Pablo Pérez Casas Schulz no se define ni como artista ni como artesano, sino como creador de arte-objeto, pues usa botellas que terminarían en la basura, para convertirlas en piezas únicas que decoran las viviendas y en donde Pablo deja parte de su alma, “me hacer ser yo”, señala.

El stand de Pablo en Expo Reven 2017 llama la atención. Sobre la mesa con un paño blanco, sus creaciones hechas de botellas lucen atractivas. Lo mismo son macetas que veladoras, con plantas cactáceas en su mayoría.

Al usar botellas “transformo elementos que ya se iban a tirar a la basura en arte-objeto. Soy una persona muy creativa, siempre trato de hacer cosas nuevas”.

Señala que con esta actividad lleva apenas dos años y más que buscar la satisfacción económica, Pablo dice que la gratificación es más espiritual, pues trasciende con esta actividad que desarrolla.

“Es una forma de trascender. Sí, necesariamente uno tiene que vivir de algo, pero mi objetivo último no es vender, es trascender”, indica, al tiempo que precisa que la respuesta de la gente a su trabajo es positiva, pues les parece bonito que de algo que ya iba a ser desechado se puedan hacer piezas artísticas.

Las botellas son de diferentes colores y tamaños. Desde la de vidrio transparente, por cuya forma se deduce que era de tequila, hasta las de cerveza lager, con su clásico color verde.

Una de las premisas de Pablo para hacer su trabajo es que los objetos sean reciclados, pues es una forma de ayudar el medio ambiente; en cada pieza incluso puede invertir hasta dos semanas de trabajo.

“Todo tiene un proceso muy chistoso, muy larguito. Yo me encargo de todo, desde la recolección de la botella hasta el terminado. Primero hay que limpiarlas, quitarles las etiquetas, hay que quitarles los tapones y pasarlas a corte. Después, unas se harán macetas, otras se harán velas. En hacer una me puedo tardar hasta 15 días, pero como también tengo mecanizado mi proceso, puedo hacer como 30 cada día”, precisa.

Mientras de fondo suena un piano, Pablo platica al tiempo que ve sus creaciones. Una joven mujer de tez blanca y larga cabellera negra está del otro lado del stand, escucha a Pablo explicar su trabajo creativo sin levantar la mirada.

Pablo dice que los materiales son variados para hacer su trabajo, incluso puede usar naranja deshidratada que sirve para decorar las veladoras. Las plantas son principalmente cactáceas y una que otra hoja que crece dentro de las botellas, las que se llenan con tierra o con arena muy fina, dependiendo de las necesidades de las plantas.

No sólo aprovecha las botellas completas, hay otras piezas conformada por cuatro picos de botellas de cerveza lager que forman un candelabro. Señala que el chiste es sólo hacer la vela, sino combinarlo con la botella, para que la parafina y la botella combinen en una conjunción estética.

Pablo, quien antes trabajaba en un restaurante y llegó a administrar un rancho, dice que tiene la fortuna de trabajar en su casa. Se levanta a las siete de la mañana, desayuna y se pone a hacer lo de ese día; algunas ocasiones toca limpiar botellas y otro día cortar.

“A veces me tardo más porque en ocasiones es complicado. También hay que promocionar el producto, hay que salir a vender, hay que buscar foros”, abunda.

Vive en el barrio de Hércules de la capital queretana, donde forma parte de un colectivo de artesanos del mercadito artesanal “La textilera”, y el último sábado de cada mes tiene su puesto en el mercado de la delegación de Hércules.

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