En la comunidad de San Pedro Ahuacatlán, los espacios educativos, atención médica y servicios básicos se tornan insuficientes ante el crecimiento acelerado de su población; en esta localidad, que cuenta con cerca de 14 mil habitantes, se prevé la llegada de por lo menos mil 500 familias en los siguientes dos años, ante la creación de nuevos desarrollos inmobiliarios.
En este nuevo ciclo escolar, cerca de 60 habitantes en edad de cursar primaria y secundaria no alcanzaron un espacio en las instituciones de la comunidad, por lo que debieron acudir a escuelas de localidades cercanas para continuar con sus estudios.
San Pedro cuenta con un jardín de niños, una primaria que opera en dos turnos, una secundaria y dos instituciones de nivel medio superior, estas últimas brindan además espacios para jóvenes provenientes de Visthá, El Mirador, Santa Rosa Xajay, La Valla, La Llave y la cabecera municipal.
En el caso de los servicios médicos, cuenta con una casa de salud, insuficiente para atender la alta demanda de atención; diariamente, cerca de 10 personas pierden su turno para recibir una consulta y deben esperar hasta una semana para ser asistidas.
En 2012 se solicitó la construcción de un centro de salud regional, pero sólo se autorizó la construcción del centro clínico para Santa Lucia en 2013 , aunque el recurso no ha sido entregado por la federación al estado.
Jorge Luis Silvestre Balbino ha vivido siempre en esta comunidad y actualmente es autoridad auxiliar, durante los últimos 10 años ha sido testigo del crecimiento acelerado que San Pedro Ahuacatlán ha sufrido por la creación de nuevos fraccionamientos, junto con el cual ha incrementado la actividad delictiva.
Hace un mes, se reportaban robos diarios a casa habitación; luego se modernizó el sistema de alumbrado con la introducción de lámparas led y los hurtos disminuyeron a dos por semana. El consuelo es poco para las familias afectadas por los delincuentes, sin considerar los numerosos actos vandálicos en la zona.
Desde hace más de un año la comunidad carece de módulo de vigilancia, que antes operaba en las oficinas de la delegación y, aunque Jorge Luis Silvestre reconoce que continuamente patrullas municipales realizan rondines, esta medida es insuficiente para atender a la creciente población y sus problemáticas de seguridad.
Un ejemplo claro se vive a diario en el fraccionamiento La Rueda, cuya construcción inició aproximadamente en 2004 con la oferta de más de 700 viviendas, pero actualmente se encuentran inhabilitadas más de 100 casas, que son empleadas para consumir drogas o como refugio de delincuentes, aseguran vecinos del lugar.
El fraccionamiento, que prometía ser uno de los más atractivos en la localidad, es identificado como un punto rojo en delitos patrimoniales por la propia Secretaría de Seguridad.
Más del 60% de hombres y mujeres en edad productiva de esta comunidad laboran como obreros en las industrias asentadas en San Juan del Río; otro 20% se dedica a la producción de ladrillos, y el resto al hogar y la actividad agrícola.
La producción del campo también se ha acabado con el incremento poblacional. De acuerdo con el delegado los ejidatarios, han optado por vender sus tierras a desarrolladores inmobiliarios, ya que es más redituable deshacerse de sus terrenos por la poca productividad del campo.
“Se están acabando las parcelas, aquí la gente se dedicaba a la producción de maíz y en 10 años han desaparecido estos puntos, porque ya no era costeable para los productores seguir sembrando. Nuestra comunidad es atractiva porque se encuentra a 15 minutos de la ciudad, pero también hemos atraído a muchas personas que se dedican a delinquir”, dijo.
Hace una década, cerca de 480 hectáreas eran para la producción de granos, según cálculos de los ejidatarios, quienes optaron por vender a constructores, pero también a donar espacios para la construcción de las escuelas que actualmente operan el panteón y la casa de salud.
No más de 200 hectárea se ocupan actualmente para la siembra de alimentos, según confirman los 120 integrantes de la Unión de Ejidos.
Una de las áreas recientemente vendida para el desarrollo de viviendas se ubica a un costado de la secundaria de la localidad; en este punto se construirán mil 500 viviendas y los inversionistas prevén que sea espacio habitacional privado, para evitar que el historial de delincuencia registrado en La Rueda se repita en estas viviendas.
Los servicios básicos también se están limitando, tal es el caso del agua. San Pedro cuenta con su propio sistema de abastecimiento, administrado por habitantes, pero el suministro se ve limitado a seis horas diarias, porque de otra manera las familias del lugar no alcanzarían líquido para sus actividades cotidianas.
“A las cinco de la mañana inicia la distribución de agua del pozo, a las 10:30 aproximadamente se cierra el bombeo del pozo, luego se abre a las cinco de la tarde otra hora y la gente debe aprovechar este tiempo para guardar agua, bañarse o hacer las labores del hogar”, aseguró.
Este pozo abastece sólo a los habitantes de la localidad, los fraccionamientos de reciente creación reciben el servicio a través de la Junta de Agua Potable y Alcantarillado Municipal.
Aunque la agricultura agoniza y la inseguridad incrementa con la llegada de nuevas familias, el nuevo proyecto habitacional representa una esperanza para los habitantes, pues el representante del desarrollo inmobiliario, Julián Malo, se comprometió a donar un terreno para el centro de salud que tanto añoran los vecinos.
De concretarse la donación y la gestión de recursos, San Pedro Ahuacatlán vería resuelta una de sus principales necesidades; pero la inseguridad y urbanización de calles son otros pendientes que autoridades tendrán que atender.
Jorge Luis asegura que poco a poco se han rehabilitado calles, que los vecinos han llegado a acuerdos para que el agua llegue a todos y han colaborado para cuidarse mutuamente ante la creciente delincuencia, pero reconocen que no pueden solos con los numerosos problemas que crecen a la par de su población.