José López Sánchez, originario de La Cañada, nació en la Navidad de 1948, recuerda su lugar de origen como era hace 50 años, principalmente el balneario de El Piojito, donde dice brotaba “agua por su pie, tenía su agua propia”. El Piojito se ubica en el centro de La Cañada, a unas cuadras del Palacio Municipal. Una alberca recibe al costado izquierdo recibe a los visitantes, quienes disfrutan de la alberca, a unos cuantos pasos de sus domicilios.

Pasando al área de baños y de administración, hay una biblioteca, con un acervo amplio y general, aunque los libros que hablan de la historia de La Cañada ocupan un lugar especial en la misma.

Estas fechas de vacaciones de Semana Santa son de las favoritas de los bañistas marquesinos que suelen recurrir a este lugar a nadar y refrescarse por las altas temperaturas que se sienten en la primavera.

Del lado derecho una zona de juegos infantiles también hacen las delicias de los visitantes, aunque a decir de don José, hace falta que le pongan césped a la zona, para evitar que los niños, si caen de los juegos, vayan a lastimarse.

El hombre recuerda como si hubiera sido ayer cómo era El Piojito, que tenía un letrero con la leyenda Escandón, recordando el nombre de don José Escandón, quien hizo la construcción de su propio bolsillo para beneficio de los habitantes de La Cañada, quienes en los calurosos meses de mayo suelen acudir al lugar, aunque desde siempre fue conocido como Piojo.

“Antes El Piojito en donde está la alberca estaba la entrada, luego estaban los vestidores, la regadera en el rincón, luego estaba la entrada y había baños a un costado. Más atrás, había un cuarto que era usado como bodega, porque también había una cervecería”, recuerda.

Don José charla sentado en una jardinera de la parte posterior de El Piojito, bajo la sombra de uno de los árboles que se ubican en el lugar. Más atrás hay una cancha de usos múltiples, así como unas instalaciones que dice se usan para eventos sociales.

La temperatura en este sitio es fresca, contrasta con el clima caluroso que se siente afuera. El lugar, lleno de árboles y con césped recién sembrado ofrece un lugar tranquilo. Don José deja a un lado su hoz y su trinche para platicar.

Señala a unos muros que dan hacía la avenida Ferrocarril Poniente, que cree son los originales de la construcción del lugar. Había una puerta nada más y había un pozo adentro. Había un cuarto porque había una bomba que llevaba el agua a la parte de arriba del cerro, que repartía el líquido. Dice que eso fue en el año de 1956.

“Todos los baños tenían su agua propia. La alberca, lo que es El Piojito ahorita, tenía sus coladeras (por donde salía agua). Luego la válvula estaba afuera. Ahí cerraban la válvula cuando lavaban la alberca, que era cada ocho días. Cerraban la válvula y ya no salía agua por las coladeras. Cuando la acababan de lavar abrían la válvula y volvía a salir el agua por todos lados, tenía su agua propia”, explica.

Apunta que antes brotaba agua, pues se tenía un manantial en el lugar, y antes había árboles de aguacates. Además, una esquina era de una señora que tenía una “mata” de plátanos, así como una acequia que corría por la zona y que llegaba hasta Hércules, a los llamados Perales.

Don José lleva apenas un año trabajando en El Piojito, pero antes trabajó hace muchos años para el gobierno del estado, para posteriormente pasar a la administración de El Marqués, no sin antes pasar a trabajar la cantera y labrar. Ahora, se dedica al mantenimiento del balneario, donde han puesto césped y cuidan en general todo el balneario.

En la alberca hay varias familias que disfrutan del agua. Los más chicos son quienes más gozan del agua de la piscina. Otro empleado vigila que todo transcurra con normalidad en el lugar y se respeten las reglas a su interior.

Los adultos observan desde la orilla, sentados alrededor de una mesa y sillas de color blanco, mientras de fondo se escucha música de moda, a través de una bocina que está a un lado de la pequeña habitación que sirve como oficina para el personal de la alberca.

Otra familia se ubica en la esquina contraria de la alberca. Una niña, de unos 13 años, reta a un adulto a realizar un clavado, el cual ejecuta después de pensárselo por unos minutos. Ambos se divierten mientras el resto de la familia ríe.

A los presentes se les una familia recién llegada que, bolsas en mano, busca un lugar para ubicarse en el sitio, que cuenta con espacios amplios para colocar unas toallas a un lado de la alberca y aliviar el calor de abril.

En al área de juegos, donde hay columpios y una resbaladilla, tres niñas y un niño se divierten usando los aparatos. Esa zona, dice don José, también se empastará, pero esperan que sea con césped sintético, que resista más los juegos de los pequeños.

Las construcciones donde se ubican las oficinas y la biblioteca son de una sola planta. En la dedica a la administración una placa da constancia de la remodelación de El Piojito, Centro Cultural y Deportivo que “es reinaugurado por el presidente municipal José Gómez Güemez, para la recreación de las familias queretanas y la promoción turística de El Marqués, siendo gobernador del estado de Querétaro Francisco Garrido Patrón”. La fecha de la placa marca el 18 de marzo de 2005.

En la biblioteca, a pesar de ser vacaciones, hay una mujer que enseña matemáticas a dos niños. El lugar es acogedor. Por las ventanas se pueden observar las áreas verdes que rodean la construcción. En los anaqueles se observan en una zona libros de las diferentes disciplinas de estudio. En otro lado, hay revistas que pueden ser consultadas por los visitantes.

Don José se sienta frente a una de las construcciones originales y que ha sido remodelada, justo donde dice que había un pozo hace mucho tiempo. Platica que tiene dos hijas y un nieto. Está casado casi desde hace 50 años con Ángela Martínez González, “ya estamos viejos”, dice entre risas.

Añade que en La Cañada hace muchos años se sembraban muchas hortalizas, por lo que su alimentación era muy natural, regada con agua del río Querétaro, que en esa época estaba limpia.

Del mismo modo, en muchas partes de La Cañada había manantiales que eran usados por los habitantes para regar sus sembradíos. Agrega que incluso la gente usaba el río para bañarse y lavar ropa, debido a la pureza del agua, allá por los años 50 del siglo pasado.

Don José vuelve a tomar sus herramientas. Se dirige a su compañero, con quien se pone de acuerdo para seguir con sus tareas. Platican con algunos conocidos. Se aleja lentamente, vuelve a la parte de atrás de El Piojito, donde está parte de la historia de La Cañada y de Querétaro mismo.

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