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Universidades tecnológicas y politécnicas se adhirieron a la Carta de la Tierra, un compromiso con el medio ambiente y la sociedad para implementar acciones que mitiguen daños del cambio climático y que transiten hacia instituciones sustentables, pero también para generar una cultura de paz.
La firma se celebró en la Universidad Politécnica de Santa Rosa Jáuregui, a donde acudieron rectores de 21 universidades del país; se trata de una iniciativa mundial, creada en el entorno de la Naciones Unidas.
Mateo Castillo Ceja, miembro del Consejo Internacional para la Carta de la Tierra, expresó que su firma reta a examinar valores y escoger un mejor camino, es un llamado a buscar un terreno común dentro de la diversidad y acoger una nueva visión compartida.
Castillo Ceja informó que desde su nacimiento, la Carta de la Tierra ha reforzado sus valores. Detalló que la comisión para crear la carta fue formada en 1997, y en 2002, en Johannesburgo, Sudáfrica, se trabajó una iniciativa para educar un estilo de vida sostenible; ahora, en cambio, se trabaja en fortalecer la iniciativa entre la sociedad y gobierno a favor de un mundo más justo.
La carta fue firmada por autoridades de las universidades, así como por Alfredo Botello Montes, secretario de educación en el estado; el documento incluye 13 principios que engloba cuatro grandes apartados: respeto y cuidado de la comunidad de la vida; integridad ecológica, justicia social y económica; democracia, no violencia; y paz. Entre los principios están respetar la tierra y la vida en toda su diversidad; cuidar la comunidad de la vida con entendimiento, compasión y amor; construir sociedades democráticas justas, participativas, sostenibles y pacíficas; proteger y restaurar la integridad de los sistemas ecológicos de la tierra.
Evitar dañar como el mejor método de protección ambiental y cuando el conocimiento sea limitado, proceder con precaución; adoptar patrones de producción, consumo y reproducción que salvaguarden las capacidades regenerativas de la Tierra, los derechos humanos y el bienestar comunitario, así como impulsar el estudio de la sostenibilidad ecológica y promover el intercambio abierto del conocimiento adquirido; erradicar la pobreza como un imperativo ético, social y ambiental; afirmar la igualdad y equidad de género como prerrequisitos para el desarrollo sostenible y asegurar el acceso universal a la educación, el cuidado de la salud y la oportunidad económica. Defender el derecho a un entorno natural y social que apoye la dignidad humana, la salud física y el bienestar espiritual, con especial atención a derechos de los pueblos indígenas y las minorías.