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Tés para bajar de peso, jarabes con propóleo para la tos y pomadas de árnica son algunos de los artículos que más de 8 mil familias dedicadas a la recolección de plantas medicinales comercializan en tiendas naturistas del país, pero pese a la gran demanda que hay entre los consumidores, este oficio está en riesgo de desaparecer debido a la regulación “restrictiva” de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).
Integrantes de la industria de la herbolaria y la medicina tradicional demandan un nuevo marco regulatorio para la industria farmacéutica, que reconozca legalmente a la medicina herbolaria bajo una regulación que permita el desarrollo del sector, el cual representa una alternativa de salud, dado que 80% de la población recurre a este tipo de medicina.
La herbolaria genera empleos para miles de familias, así como una derrama económica de 600 mil millones de pesos anuales, según datos de la Federación Mexicana de la Industria de Herbolaria y Medicina Alternativa, Tradicional y Naturista (FNIHMATN).
Comerciantes naturistas han tenido pérdidas de 250 millones de pesos en los últimos tres años por los operativos de la Cofepris contra los productos milagro; el monto de los artículos decomisados asciende a 5 millones de pesos. Asimismo, se les han impuesto multas que oscilan entre los 380 mil pesos y los 980 mil pesos. Los comerciantes aseguran no vender productos milagro, sino artículos de plantas medicinales, y que los aseguramientos se deben a defectos en el etiquetado, que están corrigiendo.
Hierbas prohibidas
Emmanuel Zúñiga, presidente de la FNIHMATN, comentó que la actual lista vigente de plantas medicinales prohibidas —que data de 1999— integra 78 hierbas, pero advirtió que ese listado podría incrementarse a 432 dado que en recientes estudios se han descubierto propiedades farmacológicas en esas hierbas.
Al tener este tipo de propiedades, para ser comercializadas estas hierbas como tratamientos terapéuticos, requieren ser elaborados en laboratorios especializados y aprobar estudios químicos, así como de estabilidad, cuyo costo es de hasta 180 mil pesos.
Zúñiga argumentó que los artículos 215 y 216 de la Ley General de Salud establecen una serie de normas de etiquetado y de condiciones de producción que sólo pueden ser cumplidas por los grandes laboratorios farmacéuticos, por lo que resultan imposibles para los pequeños laboratorios que producen los tratamientos herbolarios con plantas medicinales y con base en recetas milenarias. “La ley está condenando al sector herbolario al fracaso y la extinción”, expresó.
“Entre tener un laboratorio de remedios herbolarios a uno de medicamentos de patente, la diferencia es de alrededor de 3 millones de pesos, a un laboratorio pequeño nos deja fuera de competencia. En el caso de la herbolaria, necesitamos hacer expedientes dossier, cuya elaboración por químicos facultados que saben todo el procedimiento nos cuesta alrededor de 80 mil pesos, y los estudios de estabilidad y microbianos nos arroja un costo de 180 mil pesos por producto, pero sin tener la garantía de que se vaya a autorizar su comercialización, por la cuestión de las propiedades farmacológicas”, dijo.
Zúñiga explicó que las plantas medicinales enlistadas como prohibidas sólo pueden ser utilizadas como medicamento y no como suplementos alimenticios. Algunos de estos casos son el tepezcohuite, que tiene propiedades antiinflamatorias, antimicóticas e incluso se le atribuyen propiedades antibióticas.
También se encuentran el árnica montana, que es utilizada como analgésico, para desinflamar lesiones musculares y en el combate a irritaciones menores en la piel.
La cola de caballo, que ayuda a eliminar toxinas, bacterias y hongos; el ginseng, que incrementa los niveles de insulina, previene la aparición de úlceras causadas por estrés, protege el sistema cardiovascular y combate la disfunción eréctil, y el cardo mariano, conocido por sus propiedades regenerativas del hígado.
El presidente de la FNIHMATN pidió al Congreso de la Unión elaborar una reforma a la Ley General de Salud en materia de medicina tradicional para que puedan elaborarse tratamientos a base de hierbas medicinales acorde a las capacidades de los pequeños productores.
“La herbolaria está en peligro de extinción, por lo que hacemos un llamado al gobierno federal, al Congreso de la Unión, para que nos ayuden a impulsar un cambio en la Ley General de Salud. Estamos dispuestos a regularlo, porque hacemos productos que funcionan, por lo que los consumidores constantemente los siguen comprando y son eficaces”, aseguró.
Afectación a ventas
Por más de 16 años, María Teresa se ha dedicado a la venta de productos naturistas en su tienda ubicada en la zona de La Merced, en la Ciudad de México. Comentó que en los últimos tres años se han intensificado las inspecciones de la Cofepris contra los productos milagro, pero afirmó que en su local no vende este tipo de artículos, puesto que los suyos están hechos a base de hierbas medicinales.
“Sí nos han estado checando, y nos afecta tanto a los que vendemos como a los productores, porque tenemos que cerrar la tienda y se llevan la mercancía. Nosotros no vendemos productos milagro, están hechos a base de hierbas medicinales”, comentó la comerciante.
En el último año, el local de Tere, como la llama su clientela, fue visitado por la Cofepris en tres ocasiones.
Destacó que las más de 50 tiendas naturistas ubicadas en La Merced han sido inspeccionadas, lo cual afecta las ventas, pues sus ingresos se han reducido a la mitad, dado que al ver los operativos la gente no se acerca a comprar.
“Sí me han asegurado producto, principalmente los que están a base de hierbas prohibidas [como] manzanilla, árnica, boldo, ginseng. Nos dicen que tienen un porcentaje de toxicidad, y a nosotros nos afecta que ellos [inspectores de la Cofepris] lo digan, porque el cliente no los compra o dicen que son productos milagro, y no lo somos. Antes de las revisiones vendía 20 mil pesos al día; ahora vendo entre 10 mil y 15 mil pesos”.
Juan Carlos Miguel, gerente de operaciones de la distribuidora de productos naturistas Pronasoya, aseguró que las inspecciones les afectan no sólo en las ventas, sino en el funcionamiento de la distribuidora, porque tienen que detener todas las actividades para que los inspectores revisen los productos. Destacó que en 2016 les aseguraron 5 mil piezas, lo que representan pérdidas por 600 mil pesos.
“Nosotros no vendemos productos milagro, manejamos puro producto bien hecho. Hemos hecho un compromiso a nivel con la Federación de trabajar puro producto certificado de calidad, puro producto bien. El costo para tener un laboratorio farmacéutico es altísimo para hacer esas presentaciones, pastilla, pomadas, tés. Estamos trabajando para hacer productos de plantas mexicanas”, dijo.
El presidente de la FNIHMATN consideró que la falta de conocimiento del sector por parte de algunos inspectores ha derivado en el decomiso de productos que no debían ser asegurados. Acusó que se han realizado operativos sin que las autoridades presenten un inventario de la mercancía recogida o un dictamen que determine su riesgo, como indica la ley. Destacó que los productos milagro son aquellos que no dan la cara, exageran su composición, “prometen mil cosas y al final no tiene ningún beneficio”.
“Los productos simplemente son recogidos y punto. Asimismo, varios comercios que ofrecen al público productos herbolarios realizados conforme a recetas ancestrales, no productos milagro, han sido objeto de multas de entre 400 mil pesos a un millón de pesos, a pesar de que cada negocio tiene un valor que no rebasa los 50 mil pesos, lo cual nuevamente es contrario a la ley”, afirmó.