llegó hasta la esquina de su casa, y estuvo apenas unos 10 o 15 minutos y retirándose del lugar.
Víctor apunta que todos los años sucede lo mismo y tienen que padecer las inundaciones. El año pasado, dice, perdieron más cosas, pues se echaron a perder otros objetos.
Mientras Víctor platica, su abuelo escucha atento la charla de su nieto. De vez en cuando asienta con la cabeza cuando el joven explica lo que sucedió en su casa.
Narra que al momento de la inundación no estaban en su casa. Tuvieron que llamarle a un amigo para conocer cuál era la situación en la colonia.
Cuando le dijeron que estaba subiendo el agua él se regresó rápidamente a su casa, pues su abuelo estaba solo, rescatando lo que pudo.
Agregó que el problema no fue tanto de las autoridades, pues el agua fue pareja, aunque sí pidió que se hiciera el canal más profundo, para evitar que el agua suba tan rápido, pues está al mismo nivel de la colonia.
Mientras el sol avanza por el cielo, las aguas se evapora, dejando un olor a humedad en el aire, mezclado con orines y heces.
Víctor sigue con sus labores de limpieza en su casa. Apresura las tareas para dejar limpia su casa y evitar que los niños de su familia enfermen por la humedad y los residuos de las aguas… hasta las próximas lluvias.
gr