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Como en la jornada inaugural del décimo primer Festival de las Comunidades Extranjeras, todo es fiesta, música, alegría. Los participantes celebran un año más de identidad, de sentirse orgullosos de sus raíces, aún lejos de la tierra en la que vivieron la primera luz. Incluso, hay una petición de matrimonio.
Kishor Kunal es requerido en el escenario durante la clausura. Cecilia Martínez González, su novia, está en el escenario. No sabe qué pasa o porque requieren a Kishor ahí.
Pronto todo cobra sentido. Su novio, originario de India, con traje azul y camisa del mismo color, sube al escenario, se arrodilla frente a ella y estalla en llanto, risas, una mezcla de ambos, de felicidad, de nervios, de emoción, de todo un poco. La petición de matrimonio se lleva a cabo al fin.
Cecilia dice que sí, acepta ser la esposa de Kishor, quien respira aliviado. Luego, ante la petición popular se dan un beso, sellan su compromiso así, frente a un millar de ciudadanos del mundo. Dicho de otra manera, el mundo es testigo de su amor.
“Hace dos años conocí a mi novia, entonces decidí que el segundo paso lo iba a dar aquí”, señala Kishor, quien dice que en caso de haber recibido una negativa, lo hubiera seguido intentando, en otro momento para recibir el sí.
Señala que pensó en dar este paso el día que inició el festival, era ahora o nunca.
En tanto, Cecilia señala, con una gran sonrisa en el rostro, que no se esperaba esta sorpresa, que cuando vio que Kishor se agachó no lo creía. Cecilia apenas puede hablar de la emoción. Las amigas que la acompañan están igual de emocionadas que ella por lo que acaba de suceder.
Lo gritan a todo el mundo
La pareja es rodeada de amigos y familiares que los felicitan y los acompañan al stand de la India, donde la fiesta continuará por un rato, con bailes, abrazos, festejos muy al estilo de aquel país, y que acaba de contagiar a todo mundo.
Todos aprovechan para reír, cantar, tomarse fotografías en comunidad, sin importar credo, raza, origen; todos se unen en el último día del festival.
En el escenario del evento se congregan ciudadanos de los 75 países que tomaron parte de esta edición del evento.
Chioma Rita Chukwudebelu, de Nigeria, es de las mujeres más socorridas para tomarse fotos. La belleza de Chioma, con sus 1.80 metros de estatura y su figura atlética, llama la atención de más de uno. Aunado a que lleva su vestimenta típica, lo que la hace lucir aún más atractiva.
Señala que lleva siete meses viviendo en México, a donde llegó buscando un país donde pudiera encontrar la felicidad: “Me hablaron de que México es bueno y me vine. Llegué con mi familia, mi esposo y mis hijos. Mi esposo y dos hijos estaban aquí, falta otro hijo por llegar”, indica la mujer, quien en menos de cinco minutos posa para al menos tres fotógrafos de diferentes medios de comunicación.
Su esposo, quien lleva un par de meses más que ella en México, se dedica a llevar la cultura nigeriana a ferias y exposiciones, como la que lleva a cabo cada año en Querétaro, el municipio capitalino.
Se mudará a Querétaro
Rita explica que se ha adaptado muy bien a México, pues las personas son muy buenas, no ha tenido ningún problema, pues siempre hay alguna persona que ayuda. Se ha adaptado muy bien a la vida en la ciudad de Toluca, lugar muy socorrido por la comunidad africana en nuestro país.
Sin embargo, dice que buscando en internet descubrió a Querétaro, siendo una ciudad donde le gustaría vivir, pues es un lugar que le llama la atención y espera organizar un par de cosas y se mudará a tierras queretanas.
Rita es administradora de empresas, además de mostrar la cultura de su país a donde le llaman, pues es una orgullosa nigeriana.
El stand que se lleva esta edición del festival es el de Venezuela, aunque cada continente tiene su ganador: Holanda, Egipto, entre los favoritos del público por su oferta cultural y hospitalidad.
El festival llega a su fin, tendrán que pasar 365 días para que de nueva cuenta el mundo se junte por cuatro días en paz, conviviendo unos al lado de los otros, pero mientras las fotografías, las selfies, los abrazos, las risas se intercambian, sin importar credo, ideología, raza, al final, todos son parte de la sociedad queretana y mexicana, y eso es suficiente.